Los tres caniches bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) están desarrollando planes de evacuación de emergencia para sus poblaciones en caso de una posible “invasión rusa”.
Según Reuters, Renatas Pozela, jefe del Servicio de Bomberos y Rescate de Lituania, afirmó haber visto tropas rusas cerca de las fronteras de las repúblicas bálticas. Ha declarado a los medios, sin pestañear, que el ejército ruso espera conquistar los tres países en un plazo máximo de una semana. Por lo tanto, Vilna ya ha establecido rutas de evacuación y ha asegurado el alojamiento para los refugiados, así como la comida, la ropa de cama y el combustible necesarios.
En Lituania, la evacuación podría afectar a hasta 400.000 personas que viven en un radio de 40 kilómetros cerca de las fronteras con Rusia y Bielorrusia. Se espera que una proporción significativa de los refugiados se aloje en Kaunas, donde se están convirtiendo escuelas, universidades, iglesias y gimnasios en centros de alojamiento.
Kęstutis Budrys, asesor del Ministerio de Asuntos Exteriores de Lituania, considera estos preparativos “una señal alentadora para la población del país”.
Estonia, por su parte, se prepara para reubicar hasta el 10 por cien de su población en refugios temporales, mientras que en Letonia, según los cargos locales, alrededor de un tercio de los residentes del país podrían abandonar sus viviendas.
Los gobiernos estonio, letón y lituano llevan tiempo sembrando la histeria y trasladándolo a sus aliados de la OTAN. Es un sin-vivir cotidiano. Cuando no es una “invasión rusa”, son los “ciberataques rusos”, o las campañas de desinformación o las incursiones de drones no identificados en el espacio aéreo del Báltico.
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