En los últimos meses, en los movimientos de la llamada «izquierda alternativa» es habitual el ninguneo mediático. Salvo contadas excepciones, ésta ha dejado de ser un peligro y por tanto, sus movilizaciones, reales o virtuales, apenas tienen acogida. Sin embargo, el problema es cuando la protesta, por minoritaria que sea, cobra una magnitud peligrosa.
Según la Policía Nacional, el pasado domingo fueron 2500 personas a la plaza de Colón a protestar contra el uso obligatorio de las mascarillas y contra el confinamiento generalizado de la población. La protesta tenía una composición muy heterogénea (algo que era incluso el objetivo de sus promotores, que pedían una manifestación sin banderas), y las fotografías de las personas asistentes era variopinta.
El mensaje también era heterogéneo; algunos de los carteles presumían de que la protesta se practicaba «sin ideologías que nos dividan», como si el desafiar a la Policía y al gobierno no tuviera una ideología detrás, o al menos un fundamento. Sin quererlo, quienes asistieron hicieron que por primera vez las portadas de la gran prensa hablaran de lo que no querían hablar, esto es, sobre los argumentos de quiénes entendemos que la supuesta pandemia esconde detrás una recomposición planetaria del capitalismo, y no al revés, como gran parte de la izquierda está asumiendo.
Llama la atención que 2500 personas hayan movilizado a periodistas, colegios de médicos, «especialistas de plató» (que ninguno aparece en los platós con mascarilla) y «expertos» de todo tipo.
Inclusive, la Organización Médica Colegial ha amenazado a aquellos médicos colegiados españoles que tendrán más problemas que otro ciudadano, si participan en concentraciones como la vivida este domingo en Madrid.
Según Juan José Rodríguez Sendín, presidente de la Comisión Central de Deontología de la Organización Médica Colegial: “Un médico que de forma activa promueve y ofrece mensajes engañosos contrarios a la buena práctica médica y a la evidencia disponible, poniendo en riesgo la salud individual y colectiva, contraviene el Código Deontológico”, en unas declaraciones a la revista Redacción Médica.
Estamos acostumbrados a que manifestaciones minoritarias, por intereses de diverso pelaje, sean engrandecidas hasta el vómito por quienes quieren hacer creer que dicha postura es mayoritaria.
Acordémonos, por poner un ejemplo, de los grandilocuentes titulares de las manifestaciones «por la unidad de España» que convocaban PP, VOX y C’s meses atrás, y las mofas que generó dicha grandilocuencia.
En este caso, es al revés. El diario El Confidencial colocaba, en portada y en destacado, que lo ocurrido el domingo en Madrid era «una manifestación de zombis», reduciendo la protesta al absurdo. Pero, ¿desde cuándo una protesta absurda es portada?.
Como venimos diciendo desde hace meses en esta web, hemos cuestionado desde el primer minuto la versión oficial sobre el coronavirus (igual que hacemos con otras tantas cosas), pero parece que en esta ocasión hay motivos para pensar que ese cuestionamiento pone en riesgo algo que va más allá de «zombis» y «teorías conspirativas».
Parece el mundo al revés: la izquierda defendiendo el confinamiento, la vacunación obligatoria, el aislamiento social y la restricción penitenciaria, mientras otra parte de la sociedad, que todavía es difícil definir, siente la necesidad de protestar porque no la dejan respirar.