Obama ha asesorado el guión y producido la película “Leave The World Behind” (Dejar el mundo atrás) recientemente estrenada en Netflix, con Julia Roberts, Ethan Hawke y Kevin Bacon como protagonistas. El argumento gira en torno a un colapso en Estados Unidos desencadenado por un ciberataque (y un ataque masivo con drones) que desconecta internet y perturba la economía mundial.
En fin, es la típica historia anglosajona de catástrófes, que conduce a investigar a los responsables o, como dicen en inglés, quién está detrás del sabotaje. En la subcultura moderna lo que interesa no es quién está delante sino detrás.
Como tantas otras, la trama de la película es programación predictiva: propaganda diseñada para aclimatar a las masas a un acontecimiento que ocurrirá en un futuro cercano.
Es un “juego de guerra” como el Evento 201 que anticipó la pandemia unos meses antes de que apareciera. Vuelve loco al menos conspiranoico. Lo mismo que los sueños, las simulaciones también se convierten en realidad, tanto si son informáticas como cinematográficas.
Los “expertos” creen que una caída de la red no es posible porque tiene demasiadas redundancias. Lo mismo que la OTAN o Israel, internet es invencible. Sin embargo, en junio de 2021 se produjo una caída que provocó el apagón total de grandes franjas de la red, incluidos varios sitios de noticias. También desaparecieron una gran cantidad de sitios web de instituciones oficiales y grandes empresas privadas, como eBay, Twitch o Reddit. Aunque Amazon volvió a tener su sitio en línea en 20 minutos, la breve interrupción le costó a la empresa más de 5,5 millones de dólares en ingresos.
Según dijeron, la empresa Fastly, especializada en redes de entrega de contenidos (CDN), sufrió un “error”. Las redes de entrega de contenidos son la “columna vertebral” de internet. Son servidores proxy y centros de datos distribuidos geográficamente.
Una parte importante de la red depende de un puñado de empresas comerciales de CDN, como Fastly. Son el interruptor de encendido y apagado de internet que se accionan a voluntad, sin necesidad de ningún ciberataque.
Tras la pandemia las economías mundiales se han vuelto muy dependientes de la digitalización y la conexión a internet. Alrededor del 10 por cien del PIB de Estados Unidos está directamente relacionado con el comercio en línea. Una pérdida de ese PIB enviaría a Estados Unidos a una recesión profunda e inmediata. Alrededor de 17 millones de empleos en Estados Unidos los generan empresas de internet, y alrededor del 38 por ciento de esos trabajadores están empleados en pequeñas empresas. El 70 por cien de los trabajadores estadounidenses no pueden desempeñar sus funciones laborales sin acceder a internet.
Pero el peligro no son los ciberataques sino los ataques a internet como red, es decir, a unas pocas CDN capaces de provocar interrupciones generalizadas de las conexiones. Hoy la mayoría de la población mundial no sabe vivir desconectada. Este mundo interconectado que algunos pintan con los mejores colores, es una pesadilla. No hay nada mejor que desconectar. Lo virtual nunca puede superar a lo real.
Es preferible no hacerle caso a Obama. En contra de lo que dice el título de la película, el mundo tiene que estar por delante, no por detrás.