Bianchi
“La vida (dijo Pitágoras) se parece a una asamblea de gente en los Juegos; así como unos acuden a ellos para competir, otros para comerciar y los mejores (vienen) en calidad de espectadores, de la misma manera, en la vida, los esclavos andan a la caza de reputación y ganancia, los filósofos, en cambio, de la verdad” (Diógenes Laercio, Vidas de filósofos ilustres, VIII)
No tocaremos las Olimpiadas como negocio crematístico, su nulo amateurismo, las televisiones y el dopaje, que ya lo hacen otros y, seguramente, mejor. Nos detendremos en un par de aspectos, digamos, colaterales, según se mire. Y es que los Juegos Olímpicos albergan tal cantidad desmesurada y abusiva de disciplinas supuestamente olímpicas que no es ya que uno se pierda, sino que ni siquiera sospechaba de la existencia de algunas amén de lo muy discutible que lo sean (algunas prácticas olímpicas, decimos).
Probablemente muchos de los cientos y cientos de miles y miles de blogueros que tenemos en este simpar y simpático blog, no sepan qué cosa eran los “Juegos Reunidos Geyper” que van en el título de este somero comentario. Se trataba -igual existen todavía, no lo sé- de una serie de juegos y divertimentos lúdicos -tres en raya, rompecabezas, por supuesto la oca, etc.- cuya cantidad (de juegos) era mayor o menor en función de lo que tu padre estuviera dispuesto a pagar, siempre como regalo de Reyes. Si tenía guita guapa, pues compraba al pibe unos Geyper ¡completos!, o sea, más caros, y así fardabas ante el vecinito cuyo papá era un modesto obrero y justo le llegaba para regalar unos Geyper… ¡incompletos!, pero más baratos. Hasta en esto hay clases, señores.
Detectamos de un tiempo acá una inflación en las disciplinas que le dicen olímpicas y estimamos que no lo son. Ni en principio (obviamente el ciclismo no lo podía ser, por ejemplo) ni en origen. En Río-16 hay exactamente 39 prácticas deportivas con sus variantes, eventos y modalidades (por ejemplo, piragüismo en aguas tranquilas o en aguas bravas donde recién ganó un oro una vasca, o sea, dos veces española). Incluso admitieron presuntos “deportes” tan masivos y populares como… el golf (también el rugby, pero este sí es popular realmente, aunque de olímpico, cero patatero, en nuestro criterio). Y se dice que para los próximos Juegos en Tokio-2020 el COI incluirá como nuevas disciplinas el kárate (este tendría su lógica ya que su origen está en Japón), el surf, el skate (de claro origen urbano), la escalada deportiva y el béisbol/softbol, que a saber qué chorrada es. Fueron desapareciendo, con el tiempo, el tiro a pichón (¿sabían de la existencia de este arte cinegético como juego olímpico? Yo no), la pelota vasca, trepar la cuerda o. . . el ascenso en globo, sí, leyeron bien. Pero hay más, agárrense. El Barón de Coubertin dizque factótum de los JJ.OO., el de “lo importante es participar”, eso dicen que dijo sin que la CNN recogiera el testimonio, pensó en incluir en los Juegos competiciones. . . de arte que englobaba la literatura, la arquitectura, la escultura, la pintura y la música, casi el trivium y cuadrivium bajomedievales. El único requisito para poder competir era que las obras -leo por ahí- tuvieran su inspiración en el deporte. De hecho, en los JJ. OO. de Estocolmo de 1912 se compitió en estas facetas estéticas. No mencionaremos por decoro la base militarista que tenía la idea primigenia de Pierre de Coubertin que pretendía formar una juventud musculosa y preparada a la prusiana manera con vistas a futuras guerras.
Claro que, oyendo a locutores españoles, sobre todo radiofónicos tipo Manolo Lama, lo importante es ganar y lo demás es cuento y una chufa, pero volveremos sobre esto al final. Se ve que este tombolero vendedor de muñecas chochonas -por las voces estentóreas que da y emite- no vio el cortometraje de Claude Lelouch titulado “Los Perdedores” (The Losers) realizado fijándose en los atletas que no ganaban el metal áureo, que diría un poeta modernista rubendariano. Lo rodó, junto a otros directores más, en los JJ. OO. de Munich en 1972.
Vamos acabando y yendo al grano que nos interesa, y es la criba salvaje, lo admitimos, que vamos a hacer eliminando los presuntos “deportes” que llaman olímpicos y no lo son (como la democracia ésta que “disfrutamos”). Antes de la escabechina que se avecina, ya nos adelantamos a decir que respetamos en lo que vale los enormes esfuerzos y horas de entrenamiento y sacrificio de quienes obtienen medallas en prácticas que no consideramos olímpicas, o sea, no negamos el mérito en absoluto y ni mucho menos. Dicho esto, vamos allá con el bisturí. No consideramos disciplinas olímpicas, pero ni por el forro, por orden alfabético, Aguas abiertas, Bádminton, Baloncesto (los gringos “concentrados” en un yate aparte de la Villa Olímpica, te cagas, por no morirte de risa), Balonmano, Ciclismo BMX y sus variantes de montaña, en ruta y en pista -por muy duras y meritorias que sean las pruebas, repetimos-, Esgrima, Fútbol (me entró la risa otra vez), Golf (disciplina proletaria, es sabido), Hípica (arte militar y casi exclusivo de milicos), Hockey sobre hierba, Natación (que tiene sus propios Mundiales, como el ciclismo, fútbol, etc.), Piragüismo (ya hablamos), Remo, Rugby 7, Salto, Taekwondo (tengo dudas), Tenis (jajajajá…), Tenis de mesa (jojojojó…), Tiro con arco (menos mal que no lo bautizaron como “tiro al negro” tan de moda en Yankilandia), Tiro deportivo (ídem), Vela, Voleibol, Voleibol playa y, respiren, acabamos, Waterpolo. Por el contrario, sí consideramos -tal vez se nos filtre alguno- olímpicos a Gimnasia artística, en trampolín y rítmica, la Halterofilia, el Judo (con reservas), la Lucha (sin reservas), el Pentatlón, el, por supuesto, Triatlón (a pesar de la bicicleta por medio) y, también, aunque hiera alguna susceptibilidad, el boxeo, que remeda el Pancracio griego (Platón, que significa “el de las anchas espaldas”, lo practicaba). ¿Y el atletismo, Bianchi? Por favor, eso ni se pregunta, va de suyo, se supone el deporte olímpico por antonomasia: el atletismo. A la hora de hacer balance al final de los Juegos Olímpicos hay dos medalleros y dos raseros, el primero computa el total de medallas ganadas en todas y cada de las prácticas deportivas, incluidas las que nosotros hemos excluido sajando por partes como nuestro ídolo “Jack the Ripper”. Y luego están los metales que nosotros sumamos como válidos y reales, a saber, los que hemos nombrado, especialmente el atletismo. Haga el lector este ejercicio al final de los JJ.OO. y sume de un lado las medallas de un lado y de otro y se encontrará que, al final, Jamaica o Trinidad Tobago, pongo por caso (en Pekín sucedió así), están la cuarta y quinta en el ránking final muy por encima de, por ejemplo, España, que ahora saca pecho contando las medallas hasta en arrastre de piedra si existiera. Disciplinas, por cierto, que desprecian y ni se acuerdan de ellas el resto del año, como a la nadadora ésta (no recuerdo cómo se llama ahora), encima catalana, o sea, tres veces española (la vasca solamente dos, y la gallega ni se sabe, que lo diga Mariano que es de Santiago). El cómputo en atletismo es el real y el que responde en toda su autenticidad al espíritu olímpico, cosa que saben -y callan como putas- los locutorcitos patrioteros hispánicos que apuesto a que cambiarían la quincalla metálica por un solo oro en atletismo, como el oro de Fermín Cacho en 1.500, prueba reina junto con los 100 metros lisos, en Barcelona-92, por ejemplo. En fin, también están, no nos olvidamos, los Juegos Paralímpicos. Y los de invierno (en Rio, por cierto, están en invierno, el cálido invierno de allí, claro).
¿Y para cuándo se incluirá el ajedrez como deporte olímpico o es que el cerebro no suda ni adelgaza el cuerpo? Y, ya puestos, ¿cuándo carajo se celebrarán unas Olimpiadas Filosóficas? (En Barcelona se iban a celebrar una especie de “Contraolimpiadas Populares” que el inicio de la guerra civil frustró). Vean el programa: apertura, debate y discusión, refectorio o papeo, siesta ligera, café, copa y puro (no es obligatorio el veguero), se continúa el debate o se abre otro, cena, leer el MARCA, comentar la jugada y ala, a la piltra, a cocheras. A las once apagar la luz. Diana a las nueve menos diez.
Buenas tardes.
A mí, por menos (extenso), ya me preguntaron que qué tomaba. Y es que siempre hubo aquellos a quienes molesta la luz y más cuanto más intensa habituados como están a la oscuridad. No sé si soportarán esos soles lejanos llamados estrellas, aunque me temo que tampoco. ¡Aléjate de ellos, Bianchi, que te pueden enfangar! ¡Mide bien tus palabras, Bianchi; ten cuidado con lo que dices!
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¿Por qué no dejar que les den montón de paja a trillar a las masas a fin de evitar que se puedan ver tentados por la filosofía, política y demás letras, una vez hecha la tabla semanal de cultura física. Déjalos que se partan el alma entrenando físicamente como base al entrenamiento de esas otras "disciplinas" que destripas, no vaya a ser que por tus intervenciones se acabe la larga noche de los muertos vivientes. (Mira que ya vamos por el tercer milenio y fíjate qué tranquilidad, una vez hecha la limpieza de turno de indeseables como nosotros por sus excelencias -los católicos-: quemando herejes al inicio de esta historia como durante la santísima inquisición, un siglo después por ese exhaustivo barrido a base del fuego purificador franquista a fin de no dejar más que a la gente buena y bien normada; y es que tú te sales del molde, macho. Y ahora pareciera que viene otra limpieza por los herederos de esa última cruzada −más técnica de momento, eso sí; asimismo a nivel mundial, aunque mediando también guerras por acá o acullá- como forma de preservar el sistema que tanto costó imponer y mantener).
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Déjate de "Contraolimpiadas Populares" y, a lo que importa: para evitar que haya muchos indeseables como nosotros. No vaya a ser que sus excelencias decidan volver con las quemas y que a la buena gente les dé nuevamente por arrimar leña (literal y metafóricamente entendido): que si date cuenta qué cosas decía el imprudente, que si… en fin, que nos lo habríamos buscado y que por ello esos trilladores no van a hacer, ni remotamente, de baluartes para nosotros, por indeseables.
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Buona tarda