Manifestantes congoleños asaltan e incendian las embajadas de los países occidentales

La guerra entre el Movimiento 23 de Marzo (M23) y el ejército congoleño dura desde hace más de una década en el este de la República Democrática del Congo. Detrás del M23 está Ruanda y detrás de Ruanda están los imperialistas.

Nacido en 2012 de un motín de antiguos oficiales que formaron parte del ejército congoleño, el Movimiento 23 de Marzo toma su nombre de los acuerdos de paz firmados el 23 de marzo de 2009. Después de una ocupación inicial de Goma en 2012, el movimiento se disolvió temporalmente tras una intervención militar.

Su resurgimiento en 2021 ha reavivado las tensiones con Kinshasa, que acusa periódicamente a Ruanda de apoyar la guerra. La reciente entrada del M23 en Goma marca una nueva escalada de la guerra y reavivó los temores de desestabilización regional.

La frustración congoleña por la situación de seguridad estalló en Kinshasa, donde los manifestantes han asaltado e incendiado las misiones diplomáticas occidentales de Estados Unidos, Francia, Bélgica y Países Bajos, Francia y Estados Unidos.

Una multitud airada atacó los edificios con piedras y trozos de hormigón. Los manifestantes denuncian la complicidad de las potencias occidentales con el M23. La embajada de Uganda ha sido especialmente afectada por los asaltos. Sus instalaciones fueron saqueadas por manifestantes que acusan a Kampala de simpatizar con ciertos grupos armados del este del Congo.

La misión de la ONU en la República Democrática del Congo no se ha librado de las protestas populares. Los manifestantes atacaron sus instalaciones en Kinshasa, expresando su descontento por su presunto fracaso en proteger a los civiles contra los ataques del M23. La indignación popular refleja la creciente desconfianza de la población congoleña hacia la presencia de la ONU, percibida como colaboradora de los grupos armados.

La policía congoleña reaccionó rápidamente contra los manifestantes. Los dispersó utilizando equipos antidisturbios, mientras que el gobierno anunció que reforzaría la seguridad en torno a las misiones diplomáticas.

Pero la tensión sigue siendo palpable en las calles de Kinshasa. La población exige acciones concretas para poner fin a la violencia. Los manifestantes quieren que Rusia aumente su presencia militar en el país, porque es una “alternativa a la hipocresía de Occidente”.

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