Rafael Boso
(A propósito de un artículo de Guillermo De Tuya, miembro del Buró Político de los CJC y de la Comisión de Movimiento Estudiantil del Comité Central.)
Para los CJC, el «movimiento estudiantil» parece ser que ha llevado consigo un lastre durante décadas y que ya es hora de «superar». Uno de ellos es el reformismo de Estudiantes en Movimiento y otro es la «dirección» del ficticio Sindicato de Estudiantes (lo cúal ya es de por sí curioso que un sindicato ficticio dirija todo un «movimiento» e incluso lo lastre durante décadas). Por tanto, la solución que encuentran es la creación de un sindicato a nivel estatal, que vertebre la «resistencia popular contra el desmantelamiento de la educación pública». Un «sindicato estudiantil a nivel estatal, que supere las divisiones ficticias de corte nacionalista, construido desde la base, donde las asociaciones de centro sean, como en caso de las asambleas de trabajadores, el lugar de decisión.»
Sin embargo, todo esto presenta un problema que parece ser que el Buró Político de los CJC no quiere ver, y es la inexistencia del movimiento estudiantil. A diferencia del movimiento obrero o el movimiento burgués, el movimiento estudiantil por sí solo no es nada. El movimiento estudiantil solo se explica si es hacia algún lado, es decir, como la organización de unos determinados estudiantes que van hacia unos determinados fines. Realmente no hay un movimiento estudiantil, sino muchos movimientos de estudiantes.
Por lo tanto, contrario a lo que dice Guillermo De Tuya, el movimiento estudiantil no se puede entender como un movimiento único con fines objetivos y mucho menos como un movimiento cuya realización es autosuficiente. En pocas palabras: no se puede entender como una lucha económica y, en consecuencia, como una cuestión sindical.
El derecho a la educación pública (que es lo que los CJC quieren proteger), no es un derecho económico de los estudiantes: es un derecho político. Que debe defenderse y, en consecuencia, vertebrarse, a partir de los que ganaron ese derecho, es decir, la clase obrera y los sectores populares.
Cuando los estudiantes salen a la calle contra los recortes, no están participando del renombrado «movimiento estudiantil», sino del movimiento obrero (sean conscientes o no). Y no están realizando ninguna lucha sindical. Es un movimiento de estudiantes concretos que se reunen para defender derechos políticos concretos los cuales son intereses objetivos de una clase concreta. Es un grupo de estudiantes que están apoyando una lucha obrera. Al igual que puede haber grupos de intelectuales, de cineastas o de músicos que se solidaricen, apoyen y luchen en ciertas batallas del movimiento proletario.
La historia así lo demuestra en todos y cada uno de los episodios donde los estudiantes han jugado un importante papel. ¿Por qué luchaban los estudiantes? ¿Acaso los movimientos de estudiantes en México en la década de los 60 no surgieron a raiz del imperialismo norteamericano? ¿Y no surgieron las principales organizaciones estudiantiles del Mayo francés como reacción a la colonización de Argelia y a la guerra del Vietnam, como por ejemplo los comités anticolonialistas o los frentes antifascistas de universitarios? ¿Donde está ahí el sindicalismo estudiantil?
Cuando interviene el llamado «sindicalismo estudiantil» es solamente para ir en contra el movimiento revolucionario. Un claro ejemplo es la conocida «Noche de los lápices» ocurrido en La Plata, Argentina, donde los 10 secuestros de estudiantes a mano de la dictadura de Videla se relacionaron con una protesta para reestablecer el llamado «Boleto Estudiantil», es decir, una reivindicación de naturaleza puramente de estudiantes, para reducir el costo del autobús. Pero realmente esa protesta fue un año antes de los secuestros. Los supervivientes luchan hoy día para destruir este mito y reclaman que si fueron capturados fue por su militancia y lucha consecuente contra la dictadura.
En España también podemos reclamar experiencias de organizaciones estudiantiles con un sentido político, complementario del movimiento contra el Estado. ¿Revertían las movilizaciones de estudiantes de los 60 formas sindicales o complementaban a las verdaderas formas sindicales que eran los obreros como en el caso de la huelga en el cinturón industrial de Madrid en Octubre del 67?
Que los estudiantes necesitan organizaciones de corte politizado más allá de reivindicaciones por la educación (que también) es algo que estaba claro en el movimiento comunista español y se materializa con organizaciones como los Comités de Lucha Estudiantil (impulsado por la Organización Marxista Leninista de España) o la Organización Democrática de Estudiantes Antifascistas, cuya publicación (Prensa Libre) trataba temas políticos que denunciaban la reforma del régimen fascista en los 70 y desenmascaraban al carrillismo. El Estado supo que hacer con estos estudiantes que terminaron dando con sus huesos en la cárcel.
Ya Lenin hablaba de llevar a los estudiantes el programa político, entendiendo que el estudiantado en abstracto no es quien emite las señales y aporta un carácter propio al movimiento político, sino que debe ser el movimiento político quien se interne en el espacio donde se mueve el estudiantado concentrado (como pueden ser las universidades). En 1908, ante una huelga puramente académica en la Universidad de San Petesburgo, Lenin decía a los jóvenes socialdemócratas rusos: «Nuestra tarea estriba en (…) que nuestras viejas consignas -que siguen siendo actuales por completo- de derrocamiento de la autocracia y de convocatoria de la Asamblea Constituyente vuelvan a ser objeto de discusión y piedra de toque de la concentración política de las generaciones lozanas de la democracia».
Por tanto, no solo basta en las movilizaciones por la educación dar soluciones referentes solo a la educación, en un ejercicio de metafísica cómo acostumbra a hacer los CJC, cuya máxima en estos casos llega a: «por una educación al servicio de la clase obrera y sus hijos/as», algo que no se concreta en nada.
