4. Movimiento y nacimiento del área de la autonomía obrera.
Como se ha señalado, Potere Operaio constituyó una especie de crisol para diferentes experiencias. A partir de su voladura muchos de sus núcleos organizaron el Movimiento e impulsaron las iniciativas y las conversaciones. En general, fueron estos núcleos los que alimentaron y encuadraron el debate y las siguientes evoluciones, en los encuentros y las colaboraciones con otros sectores del Movimiento. Fue sobre todo la confluencia con el área de los procedentes de Lotta Continua (que estalla en 1976, pero, a diferencia de P.O., de forma negativa, como resultado de una crisis grave de identidad y de perspectiva). Especialmente, la realidad revela todo un área pequeño-burguesa que remedaría algunos gestos de traición, un regreso al rebaño familiar, de una buena parte de “sesentayochistas”. Numerosos colectivos territoriales y de fábrica, mas una gran parte de los servicios de orden, se reagruparon tras la (perdida) batalla interna para avanzar hacia un proceso revolucionario, y principalmente hacia la etapa del armamento de las masas.
Se han visto ya dos caracteres fundamentales de este proceso político y organizacional, caracteres que serán determinantes y estarán cargados de consecuencias:
1) No se da una auténtica separación entre el nivel de masas y el nivel que debiera considerarse como estratégico, si no Partido si al menos la Organización. Esta última comienza a perfilarse como la federación de numerosos colectivos y comités locales (a menudo muy dignos, pero en donde en cualquier caso era preeminente la dimensión de masas y pública).
2) Armamento de las masas. He aquí una consigna extremista, confusionista (de niveles) y cargada de derivas militaristas. Que es lo que llegará con el tiempo, y que era evidente entre un sector muy defectuoso en este sentido, como los mencionados servicios de orden.
Habrá dos años de experiencia y de preparación de este nuevo conjunto, resumiéndose la elaboración político-teórica en una publicación (“Linea di Condotta”), años que se desarrollan en una fase de lucha cada vez mas fuerte y rica, y en la que algunos de estos colectivos tuvieron una marcada presencia. Es destacable el caso de una Coordinación de Comités de fábrica en el cinturón de Milán, (Sesto San Giovanni, centro siderúrgico apodado Stalingrado por su aportación a la Resistencia) que llegarán a ejercer su hegemonía en una gran fábrica (la Magneti Marelli) en donde llegarán a experimentar el ejercicio de la fuerza en la lucha interna, bajo la forma de imposición de “decretos obreros”, incluso hasta impedir el despido de cuatro camaradas, haciéndoles entrar a trabajar todos los días escoltados por la “milicia obrera”, ¡y esto durante algunos meses!.
Este asunto de la “milicia obrera” será además un eje central: construir la fuerza político-militar como apoyo a las organizaciones de masas avanzadas, como una especie de contrapoder, como ejercicio concreto, imposición de los objetivos de lucha que comenzaban a romper los límites de la legalidad y a anunciar contenidos “objetivamente” revolucionarios. Fue el caso de la ola de auto-reducciones. Consistía en un rechazo de las subidas de tarifa de gas, electricidad y teléfono, que se traduce en 1975 en un vasto movimiento de auto-reducción de las facturas. Estructurado alrededor de una extensa red de Comités de Lucha en los barrios (al tiempo que una parte de los Consejos de fábrica apoyaba el movimiento rompiendo el sabotaje de los revisionistas), se prestaba bien a desarrollar una radicalización de los movimientos de masas: “los precios políticos”, es decir, como expresión de las relaciones de fuerza y como tendencia a la negación de la mercancía; la “reapropiación”, como formas de lucha no ya reivindicativas sino de directa imposición, como “práctica del objetivo”; “contrapoder”, por tanto, un terreno nuevo que exige la organización de la fuerza, generalmente armada (lo que para una parte era precisamente la línea de la “milicia obrera”).
Hay que considerar también que esta ola se apoyaba en una considerable situación previa de ocupación de inmuebles (ciudades enteras de HLM[*]) y sobre una organización general en Comités Autónomos de Lucha, por ejemplo en la “huelga de los alquileres”. Terreno de lucha poblado de enfrentamientos con la policía, que llegaron a matar a algunos camaradas, lo que produce a cambio oleadas de violencia proletaria y el ejercicio de nuevas formas de organización. En las barriadas periféricas de Roma, principalmente, se llegará a enfrentamientos armados entre los ocupantes apoyados por los camaradas organizados y la tropa. Y con victorias, en fin, tanto contra la policía, tanto en el objetivo de conseguir las viviendas (esto siempre entre 1974 y 1975).
Y además un importante movimiento de “expropiación de masas” se iba a desarrollar, como plasmación de la consigna de “precios políticos”, los Comités habían iniciado la actividad en las grandes superficies, en los mercados, especuladores, intermediarios comerciales, etc., hasta acciones de auto-reducción de precios y de expropiaciones masivas. Sobre esto creció el impulso espontáneo de la nueva generación de jóvenes camaradas (que constituirían los primeros Círculos de Jóvenes Proletarios), a medio camino entre el local político y cultural y la ocupación, que iban directamente a las ocupaciones sistemáticas; no sólo en los supermercados sino también en las tiendas de lujo: disco y sonido, libros, ropa. Los límites cada iban más allá. Esto no era, especialmente para los jóvenes, solamente una reducción de precios sobre los bienes esenciales, una especie de lucha salarial de nuevo tipo; ¡era la “reapropiación de la vida” así como la destrucción de la mercancía! Los más frecuente es que estas acciones estuvieran “protegidas” por la presencia de un equipo armado, y en general todas estas formas de lucha en los barrios conocieron un desarrollo muy destacable de práctica armada de las organizaciones. Más bien en términos de ámbito local, fragmentario, no unidos por un proyecto centralizado de desarrollo de procesos revolucionarios, y de ahí la ausencia de una firma única, centralizada, y la cacofonía de siglas que hacía creer en la existencia de decenas de grupos.
Estos proyectos existían, pero quedaba por así decir en estado latente, subyacente, no llegando a manifestarse claramente como en el caso de la B.R. Esto llegará pronto a formalizarse en una organización y en una “rama” (Prima Linea y la Autonomía Obrera Organizada, que nunca llegarán a unificarse, y en donde coexistieron tres o cuatro principales Organizaciones armadas), que intentaron este paso; pero siempre quedaron marcadas por ese carácter espontaneísta, movimientista de fondo, y, como se verá, su intento, muy precario y contradictorio, naufragará rápidamente en su vuelta al Movimiento, como resultado de una derrota y por tanto como grave retroceso.
Esto no quiere ser una denegación de esta área revolucionaria, ni de sus aportaciones que han sido importantes en la búsqueda de nuevos caminos que hubieran podido responder a las contradicciones abiertas en el ciclo histórico precedente: la valorización de las expresiones de clase en tanto que sujeto revolucionario, para superar el exceso de dimensión política separada (que también había abierto la puerta a las derivas revisionistas). De ahí las categorías de “antagonismo”, de “contrapoder”, de “ilegalidad de masas”. Categorías que primaban el (pretendido) valor revolucionario de lo social, de las luchas y los comportamientos de masas como “autovalorización proletaria”, del sujeto social que estaba en vanguardia (en primer lugar para el “obrero-masa”, luego para el “obrero social”, ó “sujeto antagonista”, en definitiva).
[*] HLM, habitation á loyer modéré,en francés, viviendas de alquiler controlados o subsidiados (N. del T.)