Durante la madrugada grupos armados atacaron los cuarteles de la gendarmería, el Ministerio de Defensa y la radio.
Desde el sábado Bangui es el teatro de fuertes enfrentamientos que han costado la vida a 30 personas este fin de semana. Los portavoces de la Minusca han negado su participación en los disparos a través de su cuenta de Twitter.
Los manifestantes se dirigían hacia la Presidencia para exigir la dimisión de la Presidenta interina, Catherine Samba-Panza, como consecuencia de la represión padecida durante el fin de semana, cuando los cascos azules dispararon contra ellos.
En la capital impera el toque de queda, a pesar de lo cual las calles sigues siendo el escenario de una batalla campal tanto durante el día como por la noche. En numerosos barrios se han producido saqueos de los centros comerciales y las calles están cerradas por barricadas.
En la madrugada del sábado el conductor de una moto-taxi apareció degollado en el barrio PK-5 de Bangui, lo que encendió los ánimo de sus habitantes. Se trata del último bastión de los musulmanes en la capital, de donde están siendo expulsados por las milicias cristianas anti-balaka.
En diciembre de 2013 el imperialismo francés invadió el país poniendo en marcha la Operación Sangaris con el fin de desalojar a los chinos, que habían llegado a negociar importantes contratos de materias primas con el gobierno. Tanto los soldados franceses como los cascos azules de la ONU que llegaron después han sido acusados de violaciones de menores y otros gravísimos crímenes contra la población local.
Por las calles los manifestantes exigen que las fuerzas extranjeras abandonen el país. Pero las propias manifestaciones las han convertido en antidisturbios.