‘No estoy dispuesto a morir de hambre para que otros engorden’ (tres jornadas de lucha en Líbano)

Ayer los manifestantes marcharon por las calles de Líbano en la tercera jornada consecutiva de lucha, para denunciar el naufragio del capitalismo y gritar su desprecio contra la casta política.

El país está experimentando su peor crisis económica desde el final de la guerra civil (1975-1990), con una histórica depreciación de su moneda. El confinamiento ha llevado al cierre de empresas y a despidos masivos.

En Beirut los manifestantes marcharon por el centro de la ciudad, haciéndose eco de las consignas del movimiento de protesta iniciado el 17 de octubre del año pasado, que llevó a la dimisión del gobierno.

En enero se formó un nuevo gabinete encabezado por el Primer Ministro Hassan Diab y durante un tiempo el movimiento fue silenciado por el confinamiento decretado por el gobierno para frenar las movilizaciones.

“No estoy dispuesto a morir de hambre para que otros engorden”, dijo un manifestante de 51 años.

Para el manifestante Neemat Badreddine, nada ha cambiado. “Este gabinete ha adoptado las mismas políticas económicas y sociales que los gobiernos anteriores”, dice.

“Un kilo de azúcar aquí cuesta 4.000 libras”, dijo un manifestante. “La gente se muere de hambre”.

Algunos manifestantes, vestidos de blanco y negro, celebraron el simbólico funeral de “un pueblo que la clase política está constantemente enterrando”, según la manifestante Paola Rebeiz.

Los manifestantes también se reunieron en las ciudades sureñas de Saida y Kfar Remmane para protestar la carestía y las subidas astronómicas de precios.

Muchos manifestantes exigieron la dimisión del gobernador del Banco Central, Riad Salame, acusándolo de connivencia con los partidos políticos e inercia ante la caída de la libra libanesa.

Indexada al dólar desde 1997 a un tipo fijo de 1.507 libras por dólar, la moneda nacional se devaluó esta semana en el mercado paralelo, acercándose a las 6.000 libras y provocando que el gobierno anunciara la inyección de dólares en el mercado para bajar el tipo de cambio y detener la subida de los precios.

El sábado, el dólar alcanzó las 4.000 libras por dólar y se prevé que el PIB caiga un 12 por ciento este año. El país está endeudado y en quiebra desde marzo. El gobierno solicitó la asistencia del FMI a finales de abril.

Diab denunció “la manipulación de la libra” y una “campaña orquestada por partidos conocidos” destinada a “someter al Estado y al pueblo al chantaje”.

En un discurso transmitido por las cadenas de televisión, Diab prometió una “feroz” lucha contra la corrupción y denunció un “golpe de estado contra la sublevación del 17 de octubre” y el gobierno.

El gobierno espera una inflación de más del 50 por ciento para este año, en un país donde el 45 por ciento de la población vive por debajo del umbral de la pobreza y más del 35 por ciento de la población activa está desempleada.

Como señal de la fragilidad económica de la población, los manifestantes del sábado en Trípoli se opusieron al paso de camiones sospechosos de contrabando de alimentos a Siria.

Los enfrentamientos entre los manifestantes y el ejército -que disparó balas de goma para permitir el paso de los camiones- dejaron nueve personas heridas en esta importante ciudad del norte del Líbano, según la Cruz Roja.

El contrabando a Siria, país devastado por la guerra, es una cuestión controvertida en el Líbano, donde los manifestantes deploran la inacción del gobierno en el control de las fronteras.

Según un comunicado de la dirección de aduanas, “estos camiones transportaban azúcar y otros alimentos en beneficio de las Naciones Unidas y la Cruz Roja Internacional como parte del programa de alimentos de las Naciones Unidas”.

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