Reino Unido creó un equipo militar para mantener a Ucrania siempre en guerra

Importantes figuras militares de Reino Unido propusieron llevar a cabo el atentado contra el Puente de Kerch, entrenar de forma encubierta a fuerzas terroristas en la retaguardia de Rusia al estilo “Gladio” y preparar a la población británica para un descenso en el nivel de vida causado por la guerra por delegación en Ucrania.

Una camarilla de veteranos militares y de inteligencia británicos elaboraron planes para prolongar la guerra por poderes en Ucrania “a toda costa”. Convocada bajo la dirección del Ministerio de Defensa británico inmediatamente después de la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, la célula se autodenominó Proyecto Alquimia. Mientras el gobierno británico saboteaba las conversaciones de paz entre Kiev y Moscú, el equipo presentó una serie de planes “para mantener a Ucrania en guerra” imponiendo “dilemas estratégicos, costos y fricciones a Rusia”.

Tras la política británica en Ucrania hay una mano oculta que ha diseñado una guerra larga y agotadora a través de operaciones encubiertas en la retaguardia. Los planes del Proyecto Alquimia abarcan todos los campos concebibles de la guerra, desde ataques informáticos hasta “operaciones discretas” y terrorismo abierto. La célula incluso presentó un plan para perseguir y desmantelar medios de comunicación independientes a través de una campaña agresiva de acoso legal y censura en línea, para obligarles a cerrar. Los planes fueron entregados en los despachos superiores de las instituciones británicas de seguridad.

Fundado por un alto funcionario del Ministerio de Defensa británico, el Proyecto Alquimia está compuesto por militares veteranos y de inteligencia unidos por un plan de guerra total de Occidente contra Rusia. Algunos han entrenado a las tropas ucranianas en tácticas de sabotaje clandestino.

Los miembros del equipo de seguridad nacional reconocen tácitamente que sus operaciones desbordan los límites de la ley británica. Por lo tanto, sugirieron que Londres debería estar “preparado para usar la ley de manera creativa” para alcanzar sus objetivos, e incluso estar dispuesto a eliminar “las restricciones legales a las operaciones inasumibles de Reino Unido” contra Rusia.

Algunas de las recomendaciones más extremas del Proyecto Alquimia ya se han implementado, a menudo con resultados calamitosos. Incluyen la propuesta del equipo de atacar el Puente de Kerch en Crimea, que provocó una escalada rusa que incluyó ataques punitivos contra la infraestructura eléctrica de Ucrania. También planearon la construcción de un ejército secreto, al estilo Gladio, de terroristas ucranianos para llevar a cabo asesinatos y sabotajes detrás de las líneas enemigas.

El primer ministro británico, el laborista Keir Starmer, cayó bajo la influencia del Proyecto Alquimia poco después de su elección en julio, cuando abrazó con entusiasmo el papel de “primer ministro en tiempos de guerra”. Sin embargo, después de prometer que apoyaría a Ucrania “hasta donde sea necesario”, se está alejando silenciosamente de esa política. En Kiev, los ucranianos piensan que sus “amigos” de Londres los metieron en un lío y no pueden o no quieren sacarlos de él.

Para los espías que se reunieron en torno al Proyecto Alquimia, cuanto más dure la guerra por delegación, más caerá la credibilidad de Putin en el país y en el extranjero y se degradará su capacidad para luchar contra la OTAN. Hoy, la táctica del Proyecto Alquimia ha fracasado claramente, ya que Putin sigue siendo popular dentro de Rusia, mientras que un ejército ucraniano en decadencia pierde territorio día a día a pesar del constante rearme por parte de Occidente. Pero los planificadores de la guerra en Londres siguen firmemente comprometidos con la escalada, negándose a archivar sus propuestas.

Una larga saga de piratas y bucaneros

El Proyecto Alquimia se fundó por orden personal del teniente general Charlie Stickland, encargado de “planificar, ejecutar e integrar operaciones militares conjuntas y multinacionales en el extranjero dirigidas por Reino Unido” como jefe del Cuartel General Conjunto Permanente. En las comunicaciones que se han filtrado Stickland se jacta de que su familia “viene de una larga línea de piratas y bucaneros”.

Stickland convocó la primera reunión del Proyecto Alquimia el 26 de febrero de 2022, pocos días después de que las tropas rusas hicieran su incursión inicial en Ucrania. Según las actas de la reunión, “una variedad de académicos, autores, estrategas, planificadores, encuestadores, comunicadores, científicos de datos y técnicos destacados” estuvieron presentes para producir un “documento de opciones generales de estrategia”.

