Piqué o cómo me la maravillaría yo

B.

Alguno, quizá, de nuestros miles y miles de lectores se preguntará qué hacemos hablando de asuntos deportivos en un blog tan riguroso como éste. La respuesta es que no separamos «deporte» por un lado, y «política» por otro, como hace la hipócrita burguesía cuando le conviene, siendo que entendemos que todo es «política» y, por lo tanto, nada humano nos es ajeno, que decía el clásico (Terencio, creo, y frase que gustaba mucho a Marx).

El vamos a llamar «caso Piqué» ofrece muchas aristas, pero nos detendremos brevemente en unas pocas dando por hecho que el lector limaría mejor esas aristas con observaciones más precisas. Lo primero que hay que decir es que Piqué (cuyo segundo apellido es Bernabeu, lo que tiene alguna guasa) es catalán, culé y antimadridista, es decir, ejerce y no lo oculta. Lo segundo es que lleva años jugando en el combinado estatal de fútbol o selección nacional española (nos negamos a llamarla «La Roja» pues este título corresponde legítima y originalmente al seleccionado chileno). Sus declaraciones han sido polémicas lo que, en principio, no tenían por qué serlas por aquello de la libertad de expresiön, pero han sido infladas por la prensa y medios de comunicación deportivos amarillistas -a excepción de los catalanes, más senys– para inflamar  el hooliganismo más irracional y fascista de la hinchada española alienada que le pita e insulta cuando juega con los colores de «España» una, grande y libre, como decían los falangistas. Hay otro segmento que cree que Piqué no debería jugar en las filas españolas porque entiende que el jugador no «siente» la camiseta nacional como, por ejemplo, un alucinado -cuando suena el himno (sin letra) español- Sergio Ramos, o Camacho o Juanito en su día, y, por lo tanto, ve en el catalán una ambigüedad que les repele, otrosí: no le quieren. Estos son más civilizados y hasta tienen una percepción lógica, léase coherente en alguna forma. Luego están los que ni fú ni fá y, si encima mete goles el Piqué este de los cojones, pues mira qué bien.

Tampoco lo tiene muy bien Piqué entre, vale decir, «los suyos», esto es, los catalanes, pues los más «puristas», digamos, los más consecuentes, le reprochan que si blasona de barcelonismo, ergo: catalanismo, ¿qué coño pinta defendiendo los colores de España? Oleguer Presas se negó y el gallego Nacho, hace un tiempo, con Clemente, también. Ni el franquista Luis Aragonés ni el peneuvista Javier Clemente les pusieron ninguna pega en absoluto (si te llaman tienes obligación de ir o te multan). Piqué no ayuda a responder a esa pregunta con sus declaraciones anfibológicas que se prestan a interpretaciones varias, esto es, a las especulaciones.  Por ejemplo cuando dice que él ve posible «ser independentista y poder jugar en las filas españolas», lo que -añade y recalca dos veces- «no es mi caso» o cómo me la maravillaría yo. Y esto no es serio. Y menos tal y como está la situación en su tierra, en Catalunya. No se puede ser ambiguo, como hace Piqué jugando como un crío que parece divertirse con la que lía y está cayendo. La agudización de los acontecimientos en Catalunya, sobre todo en Barcelona, obliga o bien a pronunciarse, lo que no hará el cobarde gremio futbolista, o bien a decantarse claramente y sin disfraces, como ha hecho, por ejemplo, Guardiola, pero no «fer la puta i la Ramoneta», esto es, marear la perdiz confundiendo al personal.

Si no evidente, parece que Piqué es independentista -y así lo perciben hooligans fanáticos y civilizados españoles-, pero no su familia paterna, lo cual le condiciona, pero esto es pura suposición que no lleva a ninguna parte, de modo que concluimos dos cosas de este apasionante caso que intriga a la humanidad entera sin dejarla dormir: el «caso Piqué» demuestra, en la variante futbolera, que Catalunya no es España, no hay más que ver el tratamiento que se le da, y, en segundo lugar, que en vista de que Piqué va a recibir palos de ambos lados, no puede quedar en medio, que es justo lo que ha hecho. Claro que estos lujos se lo pueden permitir los gladiadores de estos tiempos.

Ubusuku Obuhle (buenas noches en zulú).

Sayonara.

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