Que el precio del oro sube nunca es noticia. A principios de este mes superó la barrera de los 2.500 dólares la onza. Los bancos centrales siguen deshaciéndose de sus dólares y comprando oro.
El precio del oro sigue subiendo, en parte porque muchos países y particulares lo compran al precio que sea, sobre todo desde que en 2022 Occidente le robó a Rusia sus reservas de divisas.
Uno de los casos más significativos es el de Arabia saudí porque -junto a Estados Unidos- fue el país creador del petrodólar en la década de los setenta. Ahora acepta el pago del petróleo en moneda local y compra oro.
Desde 2022 ha comprado 160 toneladas en Suiza, aunque este tipo de transacciones -por su naturaleza estatégica- son más que oscuras. A ello contribuye el SAMA, la Autoridad Monetaria de Arabia saudí, que nadie sabe si es carne o pescado. Opera a la vez como banco central y como fondo soberano, es decir, no se puede decir que sea un ente públlico, ni tampoco privado.
Esa ambigüedad le permite hacer pasar las compras de oro del banco central como si fueran transacciones privadas. Por lo mismo, tampoco se sabe el volumen de sus reservas. Oficialmente ascienden a 323 toneladas.
El oro comprado por los bancos centrales no se incluye en las estadísticas del comercio internacional. Este último sólo se refiere al oro comprado por las empresas y los particulares. Sin embargo, parte de este oro suele terminar en las arcas de los bancos centrales. Probablemente es así como opera Arabia saudí.
A pesar de la diversificación de monedas, desplazar una moneda considerada refugio o medio de atesoramiento, puede llevar décadas. El 54 por cien de las reservas de divisas de los bancos centrales están en dólares que, además, está presente en el 88 por cien de todas las transacciones monetarias internacionales.
El euro es el competidor más cercano, con el 19 por cien de las reservas de los bancos centrales.
El valor del dólar estadounidense baja con respecto al oro pero sube frente a las demás monedas fiduciarias. Ha subido casi un 40 por cien desde su punto más bajo en 2011. Este fortalecimiento es una señal clara de que en el mercado mundial el dólar se compra más que se vende.