“No te dejes engañar cuando te hablen de progreso
porque tú te quedas flaco y ellos aumentan de peso”
(Canción de Alí Primera, Perdóneme Tío Juan)
Los días 21 y 22 de noviembre de 2020 se ha realizado la Cumbre de los países del G20 (Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido, Rusia, Sudáfrica, Turquía) y la Unión Europea.
En conjunto las entidades políticas representadas en el G20 reúnen el 66 % de la población mundial y el 85 % del producto bruto mundial. Así lo contaban los analistas internaciones a sueldo. Habitantes y PIB, estos dos datos parece ser que son la máxima importancia, a desdén de cuantos millones de este 66% viven con poco más de un dólar diario en Argentina, en China, en Estados Unidos, en la India, en Rusia, en Sudáfrica, en Turquía, en México, en Indonesia… y parece ser que tampoco importa a cuantos cientos de millones de personas no les repercute en absoluto este 85% del PIB mundial en el conjunto de países presentes en la Cumbre. Cifras y más cifras, no importan las personas, ni las clases sociales, ni cuantos explotadores y explotados, cuantos marginados, tan sólo la economía como ideología.
La economía post pandémica, el nuevo maná, una ciencia que en los manuales con que se adoctrina a los estudiantes de la especialidad, se suele definir dicha ciencia como aquella que trata de descubrir el modo en que puede ser satisfecha la mayoría de las necesidades humanas tomando en consideración la escasez de los bienes con que se cuenta para ello. A renglón seguido se afirma que las necesidades de los humanos son ilimitadas y que, por el contrario, los recursos de los que se dispone son limitados. Sobre estas premisas comienza a construirse el edificio de la ciencia económica…. No es cierto que las necesidades humanas sean ilimitadas, ni tampoco es verdad que los recursos sean escasos” (1).
Reunión de pastores, de la misma estirpe que los organizadores del Event201 en octubre de 2019 en que organizaron la metodología para la pandemia que declararía posteriormente la OMS en marzo de 2020, o los del Foro Económico Mundial, con sus acólitos miembros de ONG,s y otras compañías. Tal como reza el refrán español “reunión de pastores, oveja muerta”, y la oveja no es otra que el proletariado mundial.
Al parecer, por las noticias de los discursos y las resoluciones tomadas, no hay novedad en el horizonte, no ha sido más que un nuevo episodio de la ya antigua Agenda 21 elaborada por las grandes corporaciones en 1992 y ratificada por las Naciones Unidas después de la autodestrucción de la URSS y demás países socialistas, para un nuevo orden mundial. Orden mundial que como rezaba el preámbulo de la misma: “1.3 El Programa 21 aborda los problemas acuciantes de hoy y también trata de preparar al mundo para los desafíos del próximo siglo, incluyendo el soporte a las economías en transición (entiéndase los países que habían abandonado el socialismo), y el control de la población”.
Y que en su Sección Primera detallaba las “Dimensiones sociales y económicas” del plan, entre las cuales: “h) Eliminar las actitudes contrarias a las exportaciones y favorables a la sustitución de importaciones y establecer políticas que permitan beneficiarse plenamente de las corrientes de inversiones externas… 6.11 Se prevé que para el año 2000 los niveles de infección con el virus de la inmunodeficiencia humana habrán aumentado a entre 30 y 40 millones de personas, y que las repercusiones socioeconómicas de la pandemia serán devastadoras para todos los países y, en especial para las mujeres y los niños… l) Acelerar las investigaciones sobre vacunas mejoradas y, en la mayor medida posible, hacer uso de vacunas para la prevención de enfermedades” (2).
Maurice Strong, fideicomisario de la Fundación Rockefeller y Presidente de la Cumbre de la Tierra, proclamó: “Los estilos de vida actuales y los patrones de consumo de la clase media acomodada, no son sostenibles… Por descontado que si no son sostenibles, deben detenerse”. Nada nuevo para este personaje que ya veinte años antes en una entrevista a la BBC coincidiendo con la Cumbre de Estocolmo de 1973 defendía las “licencias de reproducción” con las siguientes palabras: “Por cierto, las licencias para tener bebés son algo que me causó problemas hace unos años cuando sugerí que, incluso en Canadá, esto podría ser necesario en algún momento, por lo menos alguna restricción sobre el derecho a tener hijos”. Licencias que sus amigos de China pusieron en práctica unos años después, en 1979 con la política de un hijo por pareja o política de hijo único, vigente hasta 2015 (3).
