Un hombre entregado a una causa y a una «famélica legión», como pocos, como muy pocos. Ya en Triano, un barrio minero de La Arboleda, donde «La Pasionaria», antes de que la llamaran así, era cantinera de los mineros, le llamaban «santo» a Solabarria donde entonces fungía de párroco antes de «des-sotanarse» viendo en qué miserables condiciones se trabajaba.
En 1982, año del triunfo electoral del venal y felón Felipe González, elecciones en las que Periko salió parlamentario por Herri Batasuna a las Cortes españolas, dijo en un mitin en San Sebastián: «Que me oigan bien: quienes secuestran a los Lipperheide, Ybarra (*), etc., están limpiando de maleantes e indeseables, no sólo las tierras de Euskadi, sino también las de Andalucía. Gora ETA militarra!»
Le metieron a juicio, uno más.
Un imprescindible, que diría Brecht.
(*) Oligarcas vascos.
Yo hago un llamado a que pensemos en organizar una asamblea audio-visual universal constituyente (por todas y cada una de las localidades españolas, europeas y demás naciones en las que se pueda intentar) y a mantener canales de comunicación mediante los que interaccionar el mundo en pleno. Lo considero un derecho que hay que defender como si es con la vida. Nadie nos va a resolver nada si no lo *imponemos* nosotros. Y si no somos capaces de imponernos, a seguir tragando y resignarse "los angelitos" si siguen pintando bastos.
– Me podría equiparar a Periko Solabarria: al que desde aquí rindo reconocimiento como a ente afín realmente popular, pero más astuto y mejor guía yo. Pues eso que aquí mencionáis como suyo fue un gesto, en cuanto que lo mío es la única alternativa posible al sistema capitalista, en la que se prevé todo a efectos de escindir la historia de forma efectiva: Con la alternativa de la única iglesia que procede, un nuevo calendario de festividades luminosas, ciudades sostenibles para la vida (para un ocio festivo y saludable, abastecidos por un agro en derredor que mediante la necesaria reforma agraria nos proporcione por métodos biológicos tradicionales los alimentos realmente necesarios a la salud, en un mundo sin armas bélicas, etc.).
– ¿Qué os parece si hablamos? Es algo que me encantaría hacer ya desde que me imaginé a mis sucesores en la asamblea debidamente habilitada para protegerse de las inclemencias climatológicas (sol, lluvia, viento, frío o calor) y atendidos por restauradores gastronómicos de alta y futura escuela para la salud. O en el estadio o teatro disfrutando de bellas confrontaciones artísticas o deportivas de todo tipo y cabe sin duda que de mejor forma en que se hizo en la época clásica. Claro que para ello habría que quemar o barrer con la ingente basura que contra nosotros se produjo por el sistema capitalista, aduciendo por ejemplo al modo de Diego de Landa (obispo español): «Hallámosles a esta gente gran número de libros… y porque no tenían cosa en que no hubiese superstición y falsedades del demonio, se los quemamos todos». Desde ese momento, los hijos de aquella tierra pelean por su libertad, su identidad y su dignidad: ¿Por qué no también nosotros, queriendo para ello los medios?