Caeríamos en el más absurdo individualismo y corporativismo diciendo que si en una clase no hay suficientes sillas para los alumnos, es un problema de los alumnos y no de la vulneración de un derecho político. De la misma manera que la falta de camas en un hospital no es un problema del paciente que le toca en concreto esa situación, sino de todos los pacientes: es decir, de todos nosotros, ya que no tenemos lo que nos corresponde.
Esa especie de religión incuestionable (fruto de dinámicas postmodernistas asumidas por un revisionismo en crisis, como suele ocurrirles con lo que llaman “feminismo de clase” o “ecologismo”) de que es el estudiante quien tiene que luchar por la educación pública, como si fuera, lo que ellos llamarían, el “sujeto natural” de esa lucha, es el verdadero lastre que acarrean todas estas organizaciones llamadas comunistas. No han aprendido nada y están conduciendo a esos movimientos de estudiantes por la educación pública a ser carne de cañón de la pata reformista del régimen (lo que parece no incomodarle mucho al PCPE y CJC) y a desorganizar y a confundir a la lucha popular.
La conclusión a la cual se quiere llegar es que no tiene sentido alguno hablar de un «Sindicato Estudiantil» que se organice «como en el caso de las asambleas de trabajadores», el estudiantado en general tiene diferentes intereses de clase. De lo que hay que hablar es de organizaciones de estudiantes destinadas a complementar una lucha política, como puede ser la de apoyar al Movimiento de Resistencia Antifascista, es decir, al movimiento independiente (respecto al Estado) de la clase obrera y el pueblo.
Y aplicar, sobretodo aplicar, nuestros análisis del «movimiento estudiantil» en clave economico-políticas al movimiento obrero. Porque es curioso que Guillermo De Tuya diga que el Sindicato de Estudiantes tiene «claras conexiones con el PSOE y otros elementos antipopulares», que «convoca huelgas fantasmas apoyadas por los mass media» y que provocan la «desmovilización de las y los estudiantes» con estas pantomimas, y sin embargo, los CJC junto a su partido (el PCPE) secunde todas y cada una de los actos, concentraciones, movilizaciones y huelgas de CCOO y UGT, que no es que tengan «claras conexiones con el PSOE», sino que son el PSOE. Que no es que convoquen «huelgas falsas» desde un verticalismo descarado que provoquen la «desmovilización» de los trabajadores, sino que su práctica diaria a favor de ellos mismos, la patronal, provoca la desorganización de la clase obrera.
Solo hay que ver el número de trabajadores sindicados en España y estudiar las luchas obreras más puntales desde la transición hasta hoy, para darnos cuenta que estos «Sindicatos» nunca han contado en nada y cuando lo han hecho siempre ha sido a remolque (después de una negativa sobrepasada por la organización independiente de los obreros).
Es ahí hacia donde apunta el movimiento obrero. Guillermo De Tuya plantea lo mismo respecto al Sindicato de Estudiantes y Estudiantes en Movimiento (del cual, por cierto, los CJC fueron hasta hace poco uno de sus principales impulsores). Dice que la organización independiente a estas pantomimas se está mostrando «cada día como la fórmula superadora». El Sindicato de Estudiantes es una gota de agua comparado con CCOO y UGT. ¿Hasta cuando los CUO van a dejar de llamar a sus huelgas? ¿Hasta cuando el PCPE va a dejar de crear bloques detrás de estos verdugos del movimiento obrero? ¿Se va a poner a organizar la lucha independiente como pretende hacer en el «movimiento estudiantil» o va a seguir llamando a los jóvenes a afiliarse a las Áreas de Juventud de CCOO y UGT como hacía explícitamente hace poco Ester Cubero, miembro de la dirección de los CJC, en una entrevista? ¿Cuando los CJC y el PCPE van a entender la diferencia entre ir a una huelga falsa (que hay que ir) y secundar, organizar y contribuir a una huelga falsa?
Resulta que no tienen pelos en la lengua para hablar del Sindicato de Estudiantes como un todo y señalar (correctamente, por cierto) el papel que juega respecto a los estudiantes que se mueven, sin embargo, en vez de hacer lo mismo con los sindicatos del régimen, se limitan a mencionar a unas cúpulas malvadas que tienen secuestradas a las bases revolucionarias. ¿Por qué no especifican, como en el caso del Sindicato de Estudiantes. el lugar que ocupan estos sinvergüenzas en el movimiento obrero? ¿Sería eso dejar de lado a los trabajadores honrados sindicados en CCOO y UGT? ¿Acaso ellos están dejando de lado a los estudiantes honrados del Sindicato de Estudiantes y Estudiantes en Movimiento?
Después de este (obligado) gran paréntesis hay que concluir recalcando que los comunistas deben fomentar e impulsar la creación de organizaciones estudiantiles enfocadas a la lucha contra el Estado, comités de resistencia formados por estudiantes donde se discuta y se realice la labor de complementar el movimiento obrero. Donde se trabaje por hacer llegar a los estudiantes el combate contra todas las vulneraciones de los derechos que realiza este Estado: no solo los de la educación, si no también los de la sanidad, los de la mujer, los de la viviencia, los de la memoria histórica, los de las libertades civiles, los de la soberanía de los pueblos o los del trabajo. No crear un «movimiento estudiantil» abstracto y artificial que tenga sus propios derroteros, sino llevar a las aulas el movimiento independiente de la clase obrera y el pueblo que lleva resistiendo desde hace 75 años a la oligarquía financiera, a sus fuerzas del orden, a sus tribunales políticos y a sus principales capitostes, que se presentan bien en forma de Movimiento Nacional como lo hacían hace unos años o bien en forma de Monarquía Parlamentaria como lo hacen actualmente.