El documento consistía en una serie de propuestas para que el gobierno británico “derrotara a Putin en Ucrania y estableciera las condiciones para la remodelación de un orden internacional abierto del futuro”. A lo largo del documento, la necesidad de “mantener a Ucrania luchando” se describía como el “esfuerzo principal” de Londres en el conflicto.

En un correo electrónico dirigido a los oficiales británicos con fecha del 3 de marzo de 2022, Stickland describió el documento como “una travesura que he estado haciendo” con un equipo de “pensadores secundarios”. Expresó su satisfacción por el hecho de que “esto ha sido visto por todo tipo de personas”, incluidos altos funcionarios del gobierno y militares británicos, “y ha tenido buena acogida”.

Un documento que enumera a los reclutas potenciales y confirmados del Proyecto, escrito por Morris, menciona a una serie de personas del sector privado y del mundo académico, junto con altos funcionarios del ejército. Morris, que actualmente es miembro del “Centro de Gran Estrategia” del King’s College, figura en el documento como “cabecilla civil”. El de “cabecilla militar” lo desempeñaría Simon Scott, un brigadier del ejército, distinguido en 2013 por sus “valientes servicios” en Afganistán.

Las operaciones de información estarían a cargo de un miembro aún por determinar de la 77 Brigada de Operaciones Psicológicas de Gran Bretaña. También figuraba como participante en las operaciones de información el veterano agente británico de guerra psicológica Amil Khan, fundador de la empresa de análisis de “contradesinformación” Valent Projects.

En 2021 el entonces Príncipe de Gales, el rey Carlos de Inglaterra, reclutó a los Valent Projects de Khan para que un influencer de YouTube atacara a los escépticos de la pandemia. Anteriormente, Khan participó en el programa del Ministerio de Asuntos Exteriores de Reino Unido para fomentar el cambio de régimen en Siria.

Un golpe palaciego en el Kremlin y luego un Plan Marshall para Rusia

Dentro de la sala de guerra encubierta del Proyecto Alquimia, la obsesión por una guerra larga se apoderó rápidamente de los miembros de la célula, que se inspiraron en un documento de políticas que Stickland atribuyó a “The Elders”, a los que describió como “un grupo de actores de Fusion”, refiriéndose al estrato de académicos y figuras de la industria de defensa con fuertes vínculos con el ejército británico.

Un documento de Alquimia redactado bajo la supervisión de Stickland y titulado “El próximo capítulo de Ucrania: documento de opciones de la gran estrategia de los ancianos”, sugiere que los miembros de la camarilla se habían convencido a sí mismos de que era inevitable un “golpe palaciego” dentro del Kremlin. Mientras Rusia tuviera problemas en Ucrania, creían, la inteligencia británica tendría “la oportunidad de desafiar” la “creciente estatura de Moscú como actor internacional competente” en la escena mundial.

“Una guerra prolongada contra un estado pequeño hace que [Putin] parezca un tonto”, afirmaba el documento. “Está obsesionado con el fin de Gadafi; querrá evitarlo […] La presión de los oligarcas aumentará a medida que se alargue una guerra prolongada; no querrá darles excusas para amenazar su autoridad”. El equipo razonó que “una guerra prolongada afectará la credibilidad internacional [de Putin]”, ya que “un fracaso en derrotar rápidamente a Ucrania reducirá seriamente […] su credibilidad ante nuevos amigos ricos en Bielorrusia, Hungría, China, India, Oriente Medio, Brasil, etc.”

“Lo más importante”, la prolongada participación rusa en Ucrania “envalentonará a la OTAN”, argumenta la camarilla. Convencidos de que Putin fracasaría en la región oriental del Donbas, lo que provocaría un colapso de su gobierno, los miembros del Proyecto Alquimia fantasearon abiertamente con absorber a Rusia en el orden financiero dominado por Occidente después bajo el disfraz de un “Plan Marshall post Putin”. De particular interés fue el “reencuentro” de Londres con Moscú “en los mercados mundiales de energía y materias primas”, una aparente referencia al deseo de Occidente de gas y trigo rusos baratos.

Una Operación Gladio para Ucrania

Para lograr la balcanización de Rusia, los miembros del Proyecto Alquimia se inspiraron en la Operación Gladio, una operación encubierta orquestada por la CIA y la OTAN que vio a paramilitares fascistas llevar a cabo ataques terroristas de falsa bandera en toda Europa Occidental después de la Segunda Guerra Mundial en un intento de evitar que el comunismo echara raíces.

