Llevamos una semana esperando impacientes alguna noticia de tan trascendentales cumbres. Es inútil. En cualquier otra circunstancia estas reuniones al máximo nivel siempre atraen a las cámaras de televisión y a los insípidos reporteros que le ponen voz. Ni siquiera los medios de más renombre (New York Times, Süddeutsche Zeitung, Times, Le Monde) han dado realce a estas conversaciones que, por cierto, han sido maratonianas. Apenas unas notas de agencia para salir del paso y nada más. El tratamiento contrasta con el despliegue abrumador de la prensa rusa, asiática y de Oriente Medio, y es que el mundo empieza a hablar dos lenguajes muy diferentes.
¿Qué ha pasado? ¿Hacía dos años que no se celebraba un reunión de este nivel y eso carece de interés informativo? El New York Times no ha sabido cómo tapar el agujero y, por fin, anteayer asomaba la zarpa con un sondeo entre una nube de “expertos” universitarios que lanzaban todo tipo de comentarios. Como si nada tuviera que ver con el periódico, que parece no tener una opinión propia sobre este asunto.
Los portavoces del imperialismo no pueden airear un estrepitoso fracaso, otro más, y mucho menos a los pies Rusia. La rueda de prensa de Nuland en Moscú fue harto significativa. Hasta ese momento Estados Unidos nada tenía que ver con los Acuerdos de Minsk-2; ahora su máximo afán es que se cumplan a rajatabla. ¿Qué futuro les espera a Poroshenko y sus espadones? Muy negro. Sus jefes no van a tardar en darles la patada en el culo. Al tiempo.
El gobierno golpista de Kiev es una colección tan cabal de peleles que no son capaces de hablar sin las instrucciones previas de sus jefes en Washington. En el mismo momento en el que Kerry estaba sentado frente a Putin y Lavrov, Poroshenko lanzaba un discurso incendiario para la reconquista del Donbás a tiro limpio. En la rueda de prensa un periodista le preguntó a Kerry por esas declaraciones y el secretario de Estado respondió que una acción que viola los Acuerdos de Minsk-2 nunca podría contar con el apoyo de Estados Unidos.
Ahora veamos lo que dijo la otra parte. El ministro ruso de Asuntos Exteriores Lavrov fue muy claro. Se declaró dispuesto a mantener vínculos de comunicación con Estados Unidos “sólo en pie de igualdad y fuera de cualquier imposición coercitiva”. Pero, ¿Estados Unidos no ha tratado así a Rusia hasta la fecha? Parece ser que no porque Lvrov no cejó de insistir en ello. Está con la mosca detrás de la oreja. Además de reafirmar que, no sólo con Rusia, sino que con cualquier país, el fundamento de las relaciones bilaterales es siempre la igualdad. Eso es un principio capital, dijo Lavrov, y lo único sobre lo que no se negocia son los principios.
“Moscú no es responsable de la crisis de las relaciones con Estados Unidos”, añadió Lavrov, a lo que hay que añadir que la reunión se celebró a petición de la diplomacia imperialista, que es quien se ha manifestado interesada en mejorar sus relaciones con Rusia.
Si las conversaciones se han prolongado durante tanto tiempo no sólo ha sido como consecuencia del cambio de papel que Estados Unidos tiene que conceder sino porque -además- tiene que solucionar el bloqueo económico que ha impuesto sobre Rusia sin que la bajada de pantalones se note demasiado. Bastante tienen ya con otro detalle significativo: ni Kerry ni Nuland han puesto a Crimea en el orden del día. Es un asunto más que zanjado. Al menos de momento.
No cabe duda de que, además de la guerra de Ucrania, encima de la mesa había otros asuntos, no menos espinosos, Irán y Siria, sobre los que es difícil aventurar ni siquiera los términos. Si Estados Unidos cede es consecuencia de un rápido empeoramiento de sus posiciones en el mundo y del deterioro de las relaciones con sus socios (Israel, Arabia), antes tan serviciales.
Cuando el imperialismo atraviesa tan serias dificultades que le obligan a volver sobre sus pasos, es normal que sus portavoces mediáticos guarden silencio. No se trata sólo de ocultar una derrota en toda línea. Han lanzado tal cúmulo de estupideces sobre Rusia y sobre Ucrania, que ahora tienen que encontrar un nuevo vocabulario. Necesitan tiempo.
Los perros de prensa están tan convencidos de la omnipotencia de Estados Unidos y de la eficacia del bloqueo económico que no tenían ninguna clase de dudas de que Putin tendría que dar su brazo a torcer en Ucrania.
Afirmaron que en el Donbas estaban combatiendo unidades del ejército regular ruso, pero ha ocurrido lo mismo que con las armas de destrucción masiva con las que justificaron la guerra de Irak. Todavía esperamos que aparezcan. Pero si hiciéramos caso de los farsantes y plumillas que pululan por los consejos de redacción de los medios de intoxicación del imperialismo, en 2014 se habrían producido nada menos que 40 invasiones de Ucrania por el ejército ruso, y seguro que nos dejamos alguna en el tintero.
En Twiter hay una cuenta, #PutinAtWar, con la que estaban orquestando la correspondiente campañita de calumnias. Su autor no es otro que Boris Nemtsov, que falleció tiroteado recientemente en Moscú. Acabaron con él antes de que pudiera acabar su campañita, pero otros de la misma calaña trataron continuarla. A los gusanos rusos les ha pasado lo mismo que a sus vecinos ucranianos: la cumbre de Sochi les ha dejado en muy mal lugar. Pero en la situación actual eso importa poco: ¿quién no se ha quedado con el culo al aire?
Pero siempre hay un pero. Los imperialistas no pueden dejar de hacer de las suyas: además de entrevistarse con Putin y Lavrov y en el Kremlin, Nulan no pudo resistir la tentación de rendir pleitesía a eso que llaman “oposición”, es decir, la cofradía de ONG y “personalidades” de la vida social moscovita que son su caballo de Troya. Los equivalentes de Poroshenko y Yatseniuk, para entendernos.
Para terminar, hay que hacerse eco de lo que decía anteayer el New York Times: con la entrevista de Sochi, Estados Unidos pretende sustituir a los europeos en la implementación de los Acuerdos de Minsk-2. Aunque llegan tarde siempre pisan fuerte.
¡Coño, tú!; ¡coño, joder! ¡Qué vocabulario!