Nada se pierde, todo se transforma

Eso decía el químico francés Lavoisier. Nada se pierde; todo se transforma. Según parece. Lavoisier era un dialéctico sin saberlo. Otro dialéctico sin saberlo fue Francisco Franco, cuando dijo que todo estaba atado y bien atado. Y no se equivocó para nada. En España se dio una de las mayores operaciones de transformación de la historia reciente que dio lugar a los “ejemplares” Pactos de La Moncloa que a su vez fueron el acta de nacimiento de la “democracia” española.

Para comenzar hay que caracterizar al Estado español como un vasallo del imperio USA, lo cual hace comprensible todo el accionar de la política española de los últimos 50 años. La llegada del general Eisenhower a Barajas, marca la fecha de entrega de la soberanía española al imperio USA, que muestra en una foto memorable el abrazo que se dan Paco Franco y Eisenhoer, entre los cuales está el sonriente general Vernon Walters, que fuera jefe de la CIA, y que hablaba perfectamente castellano y servía de lenguaraz en esa lamentable ocasión.

La muerte de Franco significó un punto de inflexión en la historia de España, porque a partir de ese momento comienzan a entrar en escena otros operadores, que ya habían planificado el próximo futuro del país.

Hay que señalar que en el diseño de ese futuro cumplieron un servicio importantísimo los servicios de seguridad del Estado, que desde mucho antes de la muerte del dictador ya habían comenzado a dibujar lo que sería la España sin Franco. Hacía falta hacer creer que el franquismo; o sea el fascismo español había colapsado, y que nunca más se iba a repetir una situación como esa. Y todo ello de la mano de un “demócrata” como Adolfo Suárez, y otro más “demócrata” que era Juan Carlos de Borbón.

Para ello los servicios se encargaron de liquidar las cortes franquistas, que “voluntariamente” decidieron autoinmolarse por el bien de España. No fue así. Las Cortes franquistas se disolvieron por las presiones de los servicios de seguridad que visitaron uno a uno a los procuradores en cortes amenazándolos con las informaciones que tenían los propios servicios sobre ellos. El que no tenía una querida estaba inmerso en sucios negocios inmobiliarios, o en colusiones dolosos con bancos o con operaciones inmobiliarias dudosas. Los únicos resistentes fueron los que se llamaron el “búnker”, que fueron aquellos que los servicios nunca pudieron probarles ninguna felonía.

De esa manera “limpia”, las cortes franquistas se autodisuelven y dan paso al segundo acto de este teatro. Había que formar partidos políticos desde el estado, y para ello contaron con dos siniestros personajes que se prestaron “por la patria” a representar el papel que les dieron. Uno de ellos fue Felipe González, que es sabido que viaja a Suresnes a refundar el PSOE con un capitán de la guardia civil, que lo lleva y lo trae de vuelta; todo ello diseñado por los servicios de seguridad del estado; y el otro es Santiago Carrillo, al cual la Trilateral Comission y Adolfo Suárez le encargan la liquidación del PCE.

Está claro que toda la política española está dictada por los servicios de seguridad del Estado, por delegación del gran poder, que no reside en España, sino en los USA. Es decir, que los partidos políticos están creados desde el Estado, o más bien desde el sistema, el cual utiliza al Estado para llevar a cabo su política.

Los últimos acontecimientos ocurridos en torno al PSOE, vienen a abonar esta tesis. Pedro Sánchez dimite como consecuencia de las presiones del “aparato”. Era necesario que como ocurrió con las cortes franquistas el PSOE se “sacrificara”, absteniéndose para permitir “por el bien de España” que haya un gobierno. Y ese gobierno tenía que ser necesariamente el de Mariano Rajoy.

Esa operación estaba necesariamente apañada por el Estado. Era necesario un gobierno del partido podrido (PP), para que termine su labor de demolición, y para que la figura de Pedro Sánchez se agigante hasta la celebración del próximo congreso del PSOE, donde seguramente será ungido secretario general, y en las próximas elecciones, gane el cargo de primer ministro. El próximo gobierno español será de “izquierdas”, con Pedro Sánchez a la cabeza, y con el apoyo de Podemos, que se convertirá en la otra pata de la mesa. Lo veremos; y suma y sigue. Me comenta mi hijo, que según este plan, Pedro Sánchez será el Alexis Tsipras que hará falta para completar la obra. Estoy de acuerdo con él.

Todo seguirá atado y bien atado, hasta que la clase obrera; aquella que nada tiene que perder, corte ese nudo gordiano, y comience una nueva andadura libre ya de ataduras.

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