El jueves el ejército ruso atacó la fábrica Yuzhmash en la ciudad de Dnepropetrovsk con un misil Oreshnik, inédito hasta la fecha. Es un disparo de advertencia que responde a la imparable escalada de la OTAN en Ucrania.
Según el Pentágono, Rusia les informó del lanzamiento una hora antes. El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, matizó que no fue exactamente así: la alerta se activó automáticamente.
El misil no puede ser interceptado por las modernas defensas aéreas. Vuela a una velocidad de 10 mach, es decir diez veces la velocidad del sonido, o tres kilómetros por segundo. Es de mediano alcance y vuela a una distancia de 1.000 a 5.500 kilómetros.
No existe ningún sistema de defensa aérea o antimisiles en el mundo capaz de interceptar estos misiles hipersónicos. El misil podría alcanzar muy rápidamente objetivos clave de la OTAN en Europa. Podría llegar a la base estadounidense de misiles Aegis Ashore en Redzikowo, Polonia, entre ocho y once minutos después del lanzamiento.
La OTAN no tiene misiles que vuelen a tales velocidades, ni tampoco misiles hipersónicos. Aunque Estados Unidos se ha jactado repetidamente de poseer tales misiles, nunca ha demostrado su vuelo. Han mostrado misiles volando a una velocidad supersónica de 5,5 veces la velocidad del sonido, pero en artillería la velocidad hipersónica comienza en 6 ó 7 mach.
El principio de funcionamiento es similar al demostrado por el misil hipersónico Kinjal, lanzado por el avión supersónico MiG-31K, o el vehículo planeador del sistema hipersónico Avangard acelerado por el misil balístico intercontinental UR-100N UТТKh.
El misil está equipado con varias ojivas. Acelera a velocidad hipersónica y los bloques de separación vuelan hacia el objetivo también a velocidad hipersónica.
El nuevo misil ruso podría transportar al menos seis ojivas de reentrada contra objetivos independientes múltiples (MIRV).
Misiles de corto, medio y largo alcance
Los misiles se pueden clasificar según el alcance que son capaces de alcanzar. Los misiles balísticos de corto alcance (SRBM) están diseñados para apuntar a fuerzas enemigas dentro de un radio de aproximadamente 1.000 kilómetros. Normalmente utilizados en escenarios tácticos, permiten una respuesta rápida a amenazas regionales.
Los misiles balísticos de medio alcance (MRBM) amplían su alcance operativo a aproximadamente 3.500 kilómetros. Estos sistemas fortalecen las capacidades de disuasión de un país al permitir atacar objetivos más distantes sin recurrir a sistemas intercontinentales.
Los misiles balísticos intercontinentales (ICBM) representan la categoría de mayor alcance, con capacidades que superan los 5.500 kilómetros. Estos misiles sirven como elemento de disuasión estratégico, capaces de transportar cargas explosivas de un continente a otro e influir significativamente en el equilibrio internacional de fuerzas.
Estados Unidos, Rusia y China han desarrollado estos tres tipos de armas. A finales de la década de los ochenta, por iniciativa de Gorbachov, Estados Unidos y la Unión Soviética firmaron el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (Tratado INF) que prohíbe a ambos países todos los misiles balísticos lanzados desde tierra, misiles de crucero y lanzadores de misiles nucleares y convencionales con un alcance entre 500 y 1.000 kilómetros (corto y medio) y entre 1.000 y 5.500 kilómetros (alcance intermedio).
El tratado no se aplicaba a los misiles lanzados por aire o por mar. En mayo de 1991 los países habían eliminado 2.692 misiles, a lo que siguieron diez años de inspecciones in situ para verificarlo.
Si bien se prohibió el despliegue de misiles de cierto alcance, el desarrollo de misiles continuó. Alrededor de 2008, Rusia utilizó el diseño básico del misil intercontinental RS-24 (Yars) para desarrollar una versión más flexible con una carga útil más ligera. El resultado fue el misil RS-26, más fácil de manejar. Aunque pudo alcanzar el alcance necesario para ser clasificado como misil intercontinental, su carga útil era demasiado baja para ser verdaderamente efectivo.
Estados Unidos se retira del Tratado INF
A principios de 2018 Rusia decidió detener todo desarrollo del RS-26 e invirtió su dinero en el vehículo de planeo hipersónico Avanguard, más prometedor. Meses después Estados Unidos se retiró del Tratado INF porque, como dijimos entonces, necesitaba contrarrestar el desarrollo de armas chinas en el Océano Pacífico, particularmente en el Mar de China Meridional, ya que China no firmó el Tratado INF.
La retirada de Estados Unidos del INF se alineó con la retirada de 2002 del Tratado de Misiles Antibalísticos, que limitaba las defensas antimisiles. Poco después, Estados Unidos anunció la construcción de “instalaciones antimisiles” en el este de Europa. Estas instalaciones pueden reutilizarse fácilmente para disparar misiles de crucero contra Rusia.
En julio de este año la OTAN anunció que Estados Unidos desplegaría misiles de alcance intermedio con capacidad nuclear en Alemania a partir de 2026. Eso recreaba la situación que experimentó Europa antes de la firma del Tratado INF. Los misiles podrían alcanzar las principales instalaciones militares, industriales y administrativas rusas, así como la infraestructura de defensa.
El tiempo de vuelo de esos misiles, que en el futuro podrían estar equipados con cabezas nucleares, es de unos diez minutos.
Las ‘medidas espejo’ de Putin
Rusia tenía que responder a la amenaza con lo que Putin calificó como “medidas espejo” (*). Estados Unidos ya ha realizado ejercicios para desplegar sistemas de misiles Typhoon desde su territorio hasta Dinamarca y Filipinas, dijo Putin. Esta situación recuerda los acontecimientos de la Guerra Fría relacionados con el despliegue de misiles Pershing estadounidenses de medio alcance en Europa.
Si Estados Unidos implementa esos planes, añadió Putin, “nos consideraremos liberados de la moratoria unilateral previamente asumida sobre el despliegue de armas de ataque de mediano y corto alcance, incluido el aumento de las potencia de fuego de las tropas costeras de nuestra Armada”.
El ataque del jueves a la fábrica Yuzhmash en Dnepropetrovsk es la primera demostración de que Rusia casi ha completado el desarrollo de las “medidas espejo”. Sin recurrir a armas nucleares, Rusia es capaz de destruir cualquier instalación militar o fábrica en Europa con una probabilidad garantizada del 100 por cien, lo cual crea un nuevo escenario militar del que la OTAN va a tomar buena nota.
(*) http://en.kremlin.ru/events/president/news/74651