Los imperialistas se disponen a desatar guerras confesionales de larga duración en Oriente Medio

Un documento confidencial de los servicios de inteligencia yemeníes titulado «El magno proyecto de Estados Unidos para la región» descubre que los imperialistas tienen previstas guerras confesionales prolongadas en la península arábiga que causarán centenares de miles de muertes de musulmanes de todas las confesiones. El documento ha sido divulgado por la agencia siria de noticias Dampress.
Los cálculos estiman que el nuevo rey Salman de Arabia saudí se verá obligado a gastar miles de millones de sus reservas de divisas para tratar de controlar la guerra, que irán a parar a las empresas fabricantes de armamento, en su mayor parte estadounidenses.
Los planes de Estados Unidos, que se centran sobre sobre Arabia saudí y Egipto, suponen también la “irakización” de Yemen, un escenario caótico de guerras entre facciones, especialmente entre sunitas y chiítas, similar al que ya existe en Libia y Siria.
El documento no explica la manera en la que el imperialismo logrará sumir a Egipto en el caos, aunque no resultará difícil que la interminable en Libia acabe por alcanzar a los sus vecinos orientales. La inteligencia yemení parece convencida de que tarde o temprano Egipto se verá involucrado en la guerra de Libia, lo que puede convertirla en una masacre aún más sangrienta y más prolongada en el tiempo.
Según las informaciones en poder de la seguridad yemení, el Califato Islámico “forma parte de una vasta maquinación; podría apoderarse de una gran parte de Irak y tratar de amenazar a las regiones chiítas sin riesgo de caer”. Los yemeníes se extrañan de que a pesar del ataque de los fundamentalistas contra una base militar americana en Bagdad, los imperialistas no hayan mostrado ningún signo de reacción.
El Califato Islámico no va a desaparecer de manera inmediata. Una de las misiones que los imperialistas les han encomendado es la de consumir las enormes reservas de divisas de Arabia saudí, desestabilizar la monarquía wahabita y llevar la yihad al corazón de la península arábiga.
En Yemen los imperialistas han dado ventaja a Al Qaeda, cuya misión es la de apoderarse de Hazart al Mot, de al Mohra, en el sur de Maareb y de al Bayza, cerca de la costa. Adén quedará en manos del gobierno central y las demás ciudades serán defendidas por el ejército estadounidense, cuya presencia se justificará precisamente con la necesidad de «luchar» contra Al Qaeda.
Luego Estados Unidos presionará a los jeques de Ryad para que financien la guerra. La fuerza aérea emprenderá bombardeos de diversas instalaciones e infraestructuras, lo mismo que en Siria e Irak. Los países del mundo se dividirán en dos frentes. En el norte los rusos apoyarán a los hutis chiítas, constituyendo otro de los frentes de lucha. Por su parte, Arabia saudí culpará a Irán de la guerra, exactamente como sucede ahora en Siria.
Finalmente, el documento reproduce otra de las constantes de la actualidad: en todo el mundo Estados Unidos activará su máquina de propaganda para reclutar jóvenes que vayan a combatir a Yemen en las filas del Califato Islámico.

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