Ada Colau al otro lado de la barricada |
La alcaldesa Colau, pillada en medio de la trifulca, y reconocedora de que ella misma tiene contradicciones, habla de “proporcionalidad” por parte de los Mossos en el uso de sus funciones… represoras, que es como decir, pega, pero poco, o no te pases que hay cámaras. Es lo que tiene la “equidistancia” (o sea, negarse a resolver esas contradicciones que se admiten y aprender a convivir con ellas) y el hecho de ocupar un cargo, en este caso la casa consistorial de la Ciudad Condal. ¿Y qué tiene? Que te desarma y hace que olvides lo que fuiste. De Colau se ha titulado que “de antisistema a alcaldesa”, con aviesas y retorcidas intenciones. No hay nada como ofrecerte -o ganarlo por vía electoral- un cargo de “responsabilidad”, como gustan decir, para que entres de inmediato en estado de catatonia amnésica y olvides tu pasado de lucha, si la hubiera. Es como los sindicatos mafiosos gringos, de estibadores o camioneros amenazando a los líderes obreros incorruptibles. Aquí, más civilizados, se les compra gangsterilmente sin apalizarlos.
– ¿Quién es esa chavala que esta montando belenes y algaradas?
– Una “antisistema”, Sire.
– ¿Se la puede “civilizar”?
– ¿Quiere decir, señor, “hacer entrar en razón”?
– Exactamente, Gastón.
– ¿Cómo?, mesié.
– Haciendo que ocupe un cargo de “responsabilidad”, alcaldesa, por ejemplo. De este modo se le quitaran todas las mañas “izquierdosillas” y volverá en sus cabales y a la cordura.
– Sabrá lo que es el peso de la púrpura, ¿no es así?, Milord.
– Así es, lléname la copa, Gastón, haz el favor.