Muchos dependen de muy pocos (y de sus chapuzas informáticas)

La caída de los sistemas informáticos el 19 de julio en casi todo el mundo pone de manifiesto una serie de circunstancias importantes. La primera es el riesgo de la interconexión que, además, es permanente. Casi todos están conectados casi todo el tiempo.

La segunda es la omnipresencia de Microsoft en casi todos los ordenadores, a través del sistema operativo Windows, que está instalado en casi el 70 por cien de los servidores y ordenadores de todo el mundo.

A pesar de ello, los medios han culpado del fallo a un peón, como CrowdStrike, para tapar otras responsabilidades.

La tercera es que red no es un instrumento neutral sino que está bajo el control de las grandes potencias y los grandes monopolios tecnológicos, como Microsoft, de manera que los países que, como Rusia, están al margen de ese tipo de empresas, no han padecido la avería.

En un sistema mundial interconectado, el monopolismo es un problema por una razón básica: muchos dependen de muy pocos. Por ejemplo, una única empresa, Amazon, controla más del 30 por cien de la cuota de mercado de alojamiento en la nube. Cualquier avería ocasiona que gran parte de internet sea inaccesible.

Las consecuencias de la chaopuza han sido catastróficas. Las aerolíneas se vieron obligadas a cancelar miles de vuelos. Las empresas afectadas perdieron una fortuna. Según una empresa de seguros, Parametric, la caída de Windows costó a las empresas Fortune 500 hasta 5.400 millones de dólares. Los seguros especializados en ciberseguridad sólo cubren entre el 10 y el 20 por cien de las pérdidas provocadas por este tipo de averías.

Las empresas de atención médica, los bancos y las aerolíneas fueron las que más sufrieron la chapuza. En Estados Unidos más de 3.000 aviones no pudieron despegar. Según estimaciones de Parametric, una empresa de seguros, los gigantes de la salud perdieron casi 2.000 millones de dólares. El sector bancario perdió más de 1.000 millones de dólares, en comparación con los 860 millones de dólares de pérdidas de las seis primeras aerolíneas de Fortune 500.

Para resolver la chapuza, los administradores de los sistema deben revisar manualmente cada una de los equipos afectadas y la tarea es tediosa. Hay que conectar un teclado físico a cada sistema afectado, iniciar en modo seguro, eliminar la actualización comprometida por CrowdStrike y luego reiniciar el equipo.

Es interesante tenerlo en cuenta porque hay quien interpreta que las automatizaciones eliminan la mano de obra por completo. Lo cierto es que, como explicó Marx hace 180 años: los sistemas informáticos sustituyen el trabajo simple por trabajo complejo.

Los automatismos de las empresas obligan a contratar mano de obra cualificada: ingenieros, técnicos y especialistas titulados. Sin embargo, el sector de las nuevas tecnologías tiene una importante escasez de mano de obra. Lo ha explicado hasta la Cámara de Representantes de Estados Unidos en una carta dirigida a George Kurtz, el director de Crowdstrike.

Hay quien suspira aliviado porque la avería tuvo lugar un fin de semana, lo cual redujo el alcance de los daños. Pero también hay quien tiembla pensando lo que ocurrirá si este tipo de fallos se producen con los sistemas automáticos de pago.

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