Y China ya empieza a padecer un grave problema de envejecimiento poblacional juntamente con la disminución de la capacidad laboral. Este envejecimiento hace que cada vez haya menos gente en edad de trabajar y haría crecer más los desequilibrios sociales. Varios estudios, estiman que en el año 2050 habrá en el país cerca de 440 millones de personas mayores de 60 años. Además, también se espera que, desde el año 2010 y hasta 2030, el número de trabajadores chinos descienda en 57 millones.
Con posterioridad Strong fundó el Instituto del Consejo de la Tierra junto a Mikhail Gorbachov, David Rockefeller, Al Gore, Shimon Peres, y otros varios de sus amigos globalistas acérrimos defensores de un gobierno mundial omnípotente.
Como señala Elaine Dewar sobre la Cumbre de Río de 1992: “Anunciada como la Cumbre Más Importante del Mundo, la cumbre de Río fue descrita públicamente como una negociación global para reconciliar la necesidad de protección del medioambiente con la necesidad de crecimiento económico. Los “cognoscenti” sabían que había otros objetivos más importantes. Estos incluían el traspaso de poderes reguladores nacionales a vastas autoridades supranacionales; la apertura a intereses multinacionales de todas aquellas economías nacionales todavía cerradas a ellos; el fortalecimiento de órganos de toma de decisiones tanto por encima como por debajo del alcance de las democracias nacionales de nuevo cuño; y, sobre todo, la integración de los imperios soviético y chino en el sistema de mercado global. Nadie parecía haberle dado un nombre a este grandioso programa, así que más tarde decidí llamarlo: la Agenda de Gobernancia Global” (4).
En 1996 el Banco Mundial editó un voluminoso monográfico dedicado a los países que habían abandonado el socialismo y a los que aún manteniendo este apelativo seguían las directrices de la globalización y de la economía de mercado. He ahí uno de sus ejemplos: “En China, la implantación gradual de las reformas contribuyó al éxito de éstas, ya que los controles parciales todavía vigentes, basados en la persistente autoridad del partido comunista y aplicados a través de una red de mecanismos encargados de su cumplimiento a nivel local continúan desempeñando una función de coordinación que limita las perturbaciones de la producción y el comercio durante el establecimiento escalonado de las instituciones de mercado” (pág. 29).
Y, algunas de sus directrices: “La cuestión no es cuanto privatizar, sino cómo y cuándo hacerlo. En algunos países puede bastar la adopción de reformas orientadas al mercado, sin necesidad de un cambio total de la propiedad [pág.53] … en un proceso de transición lo primero es pasar del régimen de planificación centralizada basado en las transferencias y los subsidios a un sistema que dé cabida al riesgo (pág.5)] … la firme decisión de lograr la integración internacional puede estimular la demanda de leyes pertinentes y facilitar modelos de legislación propicios al mercado. Un firme compromiso respecto a la inversión extranjera directa tiene el mismo efecto (pág.106) … la palabra eficiencia significa algo muy distinto para un directivo interesado únicamente en cumplir un Plan Central que para otro que trata de aumentar el beneficio y su cuota de mercado en un sistema competitivo (pág.151) (5).
Volviendo a la cumbre de países del G20, en su discurso, Xi destacó la importancia de desarrollar vacunas y enfatizó que China cumplirá sus compromisos de apoyo y asistencia a los países en desarrollo para dar acceso al mundo a las vacunas contra el COVID-19. En su discurso en la cumbre, el presidente Xi Jinping enfatizó que el G20 debería desempeñar un papel de liderazgo más importante en el orden internacional y la gobernanza global en la era post-pandemia.
Además, el líder chino propuso introducir un mecanismo mundial de reconocimiento de certificados sanitarios basados en los resultados de pruebas de ácidos nucleicos en forma de códigos QR aceptados internacionalmente. «Esperamos que más países se unan a este mecanismo” (6).
¿Qué es un QR? Las siglas QR (Quick Response) se traducen como respuesta rápida y su aplicación fue inventada por ingenieros de la empresa Denso Wave en 1994, o sea que no es nada nuevo, hay gran variedad de códigos QR: Jumpscan, QR CodeTagExtension (como una extensión de Google Chrome), QR Stuff, Kaywa, y Visualead, Social QR Code, y GOQR.me. etc.
