Rybakov, viceministro ruso de Asuntos Exteriores |
“Aceleraremos, por supuesto, las tareas de sustitución de importaciones, y reduciremos nuestra dependencia de los sistemas de pago de Estados Unidos, del dólar como moneda de pago, etcétera. Esto está adquiriendo una importancia vital”, dijo la semana pasada el viceministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguei Riabkov.
En declaraciones a la agencia estatal de noticias RIA Novosti, Ribakov denunció que Estados Unidos “usa su papel preponderante en el sistema monetario y financiero para imponer presiones a negocios extranjeros, incluidas las compañías rusas”.
Estas palabras siguen a la publicación, en Moscú por el diario local Rosiyskiy Dialog, de un artículo señalando la posición de fuerza de Rusia frente a Estados Unidos por su supuesta capacidad de hacer colapsar el dólar estadounidense como divisa internacional.
Todo ello, debido a la necesidad de reaccionar al reciente lanzamiento por el Congreso de Estados Unidos de duros embargos a Rusia (junto a Irán y Corea del norte), que podrían tener un grave efecto no sólo sobre la economía rusa, sino también sobre intereses de Europa occidental.
Tras responder con una reducción del personal diplomático estadounidense desplegado en Moscú y la confiscación de algunos inmuebles, la orientación de la réplica al ámbito monetario y financiero no es nueva: Rusia ya empezó a usar en 2015 un sistema nacional de pagos, el Mir, creado tras dejar MasterCard de prestar servicios sin previo aviso a siete bancos rusos.
La empresa de calificación de riesgos Standard & Poor’s ha estimado que las “sanciones” estadounidenses —justificadas por una supuesta injerencia de Moscú en las presidenciales estadounidenses del año pasado y en razón de la crisis de Ucrania— ha decidido por el momento no modificar su evaluación de la deuda soberana ruso.