Precisamente en Palermo, un grupo organizado de una veintena personas se presentó, ante las cajas de un supermercado Lidl –en viale Regione, uno de los más grandes y frecuentados de Palermo- con sus carritos llenos de productos, negándose a pagar al tiempo que gritaba: “Basta de estar en casa, no tenemos dinero para pagar, tenemos que comer”. Los empleados del supermercado llamaron a la policía y carabineros, mientras cundía el pánico entre el numeroso público que esperaba en la calle, haciendo cola con distancia de seguridad de un metro entre personas. El caos se prolongó durante horas. Hoy la policía vigila para proteger los supermercados en Palermo y en otras ciudades.
Las llamadas a la revuelta se extienden como la pólvora en las redes sociales. En Facebook se ha abierto el perfil de un grupo llamado “Noi”, que anima a la revuelta con un eslogan: “Recuperar lo que nos quitan”. En pocas horas contaba con cientos de seguidores, algunos de los cuales se organizan mediante chat. Sus mensajes no dejan lugar a dudas. Hay quien dice: “Quienes estén listos para la guerra el día 3 (fecha prevista para el final de la emergencia, aunque se da por seguro que el gobierno decretará una prórroga), lo debe escribir aquí abajo”, “Debemos romper todos los supermercados”. Otro escribe: “El problema es inmediato, los niños deben comer”.
Parecido es el mensaje de Alejandro: “Yo no espero a abril, estoy sin un euro, mi familia debe comer”. Muchos ponen vídeos, mostrando su identidad, llamando a la revuelta social, haciendo ver sus propios hijos. Luky grita en uno de esos vídeos: “En casa pueden estar los que tienen un salario fijo, si nosotros debemos estar encerrados, el Estado nos tiene que llevar la comida y debe pagar los alquileres, no somos Cristiano Ronaldo: Aquí tres cuartas partes de italianos trabaja en negro; ¡rebelaros!”. Según un reciente estudio de la CGIL (principal sindicato italiano), en Palermo y provincia un trabajador de cada tres trabaja en negro.
La llamada al saqueo de los supermecados no es solo en Sicilia, se extiende a otros lugares del sur. En esa mitad del territorio italiano, la economía sumergida da trabajo a casi cuatro millones de personas. En Campania, en particular en algunas zonas de la provincia de Nápoles, han aumentado los robos en la calle, con gente que quita las bolsas con los productos que algunos clientes acaban de comprar en los supermercados. Raro es el día donde en algunas provincias del sur no hay algún asalto a una farmacia. Hay gente que grita su angustia y su hambre desde el balcón. En Bari, la capital de Apulia, la consejera de Asuntos Sociales, Francesca Bottaloci, tuvo que presentarse personalmente a llevar dos paquetes con productos de primera necesidad a una familia que había puesto en las redes sociales un vídeo gritando desde el balcón de su casa: “Ya no tenemos dinero, no tenemos nada. Venid a verlo”.
Las llamadas 007, el servicio de información, ha elaborado un informe reservado enviado al primer ministro Conte y a la ministra del Interior Lamorgese con esta advertencia: “Existe un potencial peligro de revueltas y rebeliones, espontáneas y organizadas, sobre todo en el sur de Italia, donde la economía sumergida y la capilar presencia de la criminalidad organizada son dos de los principales factores de riesgo”.
El alcalde de Palermo, Leoluca Orlando, pide al gobierno que otorgue una renta de supervivencia.
Ciro Buonajuto, alcalde de Herculano, ha denunciado: “Tenemos un desempleo juvenil del 75 por ciento, quien trabaja lo hace en muchísimos casos en precario; ahora temo los efectos económico-sociales. Puede extenderse la usura, el tráfico de droga, los negocios de la camorra…”
Se hace eco del malestar en el “Mezzogiorno” el ministro para el sur, Peppe Provenzano, quien en una entrevista dice hoy a Repubblica: “Atentos al sur, puede explotar. Hay que actuar rápidamente, está en riesgo el mantenimiento de la democracia. Hay que extender la renta de ciudadanía” (se trata de la ayuda económica, en torno a los 550 euros de media, que ofrece el Estado a quien no tiene empleo).
En este contexto de gravísima crisis, se explica también el dramático discurso que en la noche del viernes el presidente de la República, Giorgio Mattarella, dirigió al país, con la mirada puesta en Bruselas: “Estamos viviendo una página triste de nuestra historia. Hemos visto imágenes que será imposible olvidar. Algunos territorios, y en particular las generaciones más ancianas, están pagando un precio altísimo. Europa debe comprender la gravedad de la amenaza, o será demasiado tarde. Son indispensables ulteriores iniciativas comunes –añadió Mattarella-, superando viejos esquemas que ya están fuera de la realidad de las dramáticas condiciones en que se encuentra nuestro Continente”.
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