Putin destacó la eficacia de sus fuerzas armadas: “Sabemos que es muy complicado llevar a cabo este tipo de operaciones antiterroristas. Y no podemos todavía hacer el balance de la operación, pero lo que ya hemos logrado, sin duda, debe ser valorado altamente”. “El hecho de que hayamos disparado desde el mar Caspio, a una distancia de unos 1.500 kilómetros, armas de alta precisión y hayamos alcanzado todos los objetivos fijados confirma la buena preparación de las empresas del complejo militar-industrial y las habilidades del personal militar”, añadió Putin.
El Presidente aludió a la posibilidad de cooperar con el Ejército Libre Sirio y consideró imprescindible colaborar con los principales actores regionales (Irán, Irak, Turquía y Arabia Saudí) y con Estados Unidos.
El secretario de Defensa de Estados Unidos, Ashton Carter, advirtió, sin embargo, de que su país no cooperaría con Rusia en Siria, y calificó de “trágicamente equivocada” la estrategia rusa en ese país. El jefe del Pentágono reiteró, sin embargo, la disponibilidad a mantener abierto un canal de diálogo militar para evitar incidentes en el desarrollo de las operaciones bélicas.
El ejército ruso aseguró haber golpeado varios objetivos del Estado Islámico. “Se trató de fábricas de producción de proyectiles y explosivos, puntos de control, almacenes de municiones y combustible, y también varias bases de entrenamiento de terroristas en las provincias de Raqa, Idlib y Alepo”.
Los datos del Ministerio de Defensa precisan que, en una semana de ataques de las fuerzas rusas, desde el 30 de septiembre, se han realizado bombardeos aéreos contra 112 posiciones de los terroristas en Siria. La intensidad de la ofensiva rusa va en aumento.