La semana pasada el general Abdurahamane Tchiani, presidente de la junta militar de Níger, se entrevistó con Igor Gromyko, el embajador ruso. Desde el Golpe de Estado de julio es la primera vez que recibía en persona a un diplomático extranjero… y es el ruso.
La reunión no tuvo lugar en presencia del ministro de Asuntos Exteriores nigerino, Bakary Yaou Sangaré, sino de su colega de Defensa, Salifou Mody. Antes de recibir a Gromyko, una delegación de la junta viajó a Bamako para reunirse con una misión militar que llegó de Moscú.
La reunión tripartita Mali-Níger-Rusia refuerza a las nuevas juntas militares que han tomado las riendas de los países del Sahel en su lucha contra los yihadistas y sus cómplices franceses. Los vínculos son muy estrechos. El ministro de Defensa de Mali, Sadio Camara, se lleva muy bien con Salifou Mody, su homólogo nigerino.
En abril Mody fue destituido de su cargo de jefe del Estado Mayor de Níger por defender una cooperación militar más estrecha entre Níger y Mali, y fue por presiones francesas.
Tras un atentado yihadista de gran envergadura perpetrado en febrero contra una posición del ejército nigerino en la zona de las tres fronteras, Mody se dirigió a Bamako para reunirse con su homólogo maliense, el general Oumar Diarra, y luego con el presidente del gobierno de transición, Assimi Goita.
Con la luz verde de Mali, el ejército nigerino montó una operación de represalias a gran escala contra los grupos yihadistas de la región de Ménaka, en suelo maliense, en la frontera común.
El jefe del Estado Mayor del ejército francés, el general Thierry Burkhard, se apresuró a viajar a Níger poco después del viaje de Mody a Mali. En Niamey se estableció un vínculo entre la visita de Burkhard y el derrocamiento poco después de Mody de su cargo, partidario de una cooperación militar más intensa entre Níger y Malí… que no pasaba por París.
Ahora Mody vuelve a su posición de partida: trabajar por un acercamiento con el ejército maliense que actúa de intermediario entre Niamey y Moscú. La reciente creación de una “Alianza de los Estados del Sahel” que reúne, además de a Níger y Malí, a Burkina Faso, plantea una nueva situación estratégica en la región.
Aunque las tropas francesas ya han salido de Níger y se han establecido muy cerca, en Chad, las estadounidenses siguen sobre el terreno. Han esperado a que sus peones en la junta, el general Moussa Salaou Barmou y el coronel mayor Maman Sani Kiao, dos oficiales formado en sus academias, cumplan con su cometido, que no es otro que impedir la consolidación de los rusos en el Sahel. No lo han conseguido.
Como consecuecia del fracaso, Estados Unidos ha tenido que reaccionar calificando formalmente el 26 de julio como Golpe de Estado y suspendiendo la ayuda económica. La cuerda se tensa, pero no se rompe… de momento. Miles de soldados estadounidenses siguen presentes en Níger en las bases aéreas 101 y 201 de Niamey y Agadez, así como Ouallam, no lejos de la frontera con Mali.
Los militares nigerinos no quieren recurrir a Wagner y Estados Unidos podría resignarse a aceptar la fórmula: una presencia de Rusia sin Wagner. Detrás del deseo de Níger de acercarse a Rusia se esconde, sobre todo, el deseo de adquirir equipamiento militar ruso, en particular helicópteros de combate y de transporte de tropas.
Es un viejo proyecto. Durante el gobierno del Presidente Issoufou, el país tenía previsto comprar 12 helicópteros a Rusia. El entonces ministro de Asuntos Exteriores, Kalla Hankouraou, incluso viajó a Moscú para avanzar en la compra, que no prosperó finalmente por… el veto de París.
A diferencia de Francia, obligada a retirar hasta el último soldado de Níger, los estadounidenses tienen carta blanca de la junta para mantener sus tropas en el país, lo que harán para poder vigilar la evolución de la guerra civil en Libia.
Estados Unidos ha preferido jugar sus propias cartas en Níger, no dudando en distanciarse abiertamente de las posiciones francesas. Esta postura de Estados Unidos hacia Francia en el Sahel no tiene precedentes. Francia ha tenido que abandonar a la fuerza el último territorio de su presencia militar en la región, después de su brutal expulsión de Mali y Burkina Faso.
Despedida por la junta nigerina, abandonada por su aliado estadounidense, la diplomacia francesa podría tener que vivir aún más dolorosamente el acercamiento de la junta militar a Rusia. El encuentro entre el general Tchiani y el embajador Gromyko no presagia nada bueno.
Mientras los soldados franceses se ven obligados a hacer las maletas, Rusia ya está presente en el Sahel, donde está surgiendo un eje inédito Bamako-Uagadugu-Niamey-Moscú.