En estos días se vine hablando mucho de John Mainard Keynes, un economista británico que falleció en 1946, y que tuvo una enorme influencia en todo el pensamiento económico de occidente, y cuyas recetas fueron aplicadas con éxito en la Europa y en los EEUU después de la grave crisis de 1929, que arrasó las economías del mundo entero.
Vaya por delante que no creo que las crisis sean un accidente o un fenómeno meteorológico imposible de controlar. Creo más bien que las crisis cíclicas que sufre el capitalismo son una obra humana, y que se desatan en forma oportuna cada vez que el propio capitalismo lo necesita, y que son una manera de volver a barajar los naipes y dar otra vez el juego. Son, en buen romance, empezar un nuevo reparto de la tarta.
Keynes no lo vio así y aconsejó invertir enormes cantidades de dinero, y hasta regalarlo para que la gente lo gastara y de esa manera poner en marcha otra vez la rueda. Decía que ese dinero gastado volvería al circuito financiero y en definitiva a los bancos.
Y dentro de su lógica capitalista no se equivocaba. Estas políticas expansivas recetadas dieron resultado tanto en Inglaterra como en Estados Unidos. Franklin Roosevelt, el único norteamericano elegido presidente cuatro veces, aplicó con éxito esas políticas. Obviamente la estúpida derecha lo criticó mucho, pero todo salió adelante, y los grandes capitalistas volvieron a ganar dinero a espuertas, y se empezó a hablar del estado del bienestar.
En estos momentos se habla también de un nuevo plan Marshall, con una lluvia de miles de millones de euros para movilizar la economía. Pero se olvida que la Unión Europea practica una política timorata, y el Banco Central Europeo se resiste a las políticas expansivas.
Si nos ceñimos a España, veremos que España ha cedido soberanía a la UE, y que no puede emitir moneda, cosa que Inglaterra y EEUU sí pueden hacer, y veremos cómo van a salir de esta situación simplemente emitiendo miles de millones de dólares y de libras esterlinas. No tendrán límite para ello, y España solo podrá endeudarse hasta donde le dejen la UE y el Banco Central Europeo.
Además de todo ello, nuestra derecha local, corta de miras, sanchopancista y acostumbrada a que el Estado franquista la sacara del bache, seguramente se opondrá con el argumento torpe de ¡cómo vamos a regalar dinero! ¡Estúpidos, regalen dinero para que vuestros negocios se levanten, para que se compre mucho, para que se fabrique mucho, para que haya mucha demanda!
Teniendo en cuenta todos estos factores, vaticino que en España las políticas keynesianas no se aplicarán en su totalidad, y como siempre nos quedaremos cortos.