No forma -el lumpenproletariado- una clase social y Marx no los veía con buenos ojos por su carácter medroso y medrador a la hora de posicionarse ante una situación crítica o límite como pudiera ser una transformación social: o revolucionarios o contrarrevolucionarios. Marx, lamentándolo, se inclinaba por lo segundo.
Pero ¿es posible que segmentos de la burguesía se degraden hasta degenerar en una especie de lumpenburguesía criminal y corrupta (por no hablar del sector rentista de la clase capitalista)? Sí, por supuesto. Lo estamos viendo en este tiempo de canallas. Ya no es la burguesía que la prensa a su servicio llama «emprendedora» y creadora de riqueza -valiente sarcasmo- , dueña de los medios de producción para extraer la plusvalía de los trabajadores -incluidos los de «cuello blanco» («white collar») que no se sienten «proletarios», sino al revés-, sino que en este tiempo de granujas quienes parecen mandar son los asaltadores (o salteadores) de caminos… sin embozo. Son la lumpenburguesía, la hez y excrecencia de esa burguesía industriosa y eduardiana, manchesteriana, imperialista, la especuladora, la que no crea ni un solo céntimo de riqueza para el PIB de un Estado. Una lumpenburguesía parásita y zángana. Su lema es el del lumpen tabernario dickensiano: «este mundo es de los vivos» (de los «listos»). Zaplana podía ser su líder. Hoy sería considerado un aficionado por los arrebatacapas profesionales.
El capitalismo, su modo de producción, no resistiría ni toleraría una corrupción galopante, desmadrada y generalizada, no sobreviviría al no haber plusvalía y sólo fraude y meter la mano en la caja, algo a lo que se aproxima la economía «de casino». Su supervivencia consiste y reside en la explotación y el vampirismo sobre la vena del trabajador. La lumperburguesía no explota directamente: sólo succiona una cuota de plusvalía -de beneficio- que otros (la burguesía no lumpen, la «honrada», la «contribuyente», como se oye en los telefilms gringos pareciendo que eres «alguien» con tus derechos y no un paria) han extraído a las clases trabajadoras.
A esta lumperburguesía defiende un lumpengobierno que ha conseguido que hasta las capas mesocráticas (la «clase media», vale decir para entendernos) -médicos, maestros, funcionarios- salgan a la calle.
Está bien que hagan algo de ejercicio, en vez de inducir a los demás con sus listezas a que les resuelvan "la crisis", cuando antes no paraban de hacer proselitismo a favor del PP ante imbéciles sin redaños para mandarlos a la mierda. ¡Que se jodan, esos listillos!
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La lumpenburguesía, interesante denominación científica que sirve para diferenciar una burguesía nacional de una burguesía compradore.
Marx en cierta medida también reconoce a la lumpenburguesía, congregada alrededor de Luis Napoleón Bonaparte