Psicopatología trotskista de la Guerra de Siria

La versión que dan los imperialistas de la Guerra de Siria es que está protagonizada por unos “rebeldes” que quieren derrocar a un gobierno dictatorial. Como buenos secuaces suyos, los trotskistas no sólo dicen eso mismo sino que tienen que ir más allá: no sólo hablan de “rebeldes” sino de “revolucionarios”.

En sus escritos logran crear un mundo propio que los demás mortales no somos capaces de ver. La Revolución Siria no es cualquier cosa sino “una de las revoluciones más dramáticas y profundas de las últimas décadas […] La revolución siria es uno de los procesos más profundos de los últimos años. Protestas masivas, comités locales que cumplieron el papel de organismos de doble poder, crisis y división de las fuerzas armadas, guerra civil”(1).

Es una versión mejorada de 1917, los soviets y el asalto al Palacio de Invierno. En Siria no hay tanques ni misiles sino masas en acción. Es una Revolución callejera que no tiene nombres ni apellidos. Absolutamente anónima. En ella no hay nada reconocible; no hay partidos, ni siglas, ni programas, ni estrategia, ni personas que podamos identificar en una foto.

Corriente Roja equipara la Revolución Siria con la guerrilla en América Latina o la lucha contra el apartheid en Sudáfrica (2).


Los de “Socialist Worker” aseguran que el Califato Islámico no surgió para luchar contra Assad, como parece, “sino contra los revolucionarios”(3).

Por lo tanto, los bandos que a diario combaten, no son tales; ni siquiera son dos porque ambos, Bashar Al-Assad y el Califato Islámico, están de acuerdo: ambos son contrarrevolucionarios, ambos son las “fuerzas combinadas de la contrarrevolución”.

Sin embargo, el gobierno de Al-Assad es aún peor que los yihadistas: “El régimen de Assad, no ISIS, ha matado a la gran mayoría de las 470.000 personas que han perdido sus vidas desde 2011”.

Lo mismo que los imperialistas, los trotskistas también creen que existe una oposición moderada o pacífica, que algunos de ellos, como “Socialist Worker”, identifican con el fantasmagórico “ejército sirio libre”.

Dicho “ejército” no sólo no es una organización yihadista, a pesar de lo que declaró desde el primer momento su fundador y máximo dirigente, el coronel Riyad Al-Assad, cuando afirmó que Al-Qaeda son “nuestros hermanos en el islam”(4).


Por arte de magia los trotskistas lo reconvierten en un movimiento revolucionario: “Las milicias [del ejército sirio libre] expandieron el territorio liberado, dirigido en parte por los Comités de Coordinación Local. Estos no sólo ayudaron a organizar la revolución, sino además han sustituido al Estado en retirada, administrando hospitales, escuelas, recolección de basura e incluso elecciones”.

El resto del mundo no es capaz de entender ese tipo de explicaciones y se posiciona en contra de las masas insurrectas, como es normal. Son contrarrevolucionarios y entre ellos están, como no podía ser de otra forma, los estalinistas (dice Corriente Roja) y los castro-chavistas (dice LIT-CI).

Notas:

(1) http://litci.org/es/mundo/medio-oriente/siria/cinco-anos-de-la-revolucion-siria-el-pueblo-quiere-la-caida-del-regimen/
(2) http://www.corrienteroja.net/la-izquierda-entre-la-revolucion-siria-y-al-assad/
(3) http://socialistworker.org/2016/03/14/siria-la-revoluci%C3%B3n-en-las-calles
(4) http://www.longwarjournal.org/archives/2013/03/free_syrian_army_com.php

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