Los primeros F-16 de la OTAN ya sobrevuelan los cielos de Ucrania

Los primeros F-16 de la OTAN ya han llegado a Ucrania y han comenzado a sobrevolar los campos de batalla, cumpliendo así otro de los sueños de la Alianza, que desde el inicio de la guerra no fue capaz de imponer una zona de exclusión aérea, como en Libia.

Eso ha justificado muchos de sus fracasos: la OTAN va perdiendo la guerra lastimosamente, dice de puertas afuerza, por la superioridad aérea de Rusia. Es un mensaje muy repetido, que ya lanzaron primero con los tanques (Leopard, Challenger, Abrams) y luego con los Himars. Su incidencia en el campo de batalla ha sido cero, como se ha podido comprobar repetidamente.

Ahora la monserga no es tan triunfalista. La OTAN sospecha que los F-16 no van a servir para nada absolutamente, excepto para probar las defensas antiaéreas rusas y sus dispositivos de guerra electrónica. Es un punto en el que han insistido repetidamente, especialmente en el Puente de Kersch, que han tratado de derribar por todos los medios imaginables, tanto aéreos como marítimos.

No hace falta ser un acreditado estratega militar para saber que aunque el Puente hubiera sido derribado, no aportaría absolutamente nada al balance de fuerzas militares, es decir, que se trata de una operación propagandística, más propia de un guión de Hollywood.

Pero las defensas antiaéreas rusas son una de las grandes obsesiones de la OTAN, no porque puedan aprovecharlas para inclinar el curso de la guerra, sino para futuras operaciones militares, especialmente de tipo nuclear. La destrucción de una instalación de radar de alerta temprana en Armavir fue un ejemplo.

Es otro asunto en el que es imposible avanzar sin sacudirse de encima, una vez más, la intoxicación propagandística occidental que, naturalmente, asegura que los radares y los misiles rusos fallan, es decir, que la defensa antiaérea rusa es muy porosa, a pesar de las gigantescas inversiones relizadas para proteger las infraestructuras militares y civiles.

La cuestión no es si la OTAN y sus secuaces ucranianos pueden disparar o no en profundidad hacia objetivos en el interior de Rusia, tanto si son militares como civiles, sino si esos disparos ATACMS de largo alcance son capaces de penetrar las defensas rusas.

Ninguna defensa antiaérea es totalmente fiable. Los rusos aseguran que son capaces de interceptar un 97 por cien de los lanzamientos y las fuentes occidentales sólo informan de ellos abiertamente cuando tienen éxito. De manera indirecta es posible conseguir información de lo que les espera a los F-16 de la OTAN en Ucrania, especialmente los misiles SAM (tierra-aire).

Por ejemplo, hace ya tiempo que no hay informaciones sobre ataques al Puente de Kersch porque la OTAN ha desistido de ellos, lo cual a su vez es consecuencia de sus repetidos fracasos. En consecuencia, es posible asegurar que, cualquiera que fuera su eficacia inicial, la defensa antiaérea rusa ha mejorado ostensiblemente e impide cualquier conato de ataque, tanto con misiles como con drones.

Por eso los países que compraron misiles SAM, incluídos algunos de la OTAN, como Grecia y Turquía, se niegan a deshacerse de ellos. Turquía ha preferido quedarse con los SS-400 rusos a costa de no poder comprar los cazas F-35 estadounidenses.

India prueba la porosidad de las defensas rusas

Recientemente la Fuerza Aérea de India realizó unos ejercicios militares, desplegando sus cazas como si fueran aviones de ataque hostiles para probar los SS-400 de fabricación rusa. En el ejercicio, la defensa antiaérea derribó el 80 por cien de los cazas atacantes, obligando al resto a retirarse.

Actualmente India tiene tres regimientos de misiles SS-400. Están divididos en dos grupos, estacionados en las fronteras con China y Pakistán, respectivamente. En 2026 los rusos les entregarán otros dos más.

La URSS, y luego Rusia, han puesto el énfasis en la defensa antiaérea dentro de su doctrina militar porque, a diferencia de la OTAN, nunca planificó una guerra ofensiva con absoluta superioridad aérea, como es el caso de occidente y, particularmente, de Estados Unidos.

Por eso los mejores sistemas de defensa antiaérea de la historia militar son soviéticos y rusos. No tienen competencia. Hace unos años El País reconocía que los SS-400 eran “un sofisticado sistema codiciado por las potencias emergentes” (*). Si es capaz de derribar un caza F-35 que, supuestamente, es furtivo, sobra decir que los F-16 tienen ante sí una tarea complicada.

http://mpr21.info/?s=f-35

Rusia desplegó las primeras baterías SS-400 en 2007. Hoy tiene más de 30 operativas, incluidas cuatro en Crimea que le permiten dominar el espacio aéreo sobre el Mar Negro. También ha transportado un par de ellas a Siria.

(*) https://elpais.com/internacional/2019/07/12/actualidad/1562946364_806211.html

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