Alguna vez hablamos de la «farandulización» de la política, una suerte de frivolización de la corrupción que lo mismo trata, simultáneamente, de hacer que parezca «normal» esta práctica que servir de válvula de escape a las iras populares encerrando y sacrificando, no por mucho tiempo, que la cárcel no está pensada para los lores, a algún chivo expiatorio de los de su clase, léase Mario Conde, quien, por cierto, no está en las listas de los célebres Papeles de Panamá. Es en estos últimos donde aparecen, como decimos, famosillos tipo Imanol Arias, Almodóvar, Messi, Vargas Llosa, Bertín Orborne, Soria, Pilar de Borbón y Borbón y Borbón y Borbón, etc. Se quiere con ello, con esta calculada destilación de alquitara con probetas de alquimia, que el personal -el «público»– exclame, ya decimos, un oooohhhhhhhhhhhhh de qué me dices, no fastidies, no puede ser, ¿también este?, qué horror, qué país… como si de un programa de televisión-basura del hígado y lo cardíaco se tratara.
Y tenemos para nosotros que, no solamente no se consigue ese efecto «espectacular», sino que, al contrario, mostrar a fulano, zutano o perengano ¡¡¡no constituye ninguna sorpresa para ese «espectador» en que quieren convertir los mass media cloroformizadores a la gente, al «público»!! Un público que, lejos de pasmarse con ese oohhhh, viene a decir un «no me extraña… viniendo y tratándose de esa clase de gente», es decir, de ricos y famosos. O sea, que no hay «efecto sorpresa», al revés, nadie se extraña, pues lo intuye, lo supone o imagina de alguna manera. Instinto se llama eso.
Si al menos hubiera una sana intención iconoclasta del estilo de decir, miren ustedes, estos que admiran son unos vulgares chorizos, la cosa tendría un pase, pero nos tememos que son otras las subterráneas intenciones de estos «leakings» (filtraciones) para tapar a los grandes ¡y anónimos! blanqueadores y evasores de capitales a quienes los Estados Unidos se ofrece, como imperio decadente, a guardar los tesoros de los piratas modernos compitiendo con Suiza y eliminando rivales menores. Decir, revelar sus nombres o sus siglas, las de los verdaderos traficantes de drogas, armas, etc. no es «espectacular» ni tiene morbo. No es lo mismo llamarte John Smith (Juan López) que Imanol Arias.
Buenos días.