El desarrollo de medios de disuasión, especialmente misiles, capaces de atacar a los portaaviones, reduce la capacidad de las fragatas estadounidenses de acercarse sin riesgo a una distancia suficiente de la costa y desplegar la aviación.
La decisión adoptada hace 20 años por el Pentágono de fabricar portaaviones ligeros, manejables y polivalentes, pero de corto alcance, ha sido un error porque, aunque son más baratos y más rápidos, ponen en peligro la estrategia americana que está en el origen de los grupos de portaaviones.
El desarrollo de los misiles antinavío de mediano alcance por adversarios potenciales, como Rusia, China, Irán y Corea del norte, pone en tela de juicio la eficacia de la estrategia militar estadounidense.
Hendrix ponía como ejemplo el “matador” de portaaviones DF-21D presentado por China en el último desfile militar de Pekín, que tiene un alcance de 1.450 kilómetros. Se trata del primer misil balístico de largo alcance con base en tierra capaz de acertar a un portaaviones y a su grupo de apoyo en movimiento, amenazando directamente el potencial marítimo militar de Estados Unidos.
En 2009 el Instituto Naval de Estados Unidos estableció que la carga del misil basta para destruir un portaaviones con un solo impacto y que actualmente no hay ningún medio de defensa contra él, si funciona tal y como se le supone.