Los disturbios más violentos
suceden a diario:
la miseria, la explotación,
las guerras imperialistas, la represión…
Y los hipócritas que no condenan
esa criminal violencia opresora
condenan furiosos y veloces la autodefensa.
Ahora, desde su cómoda falta de empatía,
se escandalizan por los altercados
tras el terrorismo de mi encarcelamiento,
pero no lo hacen cuando nos impiden
hasta usar la palabra
para denunciar sus crímenes y torturas.
Impidieron ellos la vía pacífica
y encima nos llaman violentos
por no aplaudir cuando nos golpean.
Odiamos sus violentas injusticias
con las que se enriquecen,
así que nosotros somos los verdaderos antidisturbios
porque cuando con lucha conquistemos vidas dignas
se acabarán sus disturbios genocidas
y los disturbios que responden a estos.