Se trata, pues, de encubrir el origen y la función del yihadismo y aparentar que, desde Nigeria a Tailandia, se han expandido de la noche a la mañana como caídos de un guindo. Morenés se puso a largar sobre la expansión del Estado Islámico y la necesidad de “combatir” este fenómeno al más puro estilo idealista: “en la batalla de las ideas”, dijo. Para esa “batalla” el ministro español necesita la complicidad de los periodistas y que las “notas oficiales” vayan “acompañadas con trigo” porque, a su juicio, el mensaje yihadista “está calando en sustratos ideológicos que van acompañados de pérdida de futuro y pobreza”.
Después de esa tontería llegó lo mejor (si cabe). Resulta que en el acto estaba presente un consejero de la Embajada de Irak en España que quiso aprovechar la presencia del ministro para preguntarle si el gobierno español tenía pensado enviar a aquel país más militares, siguiendo la senda de Estados Unidos.
Desde enero de este año en Irak hay 300 militares españoles para realizar labores de “formación”, concretamente en la región de Besmayah y en el aeropuerto de Bagdad.
Tras la pregunta, el ministro Morenés se puso hecho una furia, pasó al ataque y le respondió al más puro estilo fascista-imperialista: “Le voy a decir una cosa que le va a sonar dura –comenzó advirtiendo– es muy importante que los 300 españoles que están allí formando reciban los suficientes oficiales iraquíes a formar. El problema que tenemos es que no tenemos suficientes oficiales que formar. En Besmayah eso se está solucionando, pero le tengo que decir y aprovecho para decírselo que sería muy conveniente una moralización de la oficialidad iraquí que viene a formarse a la hora de asumir la responsabilidad de formarse”.
El panorama quedó de tal manera que la queja del diplomático se convirtió en la queja del ministro. La culpa de todo la tiene el gobierno de Irak porque no proporciona suficientes oficiales para recibir formación de los 300 militares españoles desplazados hasta allá con ese fin. “Que no ocurra lo sucedido en otros países, que teníamos que rogar que nos mandasen a las fuerzas para formar”, le dijo Morenés de muy malos modos.
Pero la soberbia del ministro no se quedó ahí y lanzó un mitin para criticar a los oficiales iraquíes porque carecen de la convicción suficiente “sobre lo que se está haciendo” allí. Es alucinante: ¿son los militares irakíes los que no saben lo que tienen que hacer en su propio país? Y si no lo saben, ¿se lo tienen que enseñar los militares españoles?
Una vez lanzado el ministro no fue capaz de parar sus comentarios estúpidos: muchos oficiales irakíes, dijo, “no ven el sentido de lo que estábamos haciendo” y acabó sin cortarse ni un pelo: no sólo los soldados españoles en Irak les tienen que enseñar a los irakíes lo que tienen que hacer sino que -ni corto ni perezoso- el propio ministro le dijo al diplomático lo que tenía que hacer: “Ya que es usted el encargado de la Embajada de España transmita este mensaje a sus superiores”.
A Morenés el calificativo de fascista se le queda pequeño. Le gusta dar órdenes y aunque habla de “moralizar” al ejército irakí, debería mirar en sus propias filas porque los escándalos que salpican a la tropa española son de órdago.
Una última cosa: si los militares irakíes no mandan soldados para que los españolitos les enseñen lo que tienen que hacer, ¿por qué el ministro no ordena que vuelvan a España? Para rascarse la barriga es mejor que se queden en sus cuarteles. Igual nos ataca alguien y pilla a nuestras aguerridas fuerzas dispersas por ahí lejos…