Guerrileros kurdos de Komala con su dirigente |
Ayer el presidente de Irán, Hasan Rohani, se entrevistó en Nueva York con el de Turquía, Erdogan. Tras la reunión, Rohani manifestó que Irán siempre y en todas las etapas será un amigo y hermano de Turquía: “Estamos dispuestos a desarrollar nuestras relaciones con Ankara en todos los ámbitos, incluido el transporte, la industria y la energía”.
El dirigente iraní expresó su apoyo a la “amistosa y fraterna Turquía”. Por otro lado, Rohani transmitió en nombre de Teherán una “profunda tristeza” por la intentona golpista en Turquía y expresó su disposición a ayudar a recuperar la estabilidad y la seguridad en el país otomano.
Rohani señaló que el fallido golpe de estado se produjo en Turquía tras una serie de incidentes que algunas potencias habían planificado “contra nuestra región”, añadiendo: “No tenemos la menor duda de que con el esfuerzo y el empeño conjunto podremos paralizar el camino que el enemigo ha planeado contra nosotros”.
“El terrorismo es una amenaza contra todos, y el papel de ambos países en la lucha contra el terrorismo y la inseguridad en la región, especialmente en Siria e Iraq, tiene mucha importancia”, explicó el presidente iraní.
Cuando Rohani se refiere al terrorismo no sólo incluye a los yihadistas, sino también al PJAK, que es la delegación del PKK en Irán, y cuando se refiere al enemigo, alude al imperialismo. Para Irán se trata de los diferentes brazos de la misma hidra, contra la que está empeñado en una batalla desde la revolución de 1979.
En Irán ya existían dos organizaciones independentistas kurdas, el PDKI y Komala, mientras que en 2004 los imperialistas fundaron una tercera, el PJAK, tras la invasión de Irak porque las otros dos estaban en una situación de extraordinaria debilidad. El imperialismo necesita un movimiento independentista fuerte bajo su control.
Tras la invasión de Irak, los imperialistas querían llevar la guerra al interior de Irán con el PJAK y la OMPI. En agosto de este año, un dirigente del PJAK, Siyamend Moini, declaraba con motivo de los enfrentamientos en Hasaka, entre kurdos y sirios:
“Iran tiene que entender claramente que cualquier tipo de ataque a Rojava no va a acabar en Rojava. Existe una probabilidad de estalle una guerra dentro de Irán. Hay fuerzas gigantescas que desean transferir esta guerra a Irán con todas sus fuerzas. Cualquier contra nuestro movimiento también es un ataque contra nosotros [PJAK] y la posición y la reacción del PJAK sobre ese asunto está clara. Irán teme el estallido de una guerra civil. Con los cambios que han ocurrido en los gobiernos regionales, cambios en la naciones-estados, es inevitable. Esos cambios pueden ser como los que han ocurrido en Irak y en Siria o se pueden hacer de manera pacífica. Si Irán no elige la segunda opción, una guerra civil es inevitable” (1)
La sucursal del PKK en Irán no se preocupa por ocultar su naturaleza servil hacia el imperialismo. En 2015 desató una “intifada” en Irán inspirada en la Primavera Árabe, a partir de la cual se habría de desencadenar una guerra, continuación de las de Irak y Siria.
La base de operaciones del PJAK es la misma que la del PKK: las montañas Qandil, a 15 kilómetros de la frontera de Irán, donde las fuerzas de ambas organizaciones son entrenadas por consejeros militares estadounidenses, israelíes y británicos.
Lo mismo que en Siria con el PYD, el uso de una marca diferente se debe a que el PKK está en el listado de organizaciones de naturaleza terrorista de Estados Unidos y del Consejo Europeo, lo que no ocurre con el PJAK y permite una financiación abierta de dicha organización.
Hasta ahora ha habido otro motivo adicional diferenciador: mientras Turquía ha sido un aliado fiel del imperialismo, Siria e Irán son Estados cuya destrucción es uno de los objetivos primordiales del imperialismo. En este empeño, tanto el PYD como el PJAK son meros instrumentos. Por el contrario, el apoyo al PKK por parte de Estados Unidos sólo ha aparecido a la luz más recientemente y ha provocado un golpe de Estado en Turquía, como ha manifestado Rohani de forma indirecta.
Dos años después de la fundación del PJAK, la Secretaria de Estado Condolezza Rice aprobó un aumento de 75 millones de dólares para el fondo de propaganda antigubernamental y grupos de la oposición que operaban dentro de Irán, lo que promovió una carta del congresista Dennis Kucinich dirigida al presidente Bush en la que le preguntaba si la Casa Blanca “coordinaba y apoyaba” al PJAK desde Irak, aprovechando la ocupación militar derivada de la guerra.
Bush negó cualquier apoyo a dicha organización, a pesar de que los propios militantes reconocen que se trata de la misma organización. El año pasado el Wall Street Journal publicó un amplio reportaje que tituló “Los aliados marxistas de América contra el Califato Islámico”. El PKK son esos “marxistas” aliados con el imperialismo. En una entrevista, una militante, Zind Ruken, destacaba los vínculos entre las diferentes sucursales de la misma organización: “A veces soy un PKK, a veces soy un PJAK, a veces soy un YPG. Eso no es realmente importante. Todos son miembros del PKK”(2).
No nos preguntaremos ahora por las razones que tuvo uno de los más autorizados portavoces mediáticos del imperialismo para entrevistar a unos “marxistas” que, además, también están considerados como “terroristas” en Estados Unidos.
Ni unos (imperialistas) ni otros (PKK) se han preocupado por esconder sus mutuos vínculos, en donde la sacrosanta cruzada contra el Califato Islámico sólo desempeña el papel de coartada. De otra manera no se explica que esa alianza se haya trabado también con el PJAK, cuyo campo de batalla es Irán.
El 12 de junio de 2006 un portavoz del PJAK, Ihsan Warya, no escondió a la revista Slate que al PJAK le gustaría convertirse en un “agente de Estados Unidos”, trabajar conjuntamente con el imperialismo contra Irán, por lo que se sentían decepcionados de que no hubieran establecido contacto. La cooperación del imperialismo con los kurdos durante la guerra de Irak, decía el portavoz, contrastaba con el vacío hacia los kurdos que luchan contra el gobierno de de Teherán (3).
Según el periodista Seymour Hersh, la creación del PJAK en 2004 fue iniciativa de Estados Unidos, para lo cual contó con el apoyo del ejército israelí (4).
A finales de 2006, un dirigente del PKK admitía a la prensa libanesa que Estados Unidos había contactado con los kurdos que luchaban en Irán. Añadía además que si Estados Unidos estaba interesado en el PJAK, también estaba interesado en el PKK, ya que ambos grupos eran miembros del KCK (Confederación Democrática de Kurdistán) (5).
En agosto del año siguiente, Haji Ahmadi, máximo responsable del PJAK visitó Washington para ampliar la ayuda política y militar de Estados Unidos al movimiento kurdo iraní. Luego trató de rebajar el alcance de la vista, afirmando que sólo llevó a cabo “contactos limitados”.
Sin embargo, Biryar Gabar, un comandante del PJAK de Sanandaj reconoció a Newsweek que las reuniones de Haji Ahmadi en Washington fueron “al más alto nivel” y que versaron “sobre el futuro de Irán”.
En una entrevista concedida en abril de 2009 al diario turco Akşam, el presidente del Consejo Asesor de Inteligencia de la Casa Blanca entre 2001 y 2005, Brent Scowcroft, admitió que Estados Unidos “apoyó y promovió” al PJAK en la época de Bush, mientras que Obama dejó de hacerlo posteriormente (6).
El apoyo al PJAK, en el que también está involucrado el Estado de Israel, no es ningún secreto sino un asunto bastante documentado en el mundo universitario. Eso favorece que la bibliografía al respecto empiece a ser abundante. Por ejemplo, así lo afirma Nader Entessar de la Universidad del Sur de Alabama (7)
Lo mismo sostiene Suleyman Elik de la Universidad Medeniyet de Estambul (8). En idéntica línea, Robert Scheer y Reese Erlich han escrito recientemente que Israel está apoyando la lucha armada del PJAK dentro de Irán, aunque mantiene en secreto su ayuda (9).
Notas:
(1) http://rojhelat.info/en/?p=9146
(2) http://www.wsj.com/articles/americas-marxist-allies-against-isis-1437747949
(3) http://www.slate.com/id/2143492/?nav=fo
(4) The Next Act, The New Yorker, 19 de noviembre de 2006 (http://www.newyorker.com/fact/content/articles/061127fa_fact).
(5) http://www.dailystar.com.lb/article.asp?edition_id=10&categ_id=2&article_id=77119
(6) Ihsan Bal, M. Turgut Demirtepe, USAK Yearbook of Politics and International Relations International Strategic Research Organization (USAK), vol. 5, 2012, pg. 43.
(7) Kurdish Politics in Regional Context, In Kurdish Politics in the Middle East, Rowman & Littlefield, 2010, pg. 205.
(8) Iran-Turkey Relations, 1979-2011: Conceptualising the Dynamics of Politics, Religion and Security in Middle-Power States, Routledge, 2013, pgs. 91-92.
(9) Iran Agenda: The Real Story of U.S. Policy and the Middle East Crisis, Routledge, 2016, pg. 140.
Un grupete bien conocido ha redactado una pretendida respuesta a un artículo anterior sobre Rojava. El redactor debe tener unos 15 años, por el tono y el pobre manejo del lenguaje que manifiesta. Algunos siguen empeñados en que lo de Rojava es una revolución. Realmente hay que ser completamente estúpido o escandalosamente ignorante para defender tal cosa. Este grupete tiene, no obstante, el atenuante de su juventud. Saben situar en el mapa (con ciertas dificultades) el Kurdistán. Pero de la historia de este pueblo, de la instrumentalización de sus organizaciones por parte del imperialismo, lo desconocen todo. Les vendieron un burro en un kebap, se montaron en él creyendo que era lo mejor que podían por la revolución proletaria internacional, y aunque intuyen que el pollino va por mal camino, no aciertan a encontrar el momento para bajarse, porque, entre otras cosas, saben que lo más importante que han hecho y que harán en su vida es lo de irse a Siria de turismo revolucionario y ahora no les queda otra que sumar una estupidez a otra para justificar la estupidez inicial. Vamos, la negación de la negación en su versión tonto de los cojines.