Los tribunales franceses ordenan la liberación de Georges Ibrahim Abdallah

Un juez de vigilancia pentenciaria francés ordenó el viernes la libertad condicional del libanés Georges Ibrahim Abdallah, encarcelado desde hace 40 años por complicidad en la ejecución de dos diplomáticos estadounidenses e israelíes, que posteriormente fueron reconocidos como pertenecientes al espionaje en sus respectivos países.

La liberación es bajo la condición de abandonar el territorio francés y no regresar. La Fiscalía especial antiterrorista ha anunciado que va a recurrir la orden judicial, por lo que la liberación quedará en suspenso.

La ejecución de los dos espías se produjo cuando Israel estaba en la anterior guerra con Líbano, una invasión que provocó la muerte de 18.000 combatientes y civiles árabes y culminó en la matanza de los campos de refugiados de Sabra y Chatila.

Militante comunista libanés, Abdallah fue acusado de complicidad en ambas ejecuciones y, a pesar de sus negativas, fue condenado en 1984 a cadena perpetua por un tribunal especial encargado de juzgar los casos de terrorismo.

Todo el juicio fue un montaje. Primero los jueces franceses violaron la norma “non bis in idem”, ya que Abdallah fue juzgado dos veces por los mismos hechos. Luego su abogado confesó que lo había traicionado y que trabajaba para los servicios secretos franceses.

A pesar de ello. los tribunales franceses se negaron a revisar el juicio. Abdallah no era un terrorista sino un comunista libanés que luchaba para defender a su país contra una invasión israelí respaldada por Estados Unidos.

La propaganda mediática lo presentó como un “terrorista propalestino”, término utilizado por los intoxicadores contra quienes luchan contra Israel.

Debía haber sido liberado en 1999. El tribunal de vigilancia penitenciaria lo anunció varias veces, que fue sistemáticamente anulada por los tribunales superiores, tras los correspondientes recursos de la fiscalía.

El punto culminante se alcanzó cuando se pronunció su liberación con la condición de que el ministro del Interior dictara una orden de expulsión. Entonces era Manuel Valls quien estaba al frente y se negó a aprobar la expulsión.

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