Los expertos en la materia de código y claves, lo definen como procedimientos de dos magnitudes con un total de 40 versiones diferentes de códigos QR. Estas versiones están definidas por la cantidad de módulos que tienen; cuantos más módulos haya dentro de un código QR, más capacidad de almacenamiento tendrá. La versión número 1 tiene 21 módulos. Las siguientes versiones aumentan en 4 módulos hasta que alcanzan la versión 40 con 177 módulos en total, con lo cual la capacidad para almacenar datos personales es impresionante.
¿Qué se pretende con la internacionalización de los pasaportes sanitarios digitales? O ¿no son sanitarios sino que son en realidad un control total de la población mundial cuyos datos se podrán examinar en cualquier país y ante cualquier circunstancia? En definitiva, la propuesta podíamos definirla como la “dictadura contra el proletariado”.
Como tantas otras cosas en esta pandemia, los llamados «pasaportes o certificados de inmunidad» parecen sacados de la ciencia ficción. La premisa es sencilla: comprobar que alguien ha pasado el SARS-Cov-2 y es inmune al virus, o ha estado vacunado y otorgarle un carné, pasaporte o certificado que lo constate. «Desde el punto de vista de la factibilidad, hoy por hoy es una imprudencia utilizar esto», afirma Ildefonso Hernández, ex director general de Salud Pública de España y actual portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública (Sespas). «El nombre de pasaportes de inmunidad revela en sí mismo una hipótesis que puede resultar falsa», considera por su parte I. Glenn Cohen, experto en políticas de Derecho de la Salud y Bioética de la Universidad de Harvard.
El control se ha vuelto tan exhaustivo que los datos de ubicación de una persona en tiempo real o sus desplazamientos son ya requisitos fundamentales a diario en algunas empresas, según pudo saber BBC Mundo. El propio sistema legal de países en Occidente pone trabas para acceder a datos personales en ese sentido y desde los gobiernos se analiza la cuestión con precaución, si bien no es la primera vez que una crisis provoca una pérdida de libertades o de privacidad en aras de la seguridad (7).
En el caso de Catalunya, la propuesta del Oriol Mitjà y su equipo, amparados por quién era President de la Generalitat sobre la obligatoriedad del “pasaporte de inmunidad” ya tuvo en su momento voces que alertaban sobre su talante autoritario. Para Itziar de Lecuona, doctora en Derecho y subdirectora del Observatorio de Bioética de la Universitat de Barcelona, “la propuesta de Mitjà es directamente estigmatizante y discriminadora así como desproporcionada a nivel ético-legal”. A estas dudas de carácter ético y legal se sumaron entidades científicas como la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (SEMPSPH), que ya antes de la propuesta catalana se posicionaron en contra de un pasaporte de este tipo. Por su parte, Fernando Benavides, catedrático de Salud Pública de la UPF y uno de los expertos consultados, accedió a dar su valoración tras haberse hecho público el plan desde la Generalitat. «Tal como se plantea, sin estudios legales y éticos que valoren todas las implicaciones, creo que no se debe iniciar”. Para Benavides, aunque se extremaran las medidas de protección de la intimidad, sería casi imposible no vulnerarla porque el pasaporte, según la propuesta de Mitjà, se tendría que usar en público: todo el mundo vería cómo se veta la entrada de alguien en el metro, en su fábrica o en el Camp Nou tras comprobarse que su código es el rojo. «Se estaría revelando el estado inmunológico de una persona frente a los de su alrededor, con la estigmatización, el rechazo o incluso la xenofobia que esto puede generar» (8).
Marina Garcés doctora en Filosofía y profesora de la Universitat Oberta de Catalunya en una entrevista para el Diario de la Educación responde: ”Ahora estamos asistiendo, al mismo tiempo, a dos realidades contradictorias: redes de apoyo mutuo y policías de balcón”. Ante esto, considera que si gana el miedo y la sospecha entre vecinos, habremos dado un paso más hacia una sociedad autoritaria. Señala también que uno de los grandes beneficiados de esta pandemia será el control social, justificado por una mayor seguridad para la ciudadanía ante los peligros externos. “Esta crisis se añade a las anteriores, como la terrorista y económica, y a las posteriores… Son crisis que van debilitando el tejido social y alejando los grupos humanos y las clases sociales en su relación con las expectativas y los futuros compartidos. Ante esta crisis de los futuros compartidos, es fácil que cada uno se proteja detrás de sus privilegios y perciba a los demás como una amenaza… Pienso que el control social será uno de los grandes ganadores de esta pandemia. Si a cambio de una geolocalización, o de un QR o de los datos que sea nos dejan volver a salir de casa, ¿quién no estará dispuesto? La libertad de movimientos, aunque sea de movimientos vigilados, está más valorada en nuestra percepción que muchas otras libertades” (9).
