En la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Rumania, el candidato Calin Georgescu, crítico con la OTAN, obtuvo un apoyo significativo, lo que provocó una rápida respuesta de Estados Unidos en forma de amenazas, que no tardaron en materializarse: el Tribunal Constitucional anuló la primera vuelta de las elecciones presidenciales, a pesar de un recuento que validó la victoria de Georgescu.
Rumanía agachó la cabeza. Circularon rumores sobre la llegada de un enviado estadounidense a Bucarest y, pocas horas después, se conoció la decisión del Tribunal Constitucional. Esto demuestra hasta qué punto los imperialistas están dispuestos a hacer todo lo posible para mantener al gobierno rumano bajo control.
Para justificar el golpe de Estado, los altavoces del imperialismo han lanzado su consabida letanía de bulos: era prorruso, el Kremlin se había entrometido en las elecciones con la correspondiente campaña de desinformación en las redes sociales y bla bla bla bla bla bla bla bla…
Según el tribunal, hubo una campaña en las redes sociales “que involucró a alrededor de 25.000 cuentas de TikTok coordinadas a través de un canal de Telegram, influencers pagados y mensajes coordinados”.
A esos jueces alguien debe explicarles lo más básico: para ganar unas elecciones hay que hacer campañas de propaganda, difundir consignas y publicidad, cuanta más mejor.
Después de que las elecciones quedaran anuladas, la policía ha lanzado una campaña represiva para demostrar que las elecciones no fueron limpias. Ha interrogado 20 personas y ha registrado 18 locales, apoderándose de lo más típico en cualquier crimen de esta naturaleza: ordenadores, discos duros, documentos, carteles…
¿Por qué Rumanía es tan importante para los intereses estadounidenses que amenazaría con suspender la cooperación y las inversiones en materia de seguridad en caso de un cambio político?
Rumania es un antiguo miembro del Pacto de Varsovia que ahora forma parte del flanco oriental de la OTAN y está a la vanguardia de los esfuerzos del bloque para amenazar a Rusia. La costa rumana del Mar Negro proporciona una ruta conveniente para el envío de armas a Ucrania a través del pueerto de Odesa.
La infraestructura militar de la OTAN en Rumania sirve como trampolín para lanzar drones (como el MQ-9 Reaper, por ejemplo) para espiar desde el aire los movimientos de Rusia en el Mar Negro y coordinar los ataques ucranianos contra Crimea.
Su condición de país ribereño del Mar Negro ayuda a la OTAN a justificar su presencia naval en esta parte del mundo.
La frontera entre Rumania y Moldavia permite a la OTAN amenazar Transnistria, un enclave moldavo separatista encajado entre Moldavia y Ucrania, donde está estacionado un contingente de fuerzas de paz rusas.
La base aérea Mihail Kogalniceanu, ubicada cerca de Constanta, se está ampliando y se espera que se convierta en la base militar de la OTAN más grande en Europa. Esta expansión amenaza con convertir a Rumania en una especie de portaaviones a las puertas de Rusia.
La base militar de Deveselu, cerca de Caracal, alberga el sistema de defensa antimisiles balísticos Aegis Ashore de Estados Unidos, cuyos lanzadores Mk 41 pueden utilizarse para lanzar misiles (como los misiles de crucero Tomahawk) contra Rusia.
Al final, tendremos que pasar a la clandestinidad para intentar cambiar las cosas.