Los rusos son capaces de desatar una ofensiva estratégica en Ucrania en cualquier momento. Como hasta la fecha no la han llevado a cabo, se trata de averiguar los motivos, sobre todo teniendo en cuenta que los ucranianos se han pasado al terrorismo decididamente, matando civiles rusos para demostrarles que el Kremlin no es capaz de defenderles.
Algunos aseguran que Rusia lleva tiempo construyendo todo un segundo ejército, pero que no lo utiliza porque cualquier ofensiva a gran escala supone grandes pérdidas. Por ello ha optado por una guerra de desgaste que hasta el momento le ha venido muy bien.
Otros creen que en el Kremlin están pendientes de las elecciones en Estados Unidos. Es posible que Trump gane las elecciones y le corte el grifo de la financiación a Ucrania, obligando a la capitulación. Eso permitiría a Rusia ganar sin incurrir en grandes esfuerzos y pérdidas. Como mínimo, Trump podría lograr que los dirigentes de Kiev negocien la aceptación de ciertas concesiones.
Si eso fracasa, Rusia podría reservar sus armas más importantes para una ofensiva en el verano de 2025 para acabar con Ucrania, porque, en ese momento, si las elecciones estadounidenses no hubieran cambiado las cosas, sería obvio que no hay otra manera de hacerlo.
Hay otra explicación que es muy sencilla: si todo va bien, ¿por qué cambiar? A pesar del apoyo entusiasta de la OTAN y de la ventaja numérica de Ucrania durante gran parte de la guerra, los rusos mantuvieron siempre la iniciativa, en líneas generales.
El ejército ruso está infligiendo pérdidas masivas a la OTAN y a los ucranianos con un coste mínimo.
Ucrania está experimentando un colapso demográfico mientras que la sociedad rusa en su conjunto apenas ha notado la guerra.
Lo más probable es que los rusos sigan empujando con su habitual avance metódico hasta que parte de la línea colapse hasta lo más profundo, y entonces se desatará el infierno, lo que puede ocurrir en cualquier momento.
Es muy llamativo que muchos comentaristas estén convencidos de que la suerte del gobierno ucraniano no depende de los campos de batalla más cercanos, sino del resultado de las urnas en Estados Unidos, al otro lado del mundo.
La Casa Blanca está con las manos vacías y necesitan otra ofensiva en Ucrania este otoño para darle a Biden un impulso propagandístico en las próximas elecciones presidenciales.
En consecuencia, dicen, la próxima ofensiva no será de Rusia sino de Ucrania y por eso están presionando al general ucraniano Alexander Syrsky para que la inicie este otoño. Canales como Rezident afirman que el ejército ucraniano está formando reservas para ello.
El mando ucraniano ha condicionado la continuidad de Syrsky en su puesto a la eficacia de la nueva campaña, dice Rezident. Debe demostrar la capacidad del ejército ucraniano para llevar a cabo operaciones ofensivas y debe tener lugar antes de las elecciones estadounidenses.
La nueva ley de movilización cubre el 60 por cien de las necesidades del ejército ucraniano, una situación que no conviene a Syrsky, que prometió a Zelensky lanzar un nuevo contraataque a finales de agosto con vistas a las elecciones en Estados Unidos, por lo que los métodos de movilización se endurecerán a partir del mes que viene.
Una vez que los rusos acaben con esa ofensiva, será el golpe final para Zelensky. El hombre de paja quedará totalmente empañado, Occidente ya no lo necesitará y buscará un recambio. Las quinielas siguen apostando fuerte por el general Valery Zaluzhny.
Rusia 🇷🇺 sólo puede venZer.