El Cairo, Plaza Tahrir, 2011 |
Desde 1989, Rumanía, Bulgaria y otros países de la Europa del Este ex socialista han sido el teatro de las revoluciones de “color”. Incluso se organizó un intento de revolución verde en 2009 en Irán, que fracasó penosamente. Numerosas organizaciones e instituciones estadounidenses estaban detrás de la nueva situación, que consiste en hacer caer “desde el interior” (mediante manifestaciones supuestamente populares) los regímenes.
En la cumbre de estas organizaciones está la NED (National Endowment for Democracy), que junto con la USIP (United States Institute of Peace) y la USAID (United States Agency for International Development) supervisan las operaciones. La USAID es conocida en América latina y en África, sus terrenos de acción. Hay que notar igualmente la presencia del NDI (National Democratic Institute for International Affairs, del Partido Demócrata, muy activa en África y países árabes), el IRI (International Republican Institute, del Partido Republicano) y, desde luego la CIA, la directora de los golpes retorcidos. La NED y la USAID tienen su origen en el Departamento de Estado, y la USIP en el Departamento de Defensa. Pero las dos estructuras, NED Y USIP, son organismos orgánicamente relacionados, mientras que la USAID sirve de camuflaje de la CIA.
Hasta mediados de los años 80, los Estados Unidos instalaron, especialmente en América latina, dictadores devotos, siendo el mas espectacular y sangriento el golpe impulsado por Pinochet con ayuda de la CIA contra el presidente socialista, Salvador Allende en 1973. Si este violento método (igualmente usado en África) ha servido los intereses de los Estados Unidos durante muchas décadas, no estaba en sintonía con la evolución que conocía el mundo, en relación con el fin de la Guerra Fría y el hundimiento de la URSS.
Por ello Estados Unidos, buscando asegurarse gobiernos bajo su bota, se las ingenia para cambiar regímenes tibios, cuando no antiamericanos, por regímenes mas dóciles y pro americanos. Fue el presidente republicano Ronald Reagan quien estructuró la “injerencia” estadounidense en los asuntos de otros países con la creación de las organizaciones citadas (la CIA existe desde 1947). Tras las juntas militares, es la agitación “popular” la que derriba los regímenes que suponen un obstáculo a la hegemonía norteamericana y perjudican sus intereses. La esencia de las “revoluciones de colores” no era la de derribar regímenes, claramente hostiles, sino reemplazarlos por gobiernos mas dóciles, al servicio del “amo”. No regatearon gastos para conseguir sus fines atrayéndose la simpatía de los nuevos conversos. Se encargaban de la agitación popular “coloreada” de la calle, financiándola.
Para EE.UU. no se trataba de cambiar, fuera de ciertos límites, las instituciones, sino reemplazar a los dirigentes por una élite que efectuará una política económica favorable a sus intereses, lo que explica el control de las multinacionales y la instalación de bases militares estadounidenses en las antiguas repúblicas socialistas del Asia musulmana. De lo colorido a la primavera no había más que un paso, que dieron los países árabes con los resultados que se conoce en Libia y en Siria principalmente.
Es evidente que los golpes de Estado sangrientos de los años 1950-1980 y las revoluciones coloridas y primaverales de los años 1990-2000, pasando por Al Qaeda y el Daesh (iniciados, y/o creados, armados y financiados para instalar el caos en el mundo no occidental) tienen como denominador común los Estados Unidos. Aún no conocemos todo de un país que bajo la apariencia de la corrección revela ser una hidra de muchas cabezas.
Hércules precisaría de ayuda para acabar con esa hidra.