Ayer entró en vigor un toque de queda nocturno en Honiara, la capital de las Islas Salomón, después de tres días de disturbios en los que la vivienda del Primer Ministro, Manasseh Sogavare, fue atacada y barrios de la ciudad reducidos a ruinas humeantes.
Los manifestantes violaron el toque de queda y la policía disparó sus armas de fuego, así como gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes que desfilaban hacia la vivienda del Primero Ministro, situada en el este de la capital.
Tras los confinamientos las islas han dejado de ser un paraíso turístico. En los últimos días los manifestantes han quemado dos comisarías de policía. También se han producido saqueos e incendios en bancos y comercios que han devastado la capital. La multitud bloqueó durante una hora el centro de la capital con barricadas. Algunos blandían piedras, hachas y cuchillos y deambularon por los centros comerciales.
La explosión de furia se debe al desempleo crónico, agravado por unos confinamientos que se han prolongado durante dos años. El turismo se ha hundido y la población apenas recibe una comida al día.
El Primer Ministro le dijo a su homólogo de Papúa Nueva Guinea, James Marape, que “ciertos elementos” habían “intentado derrocar a un gobierno elegido democráticamente” y pidió que enviaran fuerzas de paz por un período “de tres a cuatro semanas”.
El gobierno australiano ha enviado un contingente de sodados y antidisturbios que patrulla junto con la policía local. Papua Nueva Guinea también ha enviado refuerzos.
Sogavare también culpó de las protestas a la injerencia extranjera, por la decisión de su gobierno de romper relaciones diplomáticas con Taiwán en 2019.