Esa nebulosa entidad ha adquirido una extensión inquietante, y ello en poco tiempo. En el transcurso de unos pocos meses. En esa extensión juega un papel la complicidad internacional de las grandes potencias internacionales y los Estados del petrodólar. Pero nadie estaba en disposición de aportar información precisa sobre ese movimiento.
Los escasos indicios provienen de “combatientes desertores y de datos internos de la administración del Califato Islámico requisados en Bagdad”, pero como se indica “todo esto no constituía una explicación satisfactoria del ascenso fulgurante de esa organización hasta esos niveles, antes de que los ataques aéreos de finales del verano de 2014 pusieran fin a su marcha triunfal”.
La web Les Crises revela que un tal Samir Abd Muhammad al-Khlifawi, llamado también Haji Bakr, poseía una documentación clasificada “top secret” sobre este monstruo que amenaza a todo el planeta, y que encuentra facilidad para sus actividad en Oriente Medio y en África del norte, tanto en Libia como en Túnez.
A estos efectos, los documentos en cuestión en poder de Haji Bakr, que fue asesinado, “permiten determinar cómo se organiza el mando del Califato Islámico, y qué papel juegan en ello sus altos responsables”. Los documentos muestran sobre todo que la planificación de la toma de control del norte de Siria ha permitido en primer lugar el progreso de la organización en Irak.
Además, meses de investigaciones efectuadas por el Spiegel en Siria, así como nuevos documentos recientemente descubiertos, a los que el Spiegel ha tenido acceso en exclusiva, demuestran que “las instrucciones de Haji Bakr fueron meticulosamente ejecutadas”.
Muy ocultada, la existencia de estos documentos “fue primeramente señalada por un testigo ocular que los había visto en la casa de Haji Bakr poco después de su muerte”. En abril de 2014, una página suelta del documento fue filtrada en Turquía, en donde el Spiegel pudo estudiarla por primera vez.
En noviembre de 2014 fue posible llegar a Tal Rifaat para examinar el conjunto de páginas manuscritas, añade Les Crises. El proyecto de Califato Islámico fue puesto en marcha de una manera minuciosa, realizando el reclutamiento bajo el pretexto de defender el Islam, por dos emisarios que instrumentalizaban la religión, eligiendo como víctimas a personas susceptibles de ser influenciadas, y mediante un método muy concreto: formular una lista de familias influyentes, identificar a sus miembros principales, averiguar el número y el tamaño de las brigadas en los pueblos e identificar a su jefe.
Pero también era necesario conocer sus fuentes de ingresos, sus orientaciones políticas y examinar sus pasados para poder utilizarlo como arma contra ellos. La situación permitía emplear la religión en ese sentido, para manipularlos y controlar su vida. Los dos agentes debían identificar a los delincuentes y a los homosexuales a fin de ejercer un chantaje. El plan diabólico puesto en marcha señalaba a continuación el nombramiento de un jefe.
La web Les Crises informa que, para mayor influencia, se había hecho un añadido a las instrucciones, indicando que numerosos “hermanos” serían escogidos en cada pueblo para casarse con las hijas de las principales familias, como medio de “infiltrar a estas familias no advertidas”.
De hecho el objetivo del plan era aplicar todos los criterios que pudieran crear división entre la población siria e iraquí. Sus tácticas se apoyan en la información de cada habitante. La continuación del plan consistía en “la designación de un emir o comandante, que decidiría sobre los asesinatos, los secuestros, los tiradores, la comunicación y su cifrado, mientras que un emir supervisaría a otros emires”.
El plan incluía “servicios de investigación operando de forma paralela, incluso a nivel provincial”. Y ello para la instauración del Califato Islámico, naturalmente con jueces de “la shariá”, tribunales y la obligación a la piedad. Al nombramiento de Abu Bakr Al-Baghdadi como emir le siguió el nombramiento como “califa”, dirigente oficial del Califato Islámico.
La nebulosa poco conocida antes de 2013 en Irak se revelaría a partir de esa fecha como una potente organización en Siria, en donde consiguió introducirse gracias al proyecto de Bakr. ¿Quién estaba detrás? Todo el mundo está de acuerdo en que Al-Qaeda, producto de los laboratorios de Langley, ha producido al Califato Islámico. Sobre este tema, se comenta en la misma web Les Crises un encuentro entre Abu Bakr y Mosaab al-Zarqawi, un discípulo de Bin Laden.
Este encuentro reforzó su influencia, pero fue detenido por los norteamericanos y hecho prisionero entre 2006 y 2008, lo que retrasó su proyecto. Sin embargo reiniciará sus actividades en 2010.
En el artículo se habla del arquitecto de este proyecto como un antiguo militar del ejército de Sadam Hussein, ayudado por numerosos militares de la misma tendencia. Si el motivo de la revelación de esos documentos en ese momento era acusar a Sadam, incluso ya muerto, de crear el Califato Islámico, es también una forma de esconder la culpabilidad de los verdaderos instigadores. Y esto sucede en el momento en que Siria está a punto de conseguir una victoria en una guerra multinacional que dura ya cinco años.