Los nuevos archipiélagos productores de electricidad verde

En la actualidad ni los paneles solares ni los molinos eólicos pueden sustituir a las fuentes convencionales de energía. Muchos países tampoco pueden levantar más instalaciones alternativas en tierra por falta de suficientes días de sol o de viento, e incluso de espacio para albergarlas.

Han tenido que situarlas sobre las aguas y ya hay algunos mares poblados de islas energéticas artificiales, como el Mar del Norte. Bélgica y Dinamarca planean embarcarse en la construcción de archipiélagos capaces de producir electricidad “verde”.

A principios de este año, el medio Novethic anunció la próxima construcción de una nueva isla artificial, la primera que pretende ser “energética”. De aquí a 2030, permitiría conectarse a la electricidad producida por los parques eólicos marinos cercanos, pero también con otros países como Reino Unido.

Para aunar costes, las infraestructuras eléctricas se vincularán entre sí. De este modo, la electricidad podrá entregarse a varios países en ausencia de uno solo, y permitirá aparecer como un activo importante para los pequeños países de Bélgica y Dinamarca.

En definitiva, la isla permitirá recibir la electricidad producida por los parques eólicos vecinos, y servirá de intermediaria para transformar o almacenar esta energía antes de ser redistribuida a través de cables submarinos.

Dinamarca apuesta por conectar 500 aerogeneradores más grandes que la Torre Eiffel. Es un proyecto histórico. Con un coste actual de unos 28.000 millones de euros, el país quiere ser pionero en este ámbito y espera atraer a muchos especialistas, como ocurre hoy con los expertos en redes eléctricas chinas.

El gestor de la red eléctrica danesa, Energinet, se vanagloria de esta obra. Su vicepresidenta, Hanne Storm Edlefsen, dice que “las islas de energía son el proyecto de mi vida profesional, son mis bebés”.

Estos archipiélagos artificiales permitirían al país tener “una etiqueta” y “marcarán un cambio de escala en términos de estatus y de poder”, suficiente para adelantarse a la rica Noruega, que hasta ahora se beneficiaba de sus depósitos de petróleo y gas.

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