Moscú impidió recientemente tres ataques aéreos israelíes contra tres puestos avanzados sirios e incluso amenazó con derribar cualquier avión a reacción que intentara hacer algo así, ya sea con aviones rusos o con misiles antiaéreos SS-400.
Se ha producido una situación similar en dos ocasiones. En agosto Moscú detuvo un ataque aéreo contra un puesto de avanzada sirio en Qasioun, donde se encuentra una batería de misiles SS-300.
Una semana más tarde había previsto otro ataque aéreo en un puesto avanzado sirio en la zona de Quneitra y un tercero en una zona sensible de Lataquia. Fue este hecho el que llevó a Netanyahu a viajar rápidamente a Rusia para tratar de convencer a Putin de que ignorara los ataques israelíes en Siria.
Según indican fuentes rusas, Putin informó a Netanyahu de que su ejército no permitirá ningún ataque al ejército regular sirio ni a ninguna de las armas que se le dieran, ya que conceder tal permiso sería considerado un acto de indulgencia hacia Israel, lo que contradice el objetivo de Rusia de ayudar al gobierno sirio.
Netanyahu trató de presentar un mensaje positivo de cooperación entre los dos países e incluso trató de utilizarlo para su campaña electoral, pero no funcionó. Fuentes israelíes que hablaron con “Independent Arabia” describieron la reunión como un “fracaso”. Dijeron que todo lo relacionado con los ataques aéreos en Irak y Siria, incluido el hecho de que eran el centro de atención, era una vergüenza para los rusos a los ojos de sus aliados en la región: Siria, Irán y las milicias que los apoyan.
Las fuentes rusas apuntan que Putin ha expresado su descontento con las últimas acciones de Israel en el Líbano, e incluso subrayan que rechaza la agresión contra la soberanía de Líbano, que Netanyahu nunca ha respetado.
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