“Mi espíritu, dignidad y mi honor están mucho más incólumes hoy que el día que entré a prisión”, fueron sus primeras palabras a los medios de comunicación al salir de la cárcel.
López Rivera fue trasladado el 9 de febrero a Puerto Rico, en reclusión domiciliaria en el hogar de su hija Clarisa, en Santurce, después de que se autorizara su regreso a la isla y en enero pasado le fuera conmutada por Obama la pena a cambio de que cumpliera cuatro meses más de su condena a 70 años.
Tres horas después se celebró una fiesta de bienvenida en el sector universitario de Río Piedras, “La fiesta de Oscar”, en la que participaron diversos artistas, como parte del recibimiento popular.
Hoy viajará a Chicago, ciudad estadounidense en la que radicó desde los 15 años hasta su encarcelamiento, donde la comunidad boricua le rendirá reconocimiento y pondrá su nombre a una calle en el área de Humboldt Park. Después, regresará a Puerto Rico para estar el sábado en el municipio de San Sebastián, en el centro montañoso de la isla, donde nació y creció hasta su adolescencia.
López Rivera, nacido el 6 de enero de 1943, planifica viajar a varios países como Cuba, Nicaragua y Venezuela, entre otros, para agradecer la solidaridad que brindaron a la lucha por su liberación.
López Rivera permaneció 12 años en régimen de aislamiento y sin contacto con el exterior, ni siquiera con sus familiares. No lograron doblegarle. Es un ejemplo para todos los movimientos de liberación nacional del mundo. ¡Bienvenido!