Malos tiempos se acercan cuando se oyen voces que claman por una “Gobernanza mundial” como la del Primer Ministro chino: “El primer ministro chino, Li Keqiang, dijo hoy (24 de noviembre de 2020) que China promoverá una apertura de más altos estándares, atraerá más inversión extranjera y alentará a más compañías chinas a internacionalizarse, para así lograr más resultados de ganar-ganar … China fortalecerá la cooperación con las importantes organizaciones internacionales en ámbitos más amplios y a mayor profundidad, y las apoyará para que sigan desempeñando sus roles vitales en el sistema de gobernanza mundial” (10).
Li hizo estas declaraciones en la quinta Mesa Redonda «1+6» realizada por enlace de vídeo, a la que asistieron el presidente del Grupo del Banco Mundial, David Malpass; la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva; el subdirector general de la Organización Mundial del Comercio, Alan Wolff; el director general de la Organización Internacional del Trabajo, Guy Ryder; el secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, Angel Gurría; y el presidente de la Junta de Estabilidad Financiera, Randal Quarles.
Mientras tanto, avanza rápidamente la concentración de capital en el complejo químico-farmacéutico pues la evolución del Nasdaq Biotechnology Index, creado en los años 90 y formado por 200 compañías del sector. Cotiza en máximos históricos y alcanza ya una capitalización de 1 billón de dólares. Actualmente hay más de 240 vacunas contra el coronavirus que se encuentran en desarrollo, “de las cuales diez están en las últimas etapas de prueba de la denominada fase 3, según la OMS”. Roche, Regeneron, Vir Biotechnology, GlaxoSmithKline, Celltrion Healthcare y AstraZeneca son algunas de las farmas que están trabajando en la búsqueda de la vacuna. Las noticias sobre los avances en las investigaciones tienen efecto en las cotizaciones de las compañías.
En España PharmaMar este año ha revalorizado sus acciones en un 240%. Laboratorio Rovi ha revalorizado sus acciones un 30% debido a que tiene un acuerdo con Moderna para la fabricación de la vacuna contra el covid en España y Reig Jofre está poniendo a punto una planta en Barcelona para la fabricación de la vacuna del covid-19 y sus acciones revalorizan un 70% (11).
Los virus, que hay billones de ellos en la tierra, en el aire y en el agua son partículas microscópicas de ARN o ADN inertes, sin vida propia. Pero los miles de millones de proletarios del mundo son seres con vida propia y es precisamente a ellos a los que el gran capital teme, por lo cual podemos intuir que las medidas que propagan a los cuatro vientos no están dedicadas al temor a los virus sino al temor al proletariado para evitar que puede explosionar en cualquier momento aunque no disponga, hoy por hoy, de estructura organizada a nivel global ni nacional. Todas las medidas están previstas para impedir esta necesaria reorganización obrera.
El tema de la seguridad ya se explotó con el terrorismo global a partir del 11 S. Había que estar en casa y poner alarmas, desconfiar del vecino, tener miedo, mucho miedo… Pero ese efecto se fue diluyendo. Ahora es mucho peor. Hay que temer un virus que está en las personas… en todas las personas. Hay que encerrarse y desconfiar no ya solo del vecino, sino de la propia familia. Incluso desconfiar de uno mismo, convertido en una bomba infecciosa andante, previo lavado de cerebro durante meses. La seguridad es ya efímera. Incluso los «expertos» ya decían que no se confiaran los «curados», podrían volver a «contagiarse». Que los vacunados tampoco se sintieran seguros. El «bicho» mutará y las «pandemias» serán el pan nuestro de cada día, o de cada década, valga la redundancia. La seguridad en una distopia es una seguridad temporal , a expensas de virus «terroríficos» que nos «atacarán» sin piedad.
Y entretanto, ese dictadura contra el proletariado seguirá su curso, de forma sencilla mientras estemos tan desorganizados, mirando el árbol de la pandemia sin que nos deje ver el bosque capitalista.