En 2013 funcionarios del gobierno mozambiqueño contrataron préstamos a nombre de empresas públicas por sumas que ascienden a 2.000 millones de dólares. Los contratos no fueron refrendados por el Parlamento, lo cual es obligatorio, y los prestamistas conocían de sobra la ilegalidad, pero no les importó.
Durante los últimos años la situación económica en el África subsahariana ha sido muy buena, como consecuencia de las condiciones favorables para la exportación de materias primas, lo que favoreció que contrajeran importantes deudas. Mozambique estuvo a la cabeza de esa breve etapa de florecimiento económico.
Luego el desplome de los precios del petróleo, el alza de los tipos de interés y la caída de la cotización de las monedas africanas con respecto al dólar invirtieron la situación. Entre 2010 y 2015 Mozambique duplicó su deuda, que hoy supera los 10.000 millones de dólares.
De todos los préstamos contraídos, al menos tres proceden de otras tantas empresas públicas. Se firmaron con Crédit Suisse y el banco ruso VTB Capital y también son ilegales y, por consiguiente, nulos de pleno derecho, como bien saben los acreedores.
Aparentemente los préstamos se contrataron para la compra de barcos destinados a la pesca de atún en los astilleros navales de Construcciones Mecánicas de Normandía. Sin embargo, desde el año pasado se sabe que en realidad los fondos se destinaron a la compra de material militar.
Al saltar el escándalo, el FMI frenó el flujo de fodos destinados a Mozambique y la agencia Standard & Poor’s bajó la calificación de la deuda soberana al grado más bajo existente, poniendo al país africano al borde mismo de la quiebra, lo que el gobierno de Maputo reconoció parcialmente a comienzos de este año.
Ante esta situación, Crédit Suisse y VTB Capital venden su derecho de crédito en el llamado “mercado secundario de deuda”, es decir, a los fondos buitres, entre ellos el omnipresente BlackRock.
Por su parte, el gobierno de Maputo trata de renegociar esa deuda a la desesperada, a pesar de que es ilegal, con los nuevos acreedores, los buitres, que la han comprado a un precio muy bajo y esperan obtener rendimientos que oscilan entre un 300 y un 2.000 por cien de préstamos que son nulos, es decir, que han ido a parar a los bolsillos de funcionarios corruptos y cuyo pago no es exigible al gobierno.
La solución a la rapiña de los fondos buitres es imitar a la Revolución Bolchevique de 1917: no pagar absolutamente ninguna deuda. No es admisible que un país, como Mozambique, donde más la mitad de la población vive por debajo del umbral de pobreza, entregue el dinero a una manada de especuladores sin escrúpulos.