Una sección que detalla las posibles “operaciones discretas” en el documento de estrategia del Proyecto Alquimia, enfatiza la “necesidad de intervenir en todos los sentidos excepto el oficial” y recomienda explícitamente “manuales de permanencia en Gladio/panfletos partisanos” que se actualizarían para la Era de la Información”.

Otro punto que el Proyecto Alquimia propuso fue desplegar tropas mercenarias “para desbancar a Wagner”. El objetivo era crear un contrapeso británico para la fuerza fundada por Prigozhin. El objetivo requería la formulación de “una nueva doctrina, concepto operativo y marco legal, para integrar eficazmente” a los mercenarios y otros actores no militares. Según estas directrices, se emplearían empresas privadas británicas capaces de utilizar “armamento sofisticado como SAMS, informático, aire de combate y drones” para “operar, entrenar y acompañar a las formaciones ucranianas”.

Se pretendía que todas estas operaciones fueran “patrocinadas y comandadas” en última instancia por el gobierno de Londres “utilizando una cobertura discreta” para no activar el artículo 5 de los estatutos de la OTAN.

Tras la elaboración de su documento estratégico, Stickland invitó a su equipo de “pensadores colaterales” a presentar más propuestas para operaciones de estilo Gladio. Entre las que se elaboraron había una para “inhabilitar el puente de Kerch de una manera audaz e interrumpir el acceso por carretera y ferrocarril a Crimea y el acceso marítimo al Mar de Azov”.

El Proyecto Alquimia también elaboró una presentación en PowerPoint titulada “Entrenamiento de una fuerza de comando ucraniana para restaurar la soberanía marítima”, que describía la formación de una fuerza de comando ucraniana de 1.000 efectivos “entrenada en Gran Bretaña por veteranos militares equipados con equipo británico” para “degradar la Armada rusa y abrir otro flanco en la lucha por Jerson y el sur de Ucrania”.

El equipo estuvo trabajando en el plan durante al menos tres meses en el momento de la presentación. “Los ucranianos en el extranjero y los voluntarios dentro de Ucrania” ya habían sido reclutados, antes de las 12 semanas de entrenamiento básico “en el uso de todas las armas de las tropas, incluidos morteros, misiles antitanque, francotiradores, asaltos desde acantilados, entrenamiento con pequeñas embarcaciones y demoliciones”, decía la propuesta.

El plan preveía la integración formal de los comandos en la Armada ucraniana. La futura fuerza “será un multiplicador de fuerza y ​​muy móvil”, mientras que la “anticuada doctrina rusa tendrá dificultades con una fuerza naval altamente motivada y bien equipada que lleve a cabo operaciones relámpago y ataques contra Crimea”.

Además, “individuos que hablen ruso con fluidez y sean considerados aptos para operaciones encubiertas”, incluidas “operadoras femeninas”, serían “introducidas en el sur de Ucrania ocupada y Crimea para la recopilación de inteligencia y el sabotaje de objetivos clave de infraestructura”. Serían entrenados por oficiales del MI6. Para ello, el Proyecto Alquimia pidió al gobierno británico un total de 73,5 millones de libras. “El programa está en un alto estado de preparación. Estamos listos para empezar”, dijeron.

La suma debía ser pagada a Elders Services, una empresa fundada por los miembros del equipo y registrada en una dirección a sólo 24 kilómetros de Fort Monckton, que el ex oficial del MI6 Richard Tomlinson describió como “el centro de entrenamiento de operaciones de campo del SIS”.

Se desconoce cuánto dinero recibió, si es que recibió alguno, la empresa por reeditar la Operación Gladio en Ucrania. Elders Services cerró en marzo del año pasado después de menos de un año de funcionamiento, sin presentar la contabilidad.

Los espías británicos contra los medios díscolos

En Proyecto Alquimia había una sensación de que la hegemonía occidental se estaba desmoronando en las fronteras que separaban a Ucrania de Rusia. En referencia a la alianza Brics, que se reunió en Kazán en octubre para desafiar el orden financiero dominado por Estados Unidos, instaron a los dirigentes británicos a “prepararse para SWIFT II”, ya que SWIFT “iba a ser destruido” por las sanciones antirrusas de Occidente, “lenta, pero inevitablemente”.

Según el equipo, los países de todo el mundo “verían la necesidad de un medio alternativo no estadounidense” para estacionar de manera segura su efectivo y comerciar. En una rara muestra de sobriedad política, los espías británicos predijeron que las sanciones a Rusia combinadas con la guerra en Ucrania impondrían precios más altos a los bienes de consumo y “golpearían a los votantes británicos en el bolsillo”.

Eso es “una amenaza al apoyo público” a la “línea dura” del gobierno británico sobre Ucrania, advirtieron. “La opinión pública interna de Reino Unido” se “hartaría” de pagar más por los bienes de consumo diario, lo que significa que “crecería la presión para un compromiso”.

Para preparar a la población británica para la tormenta que se avecina, el Proyecto Alquimia propuso lo que describieron de forma insulsa como “operaciones de información”, pero que podrían describirse con mayor precisión como una mezcla de propaganda pública interior y ataques malignos a medios de comunicación disruptivos.

La tarea que describieron no solo incluía desmantelar la “infraestructura de desinformación rusa” presionando a las redes sociales para que prohibieran RT y Sputnik, sino también apuntar a medios independientes críticos. “Se pueden emprender varias acciones contra estos medios. La más obvia es legal, ya que el contenido de estos medios de comunicación a menudo contraviene la ley de medios en Reino Unido, Estados Unidos y la Unión Europea”, dijeron los planificadores.

“Las partes agraviadas actualmente tienden a ignorar la difamación/libelo de estos medios. Si los persiguieran agresivamente, es probable que se vieran obligados a cerrar”.

Afirmaban que hasta ahora Grayzone había logrado ocultar su financiación, lo que sugiere que el medio está financiado de forma encubierta por Rusia o algún otro estado enemigo. Las fantasías paranoicas de la inteligencia británica pueden explicar que la policía antiterrorista británica interrogara a uno de los periodistas, Kit Klarenberg, sobre el tema cuando lo detuvieron en el Aeropuerto Internacional de Luton en mayo del año pasado.

Colocar al ejército británico al frente de la guerra contra Rusia

Además de desempeñar un papel destacado en la manipulación de los medios, el Proyecto Alquimia buscó colocar a los peones del ejército británico al frente del Tribunal Penal Internacional para investigar y procesar al gobierno ruso por presuntos crímenes de guerra en Ucrania.

Londres debía crear “condiciones internacionales, mecanismos de recopilación y financiación para la recopilación de datos y pruebas” en la guerra por delegación, y brindar “todo el apoyo posible, incluida la inteligencia” al Tribunal “en sus esfuerzos por investigar los crímenes de guerra”, tal como lo hicieron los espías británicos para el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY).

Aunque no se los nombra en el documento, desde entonces abogados británicos de alto perfil, incluida Amal Clooney (*), están a la vanguardia de los esfuerzos para procesar a funcionarios rusos por crímenes de guerra y establecer un análogo del TPIY. El gobierno británico jugó un papel fundamental en el nombramiento del mentor de Amal Clooney, Karim Khan, como fiscal del Tribunal Penal Internacional.

Las provocadoras propuestas del Proyecto Alquimia parecen haber llegado al escritorio del primer ministro Keir Starmer de alguna forma. En la cumbre del 75 Aniversario de la OTAN, Starmer emitió un respaldo sin concesiones a los ataques profundos del ejército ucraniano contra Rusia. Haciéndose eco del lenguaje agresivo que se encuentra en los documentos del Proyecto Alquimia, se comprometió a “entregar 3.000 millones de libras esterlinas en apoyo a Ucrania cada año […] durante el tiempo que sea necesario”.

Pero a medida que la ofensiva del ejército ucraniano en la región rusa de Kursk flaquea, el gobierno de Biden se ha distanciado de los llamamientos a atacar el corazón de Rusia. Afortunadamente para los dirigentes británicos, empeñados en llevar la lucha hasta Moscú, el Proyecto Alquimia ha garantizado que siga teniendo a mano una serie de opciones no oficiales.

Como señaló en su documento de estrategia, “Reino Unido siempre busca actuar multilateralmente, pero está dispuesto a asumir una dirección unilateral cuando lograr un consenso multilateral pueda resultar una tarea que lleve mucho tiempo o resulte difícil”. Entre los patrocinadores encubiertos de la guerra, que se encontraban atrincherados a más de 1.600 kilómetros de las líneas del frente, había un acuerdo firme: “Debemos intentar a toda costa que Ucrania siga luchando”.

—Kit Klarenberg https://thegrayzone.com/2024/11/16/uk-plot-keep-ukraine-fighting/

(*) Amal Clooney es la esposa del conocido actor de Hollywod

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