No hay nada, a veces, como el despecho y el rencor para decir las verdades que, en ocasiones y circunstancias otras, no se dirían, o callarían o guardarían para mejor ocasión. Sobre la unión entre Podemos e Izquierda Unida que ha dado a luz «Unidos-Podemos», entre los cachorros Garzón e Iglesias, monta tanto, tanto monta, se ha dicho que lo que menos les importa es la ideología o los principios, como si los tuvieran, que la poltrona y el escaño, su reparto, y, en ultima instancia -o primera, depende-, vivir apaciblemente de este invento que llaman «democracia» (y no lo es) con el label, encima, vaya morro, de ser de «izquierdas». De todo esto, digo, con ser cierto, me quedo con el despechado y desdeñoso Gaspar Llamazares, excoordinador general de IU, ahora tertuliano, cuando vio en esa «fusión» una pura «absorción» y no una «unión», una fagocitación que convertiría a IU en una «Marea más» (sic). Es cierto, por más que los interesados -garzonitas y pablistas- digan logomaquias y hagan circunloquios y nieguen esos trapicheos de bazar en la Plaza Zocodover de Toledo. O en Lavapiés.
También se puede decir -o coincidir- lo mismo, pero sin despecho ni con bilis negra. No es el caso de Gaspar.
Buenos días.