Entre enero y marzo a 35.7 por ciento de la población trabajadora no le alcanzaba para comprar una canasta básica, en mayo este porcentaje llegó a 54.9 por ciento de los trabajadores.
Son más de 10 millones de trabajadores más a los que no les llega para las necesidades más básicas.
Antes 3 de cada 10 trabajadores se encontraban en pobreza laboral. A pesar de que tenían un empleo o una actividad económica, sus salarios no les alcanzaban para comprar lo básico para su subsistencia. Ahora esta proporción es de 5 de cada 10 trabajadores. Es consecuencia de la reducción del empleo y la caída de los salarios.
Son 20 puntos más que a principios de este mismo año. Este nivel de pobreza obrera nunca se había registrado antes en el país. En la crisis económica del 2009 casi 40 por ciento estaba en la precariedad, incluso trabajando. El porcentaje más alto al que se había llegado fue en el 2014, durante el sexenio anterior, cuando se alcanzó un pico de 43 por ciento de trabajadores en pobreza.
El trabajo “en negro” no provee de prestaciones laborales ni acceso a los servicios de salud y tiene un papel más relevante que el convencional en la caída del nivel de vida de la fuerza de trabajo: no tienen atención sanitaria, no tienen pensión, ni tampoco otras prestaciones sociales.
Entre abril y mayo se observa una caída de los salarios reales del 6,2 por ciento. En abril, los trabajadores recibían en promedio 1,516 pesos; para mayo, ganaban 1,422 pesos.
La masa salarial, o sea, la suma de las remuneraciones que reciben los trabajadores, también disminuyó.
En mayo había más de 12 millones de trabajadores sin ninguna clase de ingresos y un 20 por ciento más de trabajadores que ganaban muy poco, según Coneval.