Níger expropia a Francia la mayor mina de uranio del mundo

Níger acaba de dar un paso importante en la reorganización de su sector minero: el gobierno ha cancelado la adjudicación de la explotación de la mina de uranio Imouraren, propiedad de la empresa pública francesa Orano.

El Golpe de Estado del año pasado en Níger supuso un punto de inflexión en la política energética y minera del país. El nuevo gobierno militar del país africano se sigue alejando de la matrópoli y ha demostrado claramente su deseo de tomar el control de los recursos naturales, criticando los acuerdos celebrados anteriormente con empresas extranjeras, especialmente francesas.

La revocación del permiso de funcionamiento de Orano se inscribe en este enfoque de soberanía nacional, destinado a reequilibrar los beneficios derivados de los recursos naturales.

Orano había relanzado recientemente las actividades en el yacimiento de Imouraren, en respuesta a una petición de los militares para explotar el yacimiento, considerado como el mayor del mundo, con reservas estimadas en 200.000 toneladas. A pesar del favorable aumento de los precios del uranio, el Ministerio nigerino de Minas exigió avances concretos en los trabajos de explotación bajo pena de retirar la adjudicación.

Orano opera desde hace mucho tiempo en Níger, en particular a través de la mina Somair. La empresa tenía previsto movilizar a varios centenares de personas para relanzar Imouraren. Sin embargo, a pesar de la apertura del yacimiento a principios de este mes para acoger a los equipos y avanzar en los trabajos, la decisión del gobierno africano de cancelar la adjudicación ha sido un duro golpe.

La reacción de Orano no se hizo esperar. Al tomar nota de la decisión, la empresa planteó la posibilidad de impugnar esta medida ante lo tribunales competentes. También expresó su deseo de mantener abiertos los canales de diálogo con el gobierno militar.

La retirada de la adjudicación no se limita a una simple disputa entre una empresa y un Estado. Refleja una contradicción más profunda en las relaciones entre Francia y sus antiguas colonias africanas, donde el deseo de independencia económica es cada vez más significativo. Níger, el segundo mayor proveedor de uranio de Europa después de Kazajistán, puede jugar una importante baza estratégica al buscar un mayor control de sus recursos.

El resultado de esta contradicción podría redefinir no sólo las relaciones franco-nigerianas sino también la forma en que se gestionan los recursos naturales en África. Níger podría beneficiarse de una mayor autonomía y mayores beneficios económicos, o enfrentar desafíos económicos si la inversión extranjera disminuye en respuesta a políticas consideradas inestables o impredecibles.

La medida también podría alentar a otros países africanos a seguir el mismo camino, alejandose así de las antiguas metrópolis europeas.

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