Ahí tienen Ustedes dos paradojas en el mismo paquete: el interior en el exterior y a un fundamentalista (cristiano) como Fernández luchando contra el fundamentalismo (islámico).
No se si lo saben, pero les contaremos que el señor ministro del Interior descubrió a dios mientras apostaba al bacarrá en un casino de Las Vegas. Lo ha contado él mismo: en medio de las máquinas tragaperras, los naipes y la ruleta, se le apareció el Espíritu Santo en forma de póker de ases y desde entonces se afilió al Opus Dei, que no es más que una secta cristiana.
En Niamey nuestro ministro fundamentalista anunció que su gobierno ha aprobado un crédito de 10 millones para luchar contra el fundamentalismo que, en su opinión, hará más “eficaz aún si cabe”, el combate contra este fenómeno en España.
No podemos estar de acuerdo con el señor ministro. Aquí nosotros creemos que lo más eficaz en la lucha contra el fundamentalismo es que no la dirija un fundamentalista como él.
Pero prosigamos, porque en su discurso africano el ministro mete al PSOE en el agujero cuando les recuerda que el pacto antiyihadista firmado por el gobierno, el PP y el PSOE establece la necesidad de dotar con los recursos necesarios a los medios de los que dispone el Estado para luchar contra el yihadismo. Por lo visto, hasta ahora esos medios eran muy escasos.
El crédito, dijo el ministro, permitirá recursos humanos y, sobre todo, tecnológicos de última generación “para ser especialmente eficaces ante la amenaza terrorista” que afecta a los que no comparten “lo que desean esos bárbaros del Daesh [Califato Islámico] o sus distintas filiales de Al Qaeda”.
El ministro subraya que ya se han desplazado “capacidades”, es decir, policías especializados en la lucha contra ETA a las unidades dedicadas a combatir el terrorismo yihadista.
Ahora, con este crédito de 10 millones, podremos ser aún más eficaces, apostilló el ministro, antes de señalar que esta medida demuestra “con obras, y no solo con palabras, que el gobierno prioriza la lucha contra el yihadismo en la medida en que atenta frontalmente contra el modelo de convivencia”.
Eso lo dice alguien, como nuestro ministro, que representó al gobierno español en el entierro del antiguo primer ministro israelí, Ariel Sharon, probablemente uno de los criminales más sanguinarios que ha conocido el mundo en su época moderna. ¿No era un terrorista Sharon?, ¿no era un fundamentalista judío?
Pero Jorge sólo ve la paja en el ojo ajeno. Es un ministro tan religiosamente fanático que llegó al ridículo cuando el año pasado, durante la Semana Santa, condecoró a la Virgen del Amor con una medalla de Oro al Mérito Policial. ¿Algún otro ministro islámico ha cometido tamaña estupidez en el mundo?, ¿alguien conoce algún caso de esta naturaleza a lo largo de la historia?
El ministro del Interior firmó la orden de concesión de la medalla y el secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, puso sobre las tetas virginales el reconocimiento de la mayor categoría que concede la policía en un acto que se celebró en la Plaza de la Merced de Málaga. En un comunicado oficial, el Ministerio dijo que compartía con la Virgen del Amor importantes valores patriótico-religiosos en torno a la porra, la pistola y las esposas.
Fue un acto policiaco al máximo nivel. También presidió la aberrante ceremonia el Director General de la Policía, Ignacio Cosidó, quien en su discurso pidió a la Virgen que cobijara a todos los policías bajo su manto. La policía mantiene con la cofradía de la Virgen del Amor una relación que no es lésbica pero sí corporal: el Cuerpo Nacional de Policía es Hermano Mayor Numerario de la cofradía desde 1938, es decir, desde que Málaga se liberó a la apestosa Segunda República.
El panorama está bien claro: la lucha contra el fundamentalismo está en manos de los fundamentalistas, o dicho de otra manera, los fundamentalistas se pelean entre ellos.