Durante tres meses un joven actor con falsos perfiles en internet mantuvo sexo virtual con 5.000 religiosos de 36 países. Muchos de los curas tenían una edad avanzada, algunos incluso 80 años.
Las grabaciones se llevaron a cabo en Estados Unidos, Italia, el Vaticano, España, Francia, Alemania, Países Bajos, Bélgica, Inglaterra, Costa Rica, México y Filipinas, entre otros.
Las escenas de sexo virtual involucran tanto a obispos y sacerdotes, como pastores. Descubren el submundo de las relaciones homosexuales en las iglesias católica, anglicana, evangélica y baptista. Todos acaban de la misma forma: con una eyaculación grabada a través de una webcam.
En una entrevista publicada por “El Confidencial”, el director del documental afirma que las imágenes son sobrecogedoras. Un obispo se levanta la sotana y muestra una braga roja de encaje. Un sacerdote aúlla y pide que le llamen perra y putita, mientras reclama que le orinen encima. Otro religioso se desnuda en su propia parroquia, delante de una imagen de la Virgen María.
El estudio sobre los hábitos sexuales de los sacerdotes se gestó a través de Facebook. Al principio el director sólo quería averiguar si los religiosos usaban internet para tener contacto con otros hombres.
Las grabaciones se llevaron a cabo durante casi tres meses en un estudio de Brasilia decorado como si fuese un dormitorio. Para ello, se sirvió de un actor de 25 años con tres perfiles. Su nombre artístico es Darico Macedo y se presenta en internet con su foto real.
“Cuando me invitaron a hacer la película, pensé que sería muy difícil ganarme la confianza de los religiosos, pero ocurrió lo contrario. Al ver a un obispo levantarse la sotana y mostrarme que llevaba bragas rojas me di cuenta de que sería un mundo sin fronteras”, asegura el actor.
En total, el equipo ha grabado más de 500 horas con escenas explícitas de sexo que el documental mostrará, aunque pixelará las caras de los protagonistas ante la posibilidad de querellas.
El director del documental reconoce que nunca imaginó que conseguiría grabar a un número tan grande de clérigos en paños menores. “Creía que iban a tener más cuidado. Pero parece que para ellos practicar sexo por la webcam es la cosa más natural del mundo”, revela Giovanini.
Durante la investigación previa, que duró seis meses, realizó un trabajo minucioso y riguroso. El director y su equipo controlaban que los religiosos pertenecían realmente a alguna Iglesia antes de aceptar la invitación a practicar sexo delante la cámara.
“Seleccionamos a los que tenían fotos oficiando misas. Hicimos distintas averiguaciones para cerciorarnos de que realmente eran religiosos en activo”, asegura el director.
Su equipo creó tres perfiles de Darico Macedo, actor cuyo nombre real no se revela. En poco tiempo llegaron a tener más de 5.000 amigos. “Desde el comienzo percibí que en la red no hay límites”, señala el actor, que en su vida real es homosexual.
“Soy consciente de que me estoy exponiendo mucho y que, de alguna forma, me estoy convirtiendo en un activista militante. No ha sido una decisión fácil, pero no me arrepiento”, explica Macedo.
“Normalmente Dener hablaba con ellos por el chat y explicaba que mis padres estaban en el cuarto de al lado, o sea, que yo no podía hablar en voz alta. Mientras Dener escribía, yo actuaba delante de la cámara. Muchas veces tuvimos que recurrir al Google Translator para comunicarnos con ellos. Yo no sé español, italiano ni sueco”, cuenta el actor.
Dener destaca que “fue más fácil grabar a los católicos porque practicaban sexo en cualquier lugar: en el dormitorio, en la parroquia. No tenían el menor reparo”.
En el documental aparecen menos evangélicos porque “suelen estar casados y tenían que encerrarse en el baño para mantener las sesiones de sexo online”, revela.
“Hubo un momento que tuve en la pantalla a un religioso al lado de dos ángeles, con una talla de la Virgen María en primer plano y completamente desnudo, masturbándose. Era muy difícil concentrarme, porque las imágenes que estaba viendo eran tremendamente chocantes. Fue un desafío enorme”, reconoce Darico.
Ante la cámara un cura decepcionado con la vida en la Iglesia admite que conoce a muchos religiosos que seducen a jóvenes con drogas, como la heroína y la cocaína, a cambio de sexo, al ser más fácil mantenerlos enganchados.
El documental también pone de relieve la realidad de los seminaristas que entran en la Iglesia para disfrazar su condición sexual. Para ellos es más fácil esconderse socialmente, así no tienen que dar explicaciones sobre por qué no salen con chicas.
Un seminarista de 19 años relata en el documental que es gay y que no tiene la menor vocación religiosa, pero no se atreve a abandonar la Iglesia porque lo único que aprendió a hacer en la vida es rezar. “Yo estoy condenado a ser cura. Todos los días rezo y le pido a Dios que me dé la fuerza necesaria para matarme”, confiesa.
es el primer largometraje para cine grabado íntegramente por internet.