La OTAN ha cruzado deliberadamente todas las líneas rojas para provocar una reacción de Moscú. Ha convertido a Ucrania en un saco de boxeo para poner a prueba la fuerza militar de Rusia. Se suponía que Ucrania sería el tercer miembro más poderoso de la OTAN, en caso de incorporación, pero ha convertido en un vertedero del equipamiento militar occidental.
En la OTAN hay otros candidatos a cumplir el papel que Ucrania no ha podido, como Polonia. La semana pasada el jefe del Estado Mayor del ejército polaco, el general Wieslaw Kukula, pidió al gobierno que preparara las tropas para una “guerra a gran escala”.
El ejército polaco no se debería centrar en una guerra asimétrica, sino en un choque frontal con un adversario, que no mencionó, pero que todo el mundo conoce: Rusia.
Hace años que el ejército polaco está llevando a cabo una escalada militar en la frontera con Bielorrusia, el aliado más cercano de Rusia y miembro de prácticamente todas las organizaciones multipolares internacionales, como la propia Rusia, incluidas la OTSC y la OCS (Organización de Cooperación de Shanghai).
El general polaco habló en una rueda de prensa acompañado del viceministro de Defensa Pawel Bejda, quien dijo que en agosto el número de tropas que custodian la frontera oriental con Bielorrusia se incrementará a 8.000 efectivos desde los 6.000 actuales, con una retaguardia adicional de 9.000 capaces de montarse en un plazo de 48 horas.
Minsk y Moscú forman parte del Estado de la Unión. Aunque de facto todavía no se ha implementado, esa institución supranacional postsoviética brinda seguridad a ambos países frente a amenazas externas. Rusia ha advertido repetidamente que atacar a Bielorrusia supone atacar a la propia Rusia.
A partir del año que viene el gobierno polaco gastará en la guerra el 5 por cien de su PIB, mucho más de lo que exige la OTAN. En aproximadamente 10 años el presupuesto de defensa polaco habrá aumentado un 95 por cien, lo que convierte a su ejército en uno de los más dotados del continente europeo.
Polonia está invirtiendo miles de millones en construir defensas, particularmente a lo largo de la frontera con Bielorrusia y Rusia.
También ha aumentado el número de tropas, una tendencia que es completamente opuesta a lo que está sucediendo en la gran mayoría de los demás países miembros de la OTAN. El tamaño actual del ejército polaco se estima en 190.000 soldados, pero el gobierno quiere que crezca hasta 300.000 en los próximos años. Una expansión tan masiva también indica que Varsovia se prepara para “algo grande”.
El último acuerdo entre Polonia y Ucrania permitirá a Varsovia apuntar a los misiles rusos, convirtiendo a Polonia, y por lo tanto a la OTAN, en parte beligerante de la Guerra de Ucrania.
En Varsovia deben saber que Bielorrusia puede utilizar las armas nucleares rusas estacionadas en el país en caso de agresión extranjera. Polonia no debería permitir que sus altos oficiales militares hablen tan descaradamente de los preparativos para una “guerra total”.
Desde luego que tampoco debería derribar los misiles rusos que circulan por el espacio aéreo ucraniano.
El ejército francés no puede participar en una guerra de alta intensidad
Recientemente Macron planteó la posibilidad de enviar tropas a Ucrania, lo que provocó fuertes reacciones en todo el mundo. Sin embargo, unas declaraciones tan bélicistas no están en sintonía con la realidad del ejército francés, dice el coronel Guillaume Ancel (*).
“Hoy no tenemos un ejército capaz de luchar en las condiciones de Ucrania”, afirma. El ejército francés se ha ido transformando progresivamente en una “fuerza expedicionaria superligera”, adaptada a intervenciones puntuales en teatros de operaciones lejanos, pero mal equipada para una guerra prolongada e intensa en Europa.
El antiguo oficial señala la evidente falta de equipo pesado y municiones. Se refiere a las alarmantes declaraciones del Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, Thierry Burkhard, que declaró ante los parlamentarios: “Si quisiéramos involucrarnos en una guerra como la de Ucrania, tendríamos 15 días de municiones”.
La escasez se explica por las decisiones estratégicas erróneas tomadas tras el fin de la Guerra Fría. La profesionalización del ejército, con el fin del servicio militar en 1997 permitió constituir una fuerza de élite, pero a costa de una reducción drástica de su número y de una especialización excesiva. “Formamos un ejército de élite, pasando de 600.000 hombres a 200.000 soldados”, explica Ancel. Esta elección provocó el cierre de numerosas bases y el abandono de determinadas fuerzas, en particular en el ámbito del combate blindado mecanizado.
El coronel pide un cambio de paradigma. Recomienda la adquisición de tanques modernos, como el Leopard II, utilizado por varios países europeos. Para él, es necesaria una defensa europea coordinada y bien equipada para afrontar los desafíos actuales.
Aunque Macron anunció un aumento significativo del presupuesto de guerra, Ancel cree que estas inversiones no serán suficientes si no van acompañadas de una profunda revisión del modelo de ejército.
En un momento en que las tensiones internacionales están aumentando, Francia se enfrenta a un gran desafío: modernizar rápidamente su ejército para adaptarlas a un mundo donde la guerra convencional, lejos de haber desaparecido, parece volver.
(*) https://www.lunion.fr/id621137/article/2024-07-14/entretien-guillaume-ancel-ancien-lieutenant-colonel-nous-navons-pas-aujourdhui