Es la otra cara de Alemania que se encuentran refugiados como la familia de Sinpan y Rawed. Después de todo lo que han pasado, todavía sonríen. Han conseguido su objetivo. Ya solo les falta cruzar la barrera elevada por el personal de seguridad. Van saliendo a la de uno, dos, tres, cuatro, cinco… stop. Los siguientes de la fila son los hermanos y primos de ambos. Una familia entera kurda que ha dejado atrás todo lo que tenían para huir del horror de la guerra en Siria. Su ciudad, Hasaka, se había convertido en un lugar demasiado peligroso, así que la familia vendió sus pertenencias y se puso en camino hacia Alemania, donde los dos primos llevan ya casi un año viviendo. «Cuando llegaron dijeron: ¿y esto es Alemania?», se ríe Rawed.
El viaje fue horrible, cuentan. Las mafias les cobraron unos 8.000 euros por cabeza y les trajeron escondidos en un camión. Un transporte similar al que estos días ocupaba las portadas de los diarios con decenas de refugiados que habían fallecido en su interior asfixiados. Un viaje peligroso a merced de las mafias ante la inexistencia de rutas legales para ejercer su legítimo derecho al asilo. Llegaron el día anterior y han tenido suerte de que esta misma noche la podrán pasar en un albergue de emergencia. Después de todo el día esperando, por fin pueden abandonar el jardín de la oficina de asuntos sociales.
A este lugar, situado en el barrio berlinés de Moabit, vienen cada día alrededor de medio millar de refugiados a inscribirse como tales para comenzar el largo proceso de la solicitud de asilo ante la burocracia alemana. Desde aquí son enviados a albergues provisionales distribuidos por todo el país. Durante todo agosto se han visto escenas delante de esta oficina más propias de países no industrializados y empobrecidos: familias enteras, niños, bebés, personas mayores y enfermos durmiendo al raso. Sin comida ni agua siquiera.
Sin agua en pleno agosto. Familias enteras haciendo cola toda la noche y todo el día, durmiendo incluso en la cola. Pero alguien puso el grito en el cielo en Twitter y de la noche a la mañana se organizó el reparto de agua que tanto necesitaban los refugiados. Voluntarios cocinaban para ellos lo que ciudadanos de Berlín traían para donar de forma altruista. Durante unas dos semanas la organización Moabit hilft (Moabit ayuda) fue prácticamente la organización que coordinó el trabajo de los cientos de voluntarios que han pasado para regalar tiempo y fuerzas a los recién llegados.
A raíz de la presión de dichas organizaciones, la oficina de asuntos sociales instaló un grifo para que los refugiados puedan beber pero que en realidad, está sirviendo también para asearse. Además reparten vasos y botellas de agua. La comida sigue llegando de los voluntarios aunque ahora han prometido que a partir de esta semana será una empresa quien se encargue de prepararla con cargo al erario público.
[…] Las personas se organizan a través de Facebook, Twitter, crean documentos de Google compartidos en los que van escribiendo las necesidades de cada lugar.
De esa forma es como Leticia y Jacob, de Valencia y Alicante, pero residentes en Berlin, se enteraron de lo que estaba pasando y decidieron presentarse voluntarios. Unas veces reparten agua y comida. Ropa, mantas. Hacen de payasos para los críos. Ante la inacción de las autoridades, los berlineses se han puesto a ayudar a destajo […]
Los médicos se han autoorganizado también. Su colegio envió una misiva a la que han respondido mas de un centenar de facultativos que, de forma voluntaria, se van turnando para atender a los refugiados. Ya han conseguido que al menos un médico sea remunerado para casos de emergencia. «Algo completamente absurdo», asegura el personal médico. A partir del lunes, sin embargo, después de varias reuniones con el Ayuntamiento y el Estado, han prometido crear un punto de atención sanitaria para que los médicos puedan atender de forma adecuada las emergencias, recibiendo para ello alguna de las salas que Cáritas tiene en el edificio.
Otras personas se han acercado también a mostrar su solidaridad, como Imsa Höppner, que se acercó un día a llevar agua y quedó tan impresionada que mandó a sus amigos y conocidos una petición por Facebook para que donasen a los refugiados. Fue así como comenzó una aventura a raíz de la cual ella y las personas que se han ido sumando han repartido ya unos 300 paquetes de bienvenida: una manta, artículos de aseo y frutos secos. Entretanto, Imsa siente que el proyecto se ha vuelto algo demasiado grande que no le deja tiempo para respirar, por lo que también ella opina que todo esto que están haciendo es una tarea del Estado.
Por todo Berlín los grupos de apoyo a los refugiados recogen todo tipo de material que puedan necesitar, desde artículos de necesidad básica e higiene hasta otros más singulares como laca de uñas o tinte para el pelo. Los mensajes de solidaridad se repiten a lo largo del país. Hasta los estadios de fútbol han dado la bienvenida a los refugiados a través de pancartas desplegadas en las gradas. Los clubes invitan a grupos de jóvenes sirios a los partidos y los hinchas reivindican ayuda para ellos.
“El objetivo final de la estrategia a escala planetaria, es derrotar en el terreno de la ideas las alternativas a nuestro dominio, mediante el deslumbramiento y la persuasión, la manipulación del inconsciente, la usurpación del imaginario colectivo y la recolonización de las utopías redentoras y libertarias, para lograr un producto paradójico e inquietante: que las víctimas lleguen a comprender y compartir la lógica de sus verdugos”.
El Arte de la Inteligencia
The Craft of Intelligence: America's Legendary Spy Master On The Fundamentals Of Intelligence Gathering For A Free World
Allen